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Catherine Shay vive una difícil vida, aun teniendo tres trabajos no le alcanza para pagar el tratamiento de la enfermedad de su madre, desesperada, la única solución que se le presenta es trabajar como prepago. Jessica es conocida en la ciudad como la proxeneta más cotizada en Nueva York, pues posee las mejores mujeres del mercado. Marcus D'monte, un famoso narcotraficante va a cumplir años y sus amigos se encargarán de rentarle una hermosa prepago, es ahí donde conocerá a Catherine, la linda y sexy chica por quien le nacerá una inexplicable adicción.
Suelto un suspiro cansada y retomo la marcha a la mesa 3. Llevo en mi mano la charola con un par de desayunos completos. Los entrego con amabilidad y regreso a la cocina en busca de otro pedido de comida, así paso toda la mañana, rodeada de gente, llevando comida de aquí para allá. Al final de mi turno no siento los pies, pero no puedo descansar, ya que voy corriendo hasta la clínica del Doctor Silver donde trabajo de intendente de dos de la tarde a ocho de la noche. Termino muerta.
Antes de irme a mi tercer trabajo, me cambio en el baño de la clínica, me pongo ropa un poco más ajustada y peino mi cabello soltandolo sobre mis hombros. Uso un poco de maquillaje, donde voy lo necesito.
-¡Nos vemos mañana Doctor Silver! -Me despido tomando el sobre de mi paga.
-¡Nos vemos Cat! -Escucho antes de salir.
Ocho y media de la noche, me encuentro en el centro nocturno MUNBAI, donde sirvo tragos. El ambiente se encuentra tranquilo por el horario, pero no tarda en llenarse de gente.
Saco de mi mochila los dos sobres de las pagas del día. Hago unas cuentas. Aún con el dinero de esta noche no podré completar para el alquiler del mes, y menos para el medicamento que le han recetado a mi mamá para su enfermedad del corazón. Por más que me esfuerce, el dinero no me alcanza para nada, los tratamientos para el corazón son cada vez más caros y los medicamentos, ni se diga, eso sin contar el alquiler del mes, los préstamos que debo, los servicios de la casa y comidas. De seguir así tendré que buscar otro trabajo. Resoplo cansada.
-Cat, sírveme un Mai Tai plis. -Jessica me pide al sentárse en unos de los bancos de la barra.
Se nota alegre mientras pone sobre el mármol su cartera Channel. Sus labios rojos combinan muy bien con el vestido negro que no puedo ver por completo, pero que puedo jurara que es corto y acentúa su figura.
-Hola Jessica. ¿Que te trae por aquí?
-Guardo los sobres de nuevo en mi mochila y la dejo de bajo de la barra. Empiezo a llenar una copa con hielos para verter el Ron oscuro, licor de cassis y jugo de piña
-Ya sabes corazón, negocios. -Arqueo una ceja, curiosa y le entrego su bebida. La toma con una sonrisa bebiendo de ella por el sorbete y hace un gesto encantada. Si Jessica es conocida en este lugar, es por lo mucho que "Trabaja"
Poco después un sujeto con fino traje, joyería escandalosa y sobre peso se sienta junto a ella, por sus rasgos marcados y la notoria calvicie, puedo decir segura que tiene unos cincuenta años o más. Observo como el sujeto saluda a Jessica de beso en la mejilla y la abrasa como si fueran más que solo conocidos, mientras limpio los vasos y copas junto a la barra. No es que sea chismosa pero no tengo nada más que hacer por el momento... Además de que la curiosidad es mi debilidad. Los ojos de Jessica brillan cuando lo ve y algo me dice que no es precisamente por que el señor sea un galán.
-Buenas noches Señor Smith. -Le sonríe socarrona, haciendo que él niegue con la cabeza.
-Llámame Arthur, por favor. Me haces sentir viejo. -Me río por lo bajo, pues viejo ya es-. ¡Ey chica!... Puedes darme un coñac triple seco.
Casi me caigo para atrás al pensar que ha escuchado como me he burlado de él. Gracias a Dios no es así. Rápidamente sacó el vaso con hielos y el coñac.
-Aquí están las fotos de las chicas. -Jessica le entrega un fólder color negro con engargolado.
-Aquí tiene. -Le extiendo el vaso por la barra, el me mira curioso y hasta coqueto cuando toma la copa rozando mis dedos, me hace sentir extraña, aunque ya esté acostumbrada a tipos como él.
Baja la mirada después de eso para abrir el fólder. Me quedo parada en mi lugar, donde puedo apreciar a simple vista las fotos de mujeres jóvenes con atuendos muy provocativos.
Conozco el negocio que maneja Jessica y por que tiene tantas cosas costosas y un auto de ensueño. Todos lo saben aquí, solo que nunca la había visto trabajar de cerca. Cuando cumplí veinte años, mi mamá me pidió que jamás me acercara a ella, nunca me dijo la razón, pero años después lo supe por simple coincidencia. Jessica es la proxeneta más cotizada de la zona y puedo asegurar, que de la ciudad entera. Tiene a su disposición a cientos de mujeres hermosas que se venden por dinero, en Nueva York son más conocidas como prepagos. Sus clientes más frecuentes son los políticos, empresarios y mafiosos, todos buscando solo una cosa, alguien que satisfaga hasta su más asqueroso deseo sexual. Joder de solo pensarlo se me eriza la piel... ¿Como pueden ser capases de vender su cuerpo sin una pizca de vergüenza o remordimiento? ¿Como pueden acostarse con personas así, como el señor Smith? Señores que les doblan la edad y los kilos.
-¡Esta niña está muy hermosa! -dijo Smith tocando con sus regordetas y arrugadas manos la foto de una chica que parecía de mi edad.
-Es Samanta, una niña encantadora y muy complaciente. -Sonríe coqueta y toma otro sorbo a su bebida.
-La quiero... Pero también me interesa esta. -Ahora mira la foto de otra chica, es igual de hermosa que la anterior, su cuerpo es más curbilineo y es de tez morena.
-Ella es Karen, una chica muy cautivadora y poco usada. Es de las nuevas que acaban de llegar del caribe. -Se alisa coqueta su cabello largo.
¿Tendría algo de raro si digo que me está dando asco su conversación?
Pobres chicas... Aunque es su decisión, nadie es obligada a convertirse en prepago, al menos no con Jessica. Muchos la buscan por sus servicios, pero muchas más llegan a ella para pedirle trabajo.
-Las quiero a las dos mañana en mi casa, a las nueve de la noche -termina por decir tomando el último trago del coñac triple seco-. Espero la información de tu número de cuenta lo antes posible para que te deposite el adelanto, el resto lo tendrás cuando termine con ellas.
-Claro, se los proporcionare a tu secretaria por mensaje. -Jessica sonríe y asiente satisfecha cuando Smith se va. Se acomoda sobre su asiento y suelta un suspiro, hojeando las fotos del fólder. Levanta su vista notando como la observo.
-¿Algún problema? -Me mira con recelo y me encojo de hombros restándole importancia, no era mi asunto después de todo-. ¡Ay Catherine!... Eres una tonta. -Frunzo el ceño. ¿Por que dice eso?
-¡¿Perdona?!
-¿A caso no te has visto al espejo? ¡Niña por Dios! Incluso el señor Smith se dio cuenta. -Parece exasperada por mi falta de razonamiento.
-No te entiendo, explícate -Le exijo confundida.
-Tienes un hermoso rostro y un cuerpo de encanto, serias una excelente prepago. Te aseguro que si tu foto estuviera aquí... -Señala el fólder-. Arthur te hubiera escogido al instante.
Abro mis ojos estupefactos, mientras se me forma una sensación de asco en mi estómago. ¿A caso esta loca?
-¡¿Que?! ¡No! ¡Yo jamás...!
-Si, si...Jamás vas a venderte, es algo horrendo, indecente, bla, bla, bla. Ya me lo han dicho... Pero dime. ¿Ya cubriste los gastos del tratamiento para tu madre?. -Mierda. Si no podía ni siquiera pagar un mes de renta, ya pagaría lo de la enfermedad de mi mamá-. Lo vez, con una noche que trabajaras para mí, tendrías para el tratamiento de un mes de tu madre más sus medicamentos. -Estoy más que sorprendida.
Pero a caso... ¿Paga tanto? Es mucho dinero, ni haciendo tiempos extra en cada uno de mis trabajos juntaría para lo de una semana de tratamiento.
-Yo... -Voy a negarme, si, estoy desesperada, pero tampoco caería tan bajo, solo de imaginarme con un tipo como esos, no, que asco.
-No digas nada. -Me dedica una sonrisa ladina, toma su cartera y saca un billete de Cincuenta dólares-. Ya sabes donde encontrarme si cambias de opinión. -Los pone sobre la barra y me mira penetrante antes de irse contoneado sus caderas. Resoplo cansada. Esta loca si cree que la buscaré.
Miro el reloj. Ya casi es media noche, poco a poco se puede ver más gente en el lugar.
-¡Cat! -Laura me saluda con alegría, mientras preparo un cosmopolita, me toma por atrás de la cintura depositando un beso casto en mi mejilla-. ¿Como ha estado el ambiente? -me pregunta mientras se pone el mandil sobre su regazo y se lo amarra a la cadera.
-Mmm, lo de siempre -digo tratando de aparentar desdén y le entrego el cosmopolita a la chica a mi lado. Lo único diferente de la noche fue la muy indeseable propuesta de Jessica.
-¿Segura? -Frunce la mirada y yo desvió la mía.
-Si, solo Jessica... -Suelto para contarle lo sucedido, pero me calla soltando un alarido.
-¡¡Ash!! A Esa ni me la menciones, no la soporto. - a Laura no le agrada Jessica y se de sobra por que-. Es una vividora explota personas. Odio cuando ocupa mi lugar de trabajo para su tráfico de blancas.
Opto por quedarme callada al respecto, era mejor no hablar del tema, solo era una tontería de todas formas.
-Ya, ya, si sigues así se te explotará una vena. -Me quito el mandil y empiezo a tomar mis cosas, es hora de ir a casa a descansar al menos unas horas antes de volver al trabajo.
-¿En serio no vino nadie más interesante? -Mueve sus cejas sugerentes y yo la escudriño con la mirada, esperando que no se le vuelva a ocurrir la mala idea de buscarme un pretendiente, apenas si tengo tiempo para mi.
-No -digo tajante. Laura suelta un puchero decepcionada y se pone a limpiar la barra como si nada.
-Me voy, te veré mañana -me despido de ella con un beso en la mejilla. Camino hacia la salida y alzo mi mano antes de salir.
Camila Jensen, atrapada en un amor no correspondido por su jefe Andrei Dupont desde hace años, ve su mundo derrumbarse cuando se anuncia su compromiso con otra mujer. Desesperada y sin saber cómo manejar sus emociones, busca consuelo en el alcohol. A la mañana siguiente, se despierta en una habitación desconocida junto a un hombre que conoce muy bien, pero lo realmente que la desconcierta es que le exige asumir la responsabilidad de lo que sucedió. Ahora, Camila se encuentra en una situación caótica: tiene que lidiar con un "novio" accidental mientras sigue sufriendo al ver cómo el hombre de sus sueños es feliz con otra. Entre el dolor de su amor perdido y su nueva realidad, Camila estará en busca de la forma de reconciliar sus sentimientos y descubrir si puede encontrar el amor donde menos lo esperaba.
Stella Morris acaba de llegar a la ciudad, es una estudiante de medicina que lo único que busca es alejarse de su oscuro pasado, uno que no creyo que la persiguiria hasta donde está ahora. Stella planea vivir su vida por primera vez y con ayuda de sus nuevos amigos, sin imaginar que su futuro solo estara lleno de más desilusiones y dolor. Oliver Stone será su perdición y deseara jamás haberlo conocido. Un amor enfermizo que le hará preguntarse porque nadie es capaz de amarla de la forma que ella busca. Estará en una lucha constante entre amarse a si misma o tratar que la amen.
Mark es un chico de bajos recursos que está locamente enamorado de Megan Smith, la hija de un importante empresario. Ambos mantiene una relación prohibida, esperando el día en que puedan escapar y ser felices juntos. Pero todo da un giro de 180 grados cuando Alice es obligada a casarse con Marco D'monte un importante Ceo, para salvar la empresa familiar de la banca rota. Ahora ella tendrá que lidiar con las diferentes circunstancias que surgirán al vivir con un hombre que no ama, mientras se ve a escondidas con el que si, hasta que sus sentimientos van cambiando y sin darse cuenta.
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
El día de su boda, Khloe fue inculpada de un delito que no había cometido por su hermana y su novio. Fue condenada a tres años de prisión, donde soportó mucho sufrimiento. Cuando finalmente liberaron a Khloe, su malvada hermana utilizó a su madre para obligarla a mantener una relación indecente con un anciano. El destino quiso que Khloe se cruzara en su camino con Henrik, un elegante y despiadado mafioso, así cambió el curso de su vida. A pesar de su frialdad, Henrik quería a Khloe como nadie. La ayudó a vengarse de sus enemigos y evitó que volviera a sufrir acoso.
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
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El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".