Ashley Moon es una chica tranquila. Vive con su madre en un pequeño pueblo, a tan solo treinta kilómetros de distancia de la ciudad. Trabaja a medio tiempo en una cafeterÃa-librerÃa, para pagar sus estudios y la educación de su hermano menor. Su vida no tiene nada de interesante, realiza la misma rutina, dÃa a dÃa, sin una mejora a la vista. Pero todo cambia cuando Steph, su mejor amiga, intenta romper su monotonÃa. Y lo logra. William O' Sullivan no esperaba que la chica tÃmida y trabajadora que se habÃa acostumbrado a visitar, estuviera haciendo tales ofertas. Llevaba más de un mes planeando la mejor forma de acercarse a ella, cuando un cartel con colores llamativos, expuso su verdadero carácter. «Una oportunista». Ahora se encuentra en la disyuntiva de si avanzar o no. Su obsesión por esa chica podrÃa ocasionarle graves consecuencias; pero tampoco logra, por ningún medio, alejarse del todo. Un encuentro casual, no tan casual. Los hilos del destino no se mueven solos. A veces, simplemente hay alguien, que tiene ganas de cambiar el mundo. Todo comenzó con un: ¡Se busca un millonario! Ahora sólo debemos averiguar cómo terminará.
-¡Ashley, apúrate!
El grito de Adelfa me hace dar un brinco. Apuro el movimiento de mis manos para terminar de doblar las dichosas servilletas y colocarlas en su lugar. No le respondo, porque la conozco y sé, que insistirá de igual manera.
-¡Ashleeeeyyyy! -grita, otra vez.
«Ya decÃa yo», pienso y ruedo los ojos.
Termino con la última servilleta y suspiro aliviada, mientras seco el sudor que corre por mi frente, con el dorso de mi mano. Este pequeño espacio, al que no deberÃan llamar almacén, es demasiado caluroso. Arreglo todo y salgo, como alma que lleva el diablo, antes de que mi queridÃsima jefa vuelva a llamarme.
-Ashley, ¿dónde estabas chiquilla? -pregunta Adelfa, cuando llego sofocada a su lado. Me mira de forma acusadora y sus manos están apoyadas en su cintura.
-¿No me pediste arreglar las servilletas? -devuelvo la pregunta, mirándola con expresión comprensiva.
Ella frunce el ceño, recordando si en verdad me habÃa pedido algo asÃ. Yo estaba organizando los estantes cuando ella me pidió atender la parte de la cafeterÃa. No es mi trabajo, pero de igual manera disfruto ayudándola.
Espero por su reacción, porque conozco lo que a continuación viene.
-No lo recuerdo, pero bueno, ya que andas haciendo cosas que no debes, ayuda a la chica nueva, que necesita otro par de manos en el salón -dice, con voz cansada, como si estuviera regañándome y ya no sepa qué hacer para que yo entienda.
No la culpo, su cabeza ya no anda muy bien y es común en ella decir cosas asÃ. Asiento y, con paso rápido, me dirijo a ayudar a mi mejor amiga, mientras lo hago, escucho como refunfuña.
-Estas chiquillas de hoy, perdiendo siempre el tiempo.
Ruedo los ojos otra vez, con sus cosas. Pero de igual forma, adoro a esa señora, fue la única que confió en mà cuando nadie lo hacÃa; la primera que me ofreció una forma decente de ganarme la comida. Me dio la oportunidad de demostrar a todos que yo podÃa ser independiente y lo suficientemente responsable para asumir un cambio tan drástico en mi vida. AsÃ, con su forma controladora y dominante, es de esas personas que te llegan al corazón; su cariño, disfrazado de mano dura, muchas veces me ayuda a convencerme de que sà hay alguien ahà para mÃ.
-Uff, Ash, que bueno que llegaste. -Suspira mi amiga Steph, cuando entro en el salón-. ¡No sé qué hacer!
Me rÃo al ver su cara de desesperación. Ella es la chica nueva. Esta morena de ojos verdes, despampanante y loca que tengo por mejor amiga, decidió en un momento muy malo de su vida que querÃa ser independiente, al igual que yo. Pero ella pensaba que todo serÃa fácil. Y pues, no lo es. Lo que ella comprende por sacrificio, ni siquiera se corresponde con la realidad que está dispuesta a asumir.
Stephania Van Halen, oncena hija de la familia de origen holandés más rica de la ciudad, decidió que serÃa independiente. Al no estar de acuerdo con los pensamientos y costumbres de su familia, tomó la decisión de separar sus caminos y labrarse sus propios logros de manera autodidacta. Yo, por supuesto, apoyo su decisión de encaminarse sola en la vida, pero también soy consciente de sus escasas habilidades para...casi cualquier cosa.
«Ya tengo entendido que pagaré la renta por unos cuantos meses yo sola», pienso, al ver el desastre que ha armado en solo minutos. Le costará mucho ganarse su primera paga.
-¿No se suponÃa que debÃas recoger? -pregunto, con ironÃa. Trato de no sonreÃr, pero fracaso estrepitosamente.
-No me ayudas -murmura entristecida, al escuchar mi carcajada.
Mira a su alrededor y observa el estado de las mesas, sillas y demás utensilios; parece que una tormenta acaba de pasar por aquÃ. Servilletas, cubiertos, manteles y bandejas, dispersas por todo el suelo, en señal de un accidente un poco catastrófico.
Al ser consciente del desastre, pretende hacer un puchero, ante lo que yo niego con la cabeza, dispuesta a evitar que sienta lástima de sà misma.
-¡No lo hagas! -exijo, seria de repente-. Aquà no conseguirás nada con eso.
-Auch -llora, al escuchar mi voz dura. Se pasa una mano por el pecho, justo donde está el corazón, para alargar el sentimiento de culpa en mÃ.
Resoplo, por su infantil accionar, pero no puedo culparla. Conozco esa sensación de pánico que debe estar sintiendo, de que todo le salga mal, de no lograr lo que se proponÃa en un inicio y terminar volviendo a su antigua vida con el rabo entre las piernas.
-Vamos, que te ayudo. -Suspiro, porque me recuerda a mà misma años atrás; solo que yo no tuve quién hiciera algo asà por mÃ.
Un abrazo de oso repentino casi nos hace caer al piso. Me toma por sorpresa su entusiasta muestra de agradecimiento y no puedo evitar sonreÃr. Le devuelvo el gesto y, con cariño, me giro para verla a los ojos.
-Pensarás que no puedes hacer nada, pero no debes culparte por eso. Primero, debes aprender -argullo, dándole fuerzas para que no se desanime-. La habilidad la tomarás en el camino, pero no puedes rendirte tan rápido, sin haberlo intentado; sin haber dado todo antes. ¿Entendiste?
Ella asiente, con los ojos llorosos. Me imagino que, para alguien como ella, acostumbrada a los lujos y a que le pasen la mano, debe ser difÃcil asumir un rol que nunca antes habÃa siquiera sopesado.
-Gracias. -Me envuelve en otro abrazo, que se siente más real, Ãntimo.
Le hago un gesto desestimando su agradecimiento y le indico seguir trabajando, justo cuando nuestra querida jefa hace acto de presencia.
-Ashley, la nueva necesita aprender a trabajar, no una sesión de psicologÃa -grita, viéndonos desde la barra.
Al momento nos ponemos a trabajar, hoy no nos conviene ponernos en mala con ella. Steph necesita trabajar y es muy importante para ella lograrlo a la primera. Además, de que mi presencia aquÃ, la tranquiliza.
(...)
-Necesito un millonario -confiesa Steph, cayendo como saco de patatas sobre la silla. Cierra los ojos y echa su cabeza hacia atrás. Las gotas de sudor corren por su rostro, en señal de esfuerzo fÃsico.
Yo suelto una carcajada, ante su ocurrente frase. La miro, para ver si está bromeando, pero se observa muy seria.
-Estás bromeando, ¿verdad? -pregunto, incrédula.
Levanta la cabeza y me mira como si me hubieran salido arrugas en la cara. Mueve sus hombros en señal de despreocupación.
-Claro que es en serio -asegura-, necesito un millonario en mi vida; alguien que me haga feliz.
Resoplo, ante su pobre justificación. Le duraron muy poco sus ansias de independencia.
-¿No que odiabas a tu familia porque te obligaban a casarte con un millonario desconocido? -pregunto, sin comprender del todo su forma de pensar.
-SÃ. Y todavÃa los odio, pero hay una diferencia enoooorme -dice, con expresión desvergonzada. Yo alzo una ceja inquisidora-. Mis padres me obligan a casarme con un viejo cáncamo que pronto estirará la pata. -Suelta una carcajada y mira hacia la entrada de la cafeterÃa, donde comienzan a llegar clientes-. Pero yo quiero uno como ese.
Su voz se vuelve extrañamente seductora y necesitada. Me toma desprevenida su cambio de carácter y sigo su mirada.
-Ese sà que es un papacito -confirma, justo en el momento que mis ojos se encuentran con el desconocido, no tan desconocido.
William O' Sullivan es cliente fiel de este negocio desde que tengo uso de razón. Cada dÃa, siempre a la misma hora, atraviesa esas puertas y se sienta en su habitual mesa. Adelfa nos exige siempre una atención exquisita porque, además de ser su mejor cliente, es el treintañero más rico y codiciado de la ciudad. Las revistas subsisten solo a base de chismes relacionados con él y sus conquistas; pero él, no aparenta ser ese tipo de hombres. O al menos no es lo que pensamos los que aquà lo atendemos, jamás ha venido acompañado y nunca ha mirado más de lo normal a una de nosotras.
«Y eso me jode», pienso en mi subconsciente y ruedo los ojos ante mis inútiles pensamientos.
-¿Por qué será que mi futuro y millonario esposo se dirige hacia nosotras, mirando directamente hacia ti?
La pregunta de Steph me saca de mis pensamientos bruscamente. Reacciono justo a tiempo de verlo caminar hacia donde estamos. En solo instantes, mi cuerpo comienza a temblar y a sudar frÃo. Cierro mis manos en puños, para que no note mi turbación. Él siempre me pone nerviosa.
-Buenas tardes, señoritas -saluda, con tono educado.
Me quedo mirándolo fijamente y solo reacciono cuando escucho a Steph, decirle una barbaridad.
-Ahora sà que son buenas -asegura, escaneando al cliente de arriba a abajo, con evidente descaro.
Carraspeo, para hacerle saber a mi fresca amiga que ese tipo de hombres no acostumbran a recibir de buenas formas ese tipo de comentarios; pero me sorprende sobremanera cuando veo que una hermosa sonrisa se extiende en sus gruesos labios, en compañÃa del brillo lujurioso que empaña su azulada mirada.
-Steph, aquà no se permite coquetear con los clientes -exijo, con voz dura y con un sentimiento extraño ocupando mi pecho-. Disculpe señor O' Sullivan, no sucederá nuevamente, ella es nueva y aún no conoce el protocolo.
Steph me mira furiosa, pero no le hago caso. Necesita entender las reglas, aunque tengo claro que fui un poco dura.
-No se preocupe, señorita... -comenta el cliente, dudoso de mi nombre.
-Ash...Ashley Moon -respondo, nerviosa. Trago saliva ante su intensa mirada.
Él asiente y mira hacia Steph. Vuelve a sonreÃr, coqueto.
-No se preocupe, señorita Moon. -No me tutea, tampoco me mira-. No tengo problemas con recibir coqueteos de una chica tan hermosa.
Yo me atraganto y a la vez escucho el suspiro de Steph. Es bastante raro que él actúe asÃ, no es a lo que nos tiene acostumbrados a todos aquÃ.
-De igual manera señor, son las reglas -insisto, terca.
Tomo de la mano a Steph y la llevo conmigo. Intento no mirar hacia atrás, pero siento el peso de la suya sobre mÃ.
«¡Por Dios! ¿De dónde saqué el valor de hablarle?», me pregunto internamente. En general, lo que sucede a su alrededor, es que yo me vuelvo de gelatina.
Mi amor obsesivo, creo que va mejorando. Al menos ya soy capaz de mirarlo a los ojos, después de tres largos años observándolo a diario.
«Mi vida sà que es aburrida».
Alessandra Cavani, una actriz que siempre se ha visto rodeada de escándalos, se ve envuelta en una extraña situación de la que no entiende mucho, pero de la que puede beneficiarse, cuando Dylan O' Conell, un play boy millonario de alta alcurnia, le hace una propuesta que no puede rechazar. Un matrimonio fingido los marca a ambos. Para él, es la solución a las constantes presiones de su familia. Para ella, es la tranquilidad que espera su abuelo antes de morir. Un divorcio inminente, que no se completa del todo. Dylan, se reencuentra con un viejo amor. Alessandra, recupera recuerdos que ni sabÃa que portaba. Una relación repleta de resentimientos, secretos, malentendidos y traiciones. En una sociedad donde la imagen lo es todo, encontrarse a sà mismos podrÃa ser la solución. ¿Podrán lograrlo de una vez por todas o serán vÃctimas siempre de esa falsedad que los rodea? Un amor por contrato no era lo que buscaban, pero, ¿será la solución?
TrilogÃa Destinados. Libro III ¿Es verdad eso que dicen que las experiencias del primer amor no se olvidan nunca? Digo, porque debe existir una razón para que a estas alturas me siga afectando aquello que vivà hace tantos años. Algo que explique, por qué los hechos que me llevaron hasta donde hoy estoy, me persigan sin cansancio. Desde que todo comenzó, o acabó, depende de cómo se mire, no he podido avanzar. No realmente. Siempre hay algo que me hace regresar atrás. Una frase. Un lugar. Una fecha. Todo me lleva hacia él. A mi supuesto "para siempre". La frustración y la rabia me llenan cuando recuerdo cómo sucedió todo. Cómo fue capaz de mirarme a los ojos mientras besaba a otra, mientras tocaba a otra. Cómo fue capaz de culparme de todo cuando lo enfrenté. El dolor de la traición fue horrible. No solo por lastimar mi orgullo, mi dignidad, sino también, por todo lo que provocó en mi posterior vida. Me prometió un para siempre. Y nunca lo cumplió. No, al menos, de la forma que esperaba. Orden de lectura: 1-Solo dos veces al año 2-Solo un: ¡SÃ, acepto! 3-Solo un para siempre
TrilogÃa Destinados. Libro II A Leonardo Rowe le han roto el corazón. Después de varios años amando sin lÃmites a la mujer que pensaba era su alma gemela, fue traicionado de la peor forma posible. Ahora se refugia en el sexo y el alcohol, buscando ese momento de nirvana en el que todo se vuelve nada. Sin embargo, cuando la noche acaba y los dÃas pasan, esa piedra continúa molestando en su zapato. Mary Brown era su redención, pero se convirtió en su castigo. Una oportunidad de trabajo lo lleva lejos. Y con ello, la salida que tanto ansiaba. Un encuentro. Un viaje. Una coincidencia. Pero también, el eterno recordatorio de lo que sus ojos no pueden ocultar. Y que otros pueden ver. Jenny Parker puede ser su solución y él, está dispuesto a negar todo aquello que le hace tanto daño; para entregarse de una vez a lo que tanto ansÃa. Ahora Leo siente que la vida le sonrÃe, que comienza a ponerlo todo en su lugar. Y por unos años, está convencido de eso. Hasta que todo vuelve a cambiar y el giro, no puede ser más inesperado. Un compromiso que se siente obligado. Una antigua promesa que sale a la luz. Un trámite que no se completó. ¿Será que podrá al fin, pasar página? ¿O existirá algo más fuerte que lo unirá a eso de lo que tanto huye? Cuando en el pasado quedan cuentas pendientes por resolver, el presente mismo se encarga de ponerlo todo en su lugar. Orden de lectura de la trilogÃa: 1. Solo dos veces al año 2. Solo un: ¡SÃ, acepto! 3. Solo un para siempre
TrilogÃa Destinados. Libro I Maddison Cadwell está de vuelta en el lugar que considera su hogar, después de todo un año evitándolo. Se culpa por su ausencia prolongada, pero era necesario mantener las distancias si querÃa sobreponerse a sus últimas decepciones amorosas. La esperanza de una promesa cumplida, la hace creer que esta vez, todo será diferente. Pero está equivocada. El pasado regresa una y otra vez, para hacerle saber que cuando quedan cuentas pendientes, no es fácil escaparse. Y Aiden Reed, está dispuesto a recordárselo. El chico de oro de Santa Marta quiere redimirse, su insistencia por dar una explicación, no deja que Maddie conserve su fiel objetivo de mantenerse alejada. Una noticia impactante. Una confesión dolorosa. Otra promesa, de tantas. Todos los caminos conducen al otro. Ahora deberán decidir, si seguirá siendo solo dos veces al año. Orden de lectura de la trilogÃa: 1. Solo dos veces al año 2. Solo un: ¡SÃ, acepto! 3. Solo un para siempre SÃgueme en mis redes: Instagram: @clau_perez_escritora Facebook: Historias para soñar/Claudia Pérez Cruz
Para Ashley Moon, el viaje a Italia marca un antes y un después en su relación con William; no solo porque durante su estancia en Roma, abre su corazón y expone sus sentimientos y expectativas de una vez, sino porque al fin se decide a vivir su amor y acepta la petición de William de ser su novia. Pero el regreso, no resulta ser tan glorioso como se piensa. Por motivos profesionales, ella debe regresar sola a la ciudad, mientras William vuela directamente a New York. Pero correspondencia proveniente de la redactora de la columna de chismes de Bright Eternity' s Magazine para confirmar un suceso, pone a Ashley al tanto de los verdaderos motivos que llevaron a su reciente novio hasta la ciudad que nunca duerme. William O' Sullivan no cabe en sà de gozo con su recién adquirido estatus de novio, no quisiera romper sus planes e ir hasta New York, pero debe hacerlo. Su viaje no resulta ser tan tranquilo y mucho menos rápido, los sucesos más increÃbles se desarrollan justo en sus narices y él puede hacer poco o nada para detenerlos. Con su vuelta a la ciudad, espera poder olvidar todas las desgracias y enfocarse en lo verdaderamente importante: Ashley. Pero en su lugar, solo se encuentra con un muro impenetrable de frialdad e indiferencia. ¿Tendrá William explicaciones válidas para todo lo sucedido? ¿Podrá Ashley creer en su palabra? ¿Se podrá reconstruir la confianza perdida? A veces, solo una mentira, por pequeña que sea, puede cambiarlo todo.
Amaia Leyva es una bailarina exótica en un lujoso club de striptease. Su impresionante cuerpo y su preparación fÃsica, más algunos conocimientos de baile clásico y contemporáneo, fueron sus únicas oportunidades para no terminar en la calle, sin tener qué comer o con qué alimentar a su hija. De nada sirvieron sus estudios en su paÃs natal. De nada sirvieron las palabras que le dijera aquel hombre, que fingÃa amarla, para luego irse sin mirar atrás. No hubo mejoras, entre lo que era su vida en otro paÃs y lo que es ahora. Ni un avistamiento del dichoso "sueño americano". Mucho menos, del "juntos para siempre". Ahora, mientras baila aferrada al tubo que se ha vuelto su sostén, lo hace con ira y con desprecio. Odiándose a sà misma cada noche, cuando debe entregarse a los ojos de todos esos hombres que desean tocarla; aunque ninguno puede. Cuando cierra sus ojos y se imagina lejos; cuando llora lágrimas de rabia que todos malinterpretan. Amaia es la mejor en lo que hace, porque esa es su naturaleza. Todos piensan que lo disfruta; pero nadie conoce, en realidad, su verdadera historia sufrida. ¿Será que alguien podrá ver más allá de su máscara de perfección, alguna vez? ¿Podrá Amaia entregar esa confianza que ha sido arrebatada tantas veces? A veces, solo debemos encontrar el motivo, para decidirnos a crecer. ¿Ella lo hará?
A Kenna Rizik la vida le otorgó belleza, riqueza, inteligencia. Padres amorosos, un hermano que la adora con su vida, sirvientes leales, lujos que nadie podÃa soñar. Se le concedió todo, menos que supiera lo que es el amor correspondido. Su corazón pertenece totalmente a Selim, el mejor amigo de su hermano. Pero él la mira como una hermana pequeña. Sin embargo, a su vida llegará Zahid Iqbal. Conocido como el dragón del desierto, es un hombre solitario, con una fama que deja mucho que desear; no obstante, ella verá algo más y tendrá un cambio de corazón. ¿Podrá decidirse entre un viejo amor y un nuevo amor? ¿A quién va a elegir? ¿Será finalmente correspondida?
Se suponÃa que era un matrimonio de conveniencia, pero Carrie cometió el error de enamorarse de Kristopher. Cuando llegó el momento en que más lo necesitaba, su marido estaba en compañÃa de otra mujer. Carrie ya estaba harta. Decidió divorciarse de Kristopher y seguir adelante con su vida. Sin embargo, solo cuando ella se marchó, Kristopher se dio cuenta de lo importante que era ella para él. Ante los innumerables admiradores de su exesposa, Kristopher le ofreció 20 millones de dólares y le propuso de nuevo: "Casémonos de nuevo".
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que habÃa estado enamorado de mà durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increÃblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidà olvidarme de todo y seguir adelante, descubrà que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Rachel Anderson era una tÃmida pero hermosa muchacha, criada por sus abuelos y un hermano mayor muy sobreprotector. QuerÃa ser independiente, por lo que se decide a buscar empleo y lo consigue por su tÃtulos y excelentes referencias. Pero su jefe directo, Patrick Hamilton, es el CEO de Hamilton's Corp. una enorme corporación financiera, es un hombre duro y amargado, que detesta a las mujeres en general, pero en especial a las bonitas a quienes nunca contrata. Su padre, Randall Hamilton, un hombre duro también, viejo y con altos principios morales y familiares, le impone una condición inviolable para que pueda heredar el vasto imperio familiar: Debe casarse y tener un heredero en el plazo de un año. Si no lo hace el setenta y cinco por ciento de su fortuna irÃa a parar a su madre y ésta preferÃa a su pedante y egocéntrico primo, Derek Coleman, quien además es mala persona, pero está casado y tiene dos hijos, y con toda seguridad serÃa el nuevo CEO de las empresas. Entonces en medio de su apuro se le ocurre una idea: pedirle matrimonio a su tÃmida e inteligente asistente, quién en secreto se ha enamorado de él, aunque él la menosprecia y la trata mal como a todas las mujeres, al menos al principio. Pero la chica resultó tener un cerebro sobresaliente y va escalando puestos en la empresa por mérito propio, y quizás también, en el endurecido corazón de Patrick Hamilton.
Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difÃcil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese dÃa. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. SabÃa que él no estaba allà para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferirÃa morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. QuerÃa quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morà una vez antes, asà que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabÃa era que la noticia de su inesperada muerte le habÃa roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonÃa. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabÃa si debÃa volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegirÃa ella?
Hace mucho tiempo, dos reinos convivÃan en paz. El reino de Salem y el reino de Mombana ... Todo marchó bien hasta el dÃa en que falleció el rey de Mombana y un nuevo monarca asumió el mando, el PrÃncipe Cone, quien siempre tenÃa sed de más poder y más y más. Después de su coronación, atacó a Salem. El ataque fue tan inesperado que Salem nunca se preparó para él. Fueron tomados con la guardia baja. El rey y la reina fueron asesinados, el prÃncipe fue llevado a la esclavitud. La gente de Salem que sobrevivió a la guerra fue esclavizada, sus tierras les fueron arrebatadas. Sus mujeres fueron convertidas en esclavas sexuales. Lo perdieron todo. El mal aconteció en la tierra de Salem en forma de Prince Cone, y el prÃncipe de Salem, Lucien, en su esclavitud se llenó de tanta rabia y juró venganza. *** *** Diez años después, Lucien, de treinta años, y su gente asaltaron un golpe y escaparon de la esclavitud. Se escondieron y se recuperaron. Entrenaron dÃa y noche bajo el liderazgo del intrépido y frÃo Lucien, quien fue impulsado con todo en él para recuperar su tierra y tomar la tierra de Mombana también. Les tomó cinco años antes de que tendieran una emboscada y atacaran a Mombana. Mataron al prÃncipe Cone y lo reclamaron todo. Mientras gritaban su victoria, los hombres de Lucien encontraron e inmovilizaron a la orgullosa princesa de Mombana, Danika, la hija del prÃncipe Cone. Mientras Lucien la miraba con los ojos más frÃos que alguien pueda poseer, sintió la victoria por primera vez. Caminó hacia la princesa con el collar de esclavo que habÃa fabricado durante diez años y con un movimiento rápido, la sujetó del cuello. Luego, inclinó su barbilla hacia arriba, mirando a los ojos más azules y el rostro más hermoso jamás creado, le dio una sonrisa frÃa. "Eres mi adquisición. Mi esclava. Mi esclava sexual. Mi propiedad. Te pagaré con creces todo lo que tú y tu padre me hicieron a mà y a mi gente", dijo él secamente. El odio puro, la frialdad y la victoria era la única emoción en su rostro.