Arturo se dio la vuelta y vino resueltamente hacia nosotros. Estaba espléndido, y nunca olvidaré que en ese momento comencé a amarlo. Y ya nunca dejé de hacerlo. Nunca nadie me ha provocado tanta pena, dolor y alegría como él. Ni siquiera por mis hijos he sentido el amor que le profeso todavía ahora. Y creo que aunque hubiera sabido lo que nos deparaba el futuro (preocupaciones, tormentos, batallas y penas), aun así le habría entregado mi corazón tal como hice entonces. Nacida en un entorno en el que los enfrentamientos son constantes y las armas están siempre presentes en la vida de hombres y mujeres, Guinevere, hija de una poderosa reina pagana, es una amenaza para su gente y una preciada presa para el temible mago Merlín. Enviada a un lugar secreto, crece bajo la protección de un hombre-lobo y de un druida de agrio carácter. Pero ni siquiera en las remotas costas de Escocia, donde los dragones velan por ella, está a salvo del todopoderoso mago. Merlín conoce el destino de la bella joven y no se detendrá ante nada para evitar el cumplimiento de la profecía, puesto que si Guinevere y Arturo llegan a reinar, llevarán la paz al país que convertirá a Merlín, hambriento de poder, en un personaje secundario.
Chapter 1
Es extraño que yo acabe escribiendo un libro, y precisamente ahora que ya no creo en ellos. De joven me encantaban: los fajos de papel en cajas de cobre, los pergaminos empastados en los que había que pasar las hojas de una en una. Me descubrieron el mundo. O eso era lo que yo creía.
En eso nos ha convertido la iglesia cristiana: En ratas de biblioteca. Ahora pienso que quizá no sea ninguna ventaja. Antes de que Patricio llegara a Irlanda, éramos gentes del viento, de la tormenta, de las crecidas de los ríos en primavera. Contábamos el paso de las estaciones y los movimientos del sol según los cambios del cielo. Resistíamos las hambrunas en primavera y festejábamos la abundancia que el otoño nos ofrecía. De día vivíamos bajo el sol, cuando éste lucía; y bajo la oscura lluvia y las tenues neblinas si no lo hacía. Nos cantábamos melodías que alcanzaban los cielos alzadas por el sol, la luna y las estrellas, y observábamos los astros cuando salían y lucían sobre los sepulcros para llevarse con ellos las almas de los muertos. Buscábamos la verdad, la tolerancia, el amor y la belleza en el rostro de nuestros semejantes, en sus manos, su corazón y su cuerpo; nunca en las páginas de papel oscuras y frágiles, ni en los pergaminos.
Éramos gentes de la música, y cantábamos y danzábamos, el trueno y el murmullo de las mareas en la arena y los guijarros, el rugido del viento en el bosque cortejando las llanuras y los campos, el agudo lamento de una tormenta invernal. Cuando teníamos hambre, comíamos, si es que teníamos el qué. Muchas veces no era así. Cuando hacía frío, nos reuníamos alrededor del fuego y contábamos magníficas historias de amor, de guerra, sobre el horror y la maldad, de dioses y héroes, que a veces superaban a los mismos dioses con su inquebrantable valentía y espíritu de sacrificio. Sí, es cierto, admiraba los libros, y todavía lo sigo haciendo. Tienen el poder de preservar una verdad durante dos mil años y mostrársela a aquel que tenga la capacidad y cuidado de leerla; pueden grabar una mentira en letras de oro para el resto de los tiempos. Pero lo peor de todo es que pueden no tratar de nada. De nada real.
Y hombres y mujeres entregan su vida buscando entre las sombras aquello que no existió más que en la mente de un loco. Pueden desperdiciar años tras una pizca de verdad que creen que se esconde en los desvaríos sin sentido de un pobre tonto. Como sabéis, el huso hila la madeja, la lanzadera vuela sobre la urdimbre y la trama, los abalorios de colores adornan las telas, las azuelas alisan la madera, la cuchilla la corta y la espátula limpia las pieles. Pero un conjunto de palabras puede no tener ningún sentido. Por eso debemos regresar a la música, la danza, el hambre, el deseo y el amor, para que no olvidemos quiénes somos y por qué. Debemos sentarnos alrededor del fuego y contar historias, historias de hombres y dioses, y con ellas aprender a vivir. En el trabajo y en la guerra, en la vida y en la muerte, guiados por la experiencia de nuestros antepasados. Con sabiduría y valentía, habilidad y verdad, música y danza. Yo misma soy una criatura de la danza, la imitación de los movimientos abarcados en el diálogo entre la Tierra y el cielo. La danza del poder, los pasos que di al borde de un precipicio hace ya tanto tiempo.
***
El barco arribó al muelle. Más altas aún que la fortaleza, las rocas se alzaban sobre los dos hombres que estaban en cubierta.
-Nunca ha sucumbido a ningún asalto -dijo el capitán a Maeniel.
-No cuesta creerlo -respondió Maeniel, observando los impresionantes muros de piedra y madera de la parte más alta.
-Ni siquiera el César osó asediarlo -continuó el capitán-, o al menos eso dicen.
Aunque la primavera ya había llegado al continente, en Britania el viento todavía era helado, sobre todo el proveniente del mar. Maeniel se envolvió aún más en su manto. Sabía que el capitán se moría de curiosidad por saber quién era él y en qué consistía su misión, pero se había negado a decir más de lo que fuera absolutamente necesario. Las Personas a las que servía necesitaban toda la protección posible. No solo por los recaudadores de los impuestos imperiales, sino también por los caudillos bárbaros que tan diligentemente servían a los intereses de aquellos que monopolizaban los últimos vestigios del poder romano. Seguramente el capitán tenía amigos en todos los puertos a los que habían llamado los vénetos. Era difícil lograr que una carta llegara a Roma en un año, pero los rumores se propagaban tan rápido como el fuego entre la maleza.
-No pude dejar de sorprenderme cuando me permitieron traerlo hasta aquí, continuó diciendo el capitán.
-Tengo asuntos que resolver con Vortigen -respondió Maeniel.
El capitán se rió. -Me encanta el modo en que dice eso, como si fuera un campesino yendo a la feria a comprarse un caballo. Un pequeño asuntillo, nada fuera de lo normal. Vortigen es el gran rey de Inglaterra, y parece que lo conoce por su nombre. No, no, mi señor Maeniel, no hay nada raro en todo eso. Sin embargo, anoche hubo mucho movimiento por aquí. Estuve llevando a gente durante todo el día, uno tras otro. Vos sois el último. Disfrute del banquete, mi señor.
Maeniel asintió sonriendo.
-Gran rey o no, espero que sepa lo que está haciendo. Todos esos sajones... -dijo el capitán, pronunciando con desprecio la palabra «sajones».
Uno de los marineros echó el ancla y acercó el barco al muelle, mientras otros dos amarraban el barco de proa y popa a las anillas de hierro clavadas en la piedra.
-¡No! -gritó el capitán-. Dejad eso, navegaremos con la marea. No me quedaría aquí esta noche por nada del mundo.
Alzó la vista hacia la fortaleza con los ojos semicerrados. El hombre que sujetaba el barco contra el muelle lo miró extrañado.
-Creí que disfrutaríamos de la hospitalidad del rey.
-Esta noche no, no me quedaré -respondió el capitán-. Y no me pregunte la razón.
Maeniel saltó desde la borda al muelle.
-Regresa a la Galia, ¿verdad? -preguntó al capitán.
-Así es.
-Vaya -dijo el marinero-, tantas complicaciones para nada. Podríamos quedarnos por lo menos esta noche y mañana recoger un cargamento.
-No -insistió el capitán-, llegaremos a Vennies al amanecer. Más vale que lo hagamos así.
Una docena de hombres estaban en los remos, su compañero se encogió de hombros y desatracó el barco.
-¡Tendremos que emplearnos a fondo! -gritó el capitán a la tripulación-. Pero mañana por la mañana estaremos en casa. Todos los casados podréis tirar a los amantes de vuestras mujeres por la ventana y echar una cabezadita. Nos han pagado en monedas de oro por esta jornada y todo el mundo recibirá su parte.
Después se fueron, alejándose con la marea de la tarde.
Maeniel cerró los ojos. La brisa le traía una mezcla de olores: sal, carne y distintas especias; la brea quemada de las antorchas que encendieron en lo alto de la muralla el olor de los cuerpos que se hacinaban en los barrios de piedra y que no tenían la costumbre de lavarse demasiado a menudo; el sudor y el perfume; los distintos olores del lino; la seda y la lana. Ésta era una reunión de la alta aristocracia.
Pero algo más flotaba en el aire, algo que su conciencia se resistía a admitir en ese momento, una advertencia. Sí, era una advertencia. En ocasiones los hombres sienten esas cosas. Era cierto que había pagado al capitán en monedas de oro para que lo trajera a Tintagel, en el reino de Dumnonia, pero el marino podría haberse quedado a pasar la noche e intentar conseguir un cargamento. De hecho, el capitán no había desperdiciado las ocasiones de ganar dinero una vez que llegaron a Britania, recogiendo a viajeros a lo largo de toda la costa y llevándolos hasta la isla. Pero con la caída del sol había empezado a ponerse nervioso. Maeniel conocía los síntomas a la perfección. Al capitán se le erizó el cabello de la nuca, tal y como le pasó a Maeniel la primera vez que vio la fortaleza. El capitán no habría podido decir por qué, y tampoco Maeniel. Si le dejaran escoger, Maeniel el Lobo se habría ido de allí. No sería una huida exactamente, pero aquel sentimiento «no del todo bueno» era algo que el lobo no quería tener cerca, ya que no era posible pasarlo por alto ni tampoco resolverlo. Pero los humanos, y eso era él en ese momento, con sus citas predeterminadas y sus encuentros planificados no solían atender la conciencia oculta que rondaba, que rondaba al lobo.
Un criado apareció a su lado e hizo una reverencia.
-Mi señor -se comportaba de esa manera a la vista de la túnica de seda de Maeniel y su pesado manto de terciopelo-, mi señor, ¿habéis venido al banquete?
Maeniel asintió.
-La escalera se encuentra a vuestra izquierda, os conducirá a la ciudadela; pero antes de que vayáis, si fuerais tan amable de entregarme vuestra espada...
Maeniel se sintió aún más incómodo. Por un momento pensó en negarse, pero en la creciente oscuridad adivinó las figuras de dos hombres detrás del criado y pensó que debían de ser miembros de la guardia real.
-¿Soy yo la única persona que ha de entregar su arma?
El criado volvió a hacer una reverencia.
-No, mi señor. No se permite que nadie vaya armado en los encuentros con el rey, al menos esta noche. Se guardarán en las cámaras de la fortaleza y mañana serán devueltas. La guardia las custodiará durante toda la noche.
Promocion de Historias Romanticas para ti. Cada capitulo, una historia romantica diferente
Después de ser «marcada», la joven Zoey se une a La Casa de Los Vampiros, una escuela donde se entrenará para convertirse en un vampiro adulto. Eso, si consigue superar el Cambio; y no todos los marcados lo logran. Es un rollo comenzar una nueva vida, en especial lejos de sus amigos. AdemásZoey no es la típica iniciada. La diosa vampira Nyx la ha elegido como alguien especial. Pero no es la única iniciada de La Casa de la Noche con poderes especiales. Cuando descubre que la líder de las Hermanas Oscuras, el grupo de élite de la escuela, abusa de los dones concedidos por la diosa, Zoey debe buscar en su interior el valor para abrazar su destino... Con algo de ayuda de sus nuevos amigos vampiros.
Santander. Verano, 1918. Una abuela desconocida. Oscuros secretos familiares. Un amor poco adecuado. Alba Ansorena, hija de los marqueses de Lucientes, vive en la burbuja de comodidad propia de su aristocrática familia, aunque ella, a espaldas de sus padres, traza unos planes muy diferentes para romper con su destino. Acude con la familia a pasar un verano más en el Sardinero; sin embargo, en esta ocasión, el regreso de Cuba de una desconocida abuela sacará del armario familiar los esqueletos guardados que alterarán de forma drástica su apacible existencia. Al mismo tiempo, un atractivo viudo se cruzará en su camino. Tras un exilio de cinco años, Eduardo Arias ha regresado y levanta rumores de un escándalo en el pasado allá por donde va. A pesar de las advertencias y del vacío que la sociedad ejerce en torno del hombre, Alba no hace caso y transgrede las invisibles normas. La acción transcurre durante el veraneo de los reyes, de la Corte y del Gobierno en la ciudad de Santander, la cual permanece ajena a la primera guerra europea y al hambre que asola España por el encarecimiento de los alimentos, aunque no podrá escapar de la gripe que se convirtió en pandemia y que causó más muertes que el propio conflicto bélico.
Esta historia fantástica retrata el peligroso viaje de una guerrera mágica junto a un grupo de jóvenes, que tendrán que enfrentarse a un mundo arruinado y completamente desorganizado, e intentarán conseguir la reencarnación del Dragón , con unos poderes increíbles.
Durante sus tres años de matrimonio con Colton, Allison ocultó su verdadera identidad y se esforzó de todo corazón para apoyarlo. Sin embargo, fue traicionada y abandonada por su esposo infiel. Desanimada, ella se propuso redescubrir su verdadero yo: una perfumista de talento, el cerebro de una famosa agencia de inteligencia y la heredera de una red secreta de hackers. Al darse cuenta de sus errores, Colton expresó su arrepentimiento: "Sé que metí la pata. Por favor, dame otra oportunidad". Sin embargo, Kellan, un magnate que se suponía que era discapacitado, se levantó de su silla de ruedas, tomó la mano de Allison y se burló desdeñosamente: "¿Quieres que te acepte de nuevo? Sigue soñando".
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
El día de su boda, Khloe fue inculpada de un delito que no había cometido por su hermana y su novio. Fue condenada a tres años de prisión, donde soportó mucho sufrimiento. Cuando finalmente liberaron a Khloe, su malvada hermana utilizó a su madre para obligarla a mantener una relación indecente con un anciano. El destino quiso que Khloe se cruzara en su camino con Henrik, un elegante y despiadado mafioso, así cambió el curso de su vida. A pesar de su frialdad, Henrik quería a Khloe como nadie. La ayudó a vengarse de sus enemigos y evitó que volviera a sufrir acoso.
"¡Firma los papeles del divorcio y lárgate!". Leanna se casó para pagar una deuda, pero fue traicionada por su marido y rechazada por su familia política. Viendo que sus esfuerzos eran en vano, aceptó divorciarse y reclamó su mitad de las propiedades. Con la cartera repleta gracias al divorcio, Leanna disfrutó de su nueva libertad. Sin embargo, la amante de su ex la acosaba, pero Leanna logró lidiar con ella. Además, ella retomó sus identidades de hacker de primera, campeona de carreras, profesora de medicina y diseñadora de joyas de renombre. Entonces alguien descubrió su secreto. Matthew sonrió y le preguntó: "¿Me quieres como tu próximo marido?".
Kaitlin se enamoró de Alan a primera vista, pero no consiguió conquistar su corazón ni siquiera después de tres años de matrimonio. Cuando su vida estaba en juego, él lloraba ante la tumba de su amada. Eso fue la gota que colmó el vaso. "Divorciémonos, Alan", dijo Kaitlin. Después del divorcio, Kaitlin prosperó en su nueva vida, ganando fama internacional como diseñadora. Recuperó la memoria y reivindicó su legítima identidad como heredera de un imperio joyero, al tiempo que asumía su nuevo papel como madre de dos preciosos gemelos. El pánico se apoderó de Alan cuando vio a los pretendientes alrededor de su exesposa. "Me equivoqué, cariño. Por favor, déjame ver a nuestros hijos", le suplicó Alan.
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".