La noche es fresca y el ambiente de la fiesta un poco aburrido, Frank, como es normal se está pasando de copas y está tornándose un poco pesado.
Inhala, exhala, inhala, exhala
Repito mi mantra una y otra vez, hasta calmarme.
-Cariño, creo que ya bebiste suficiente por hoy -le comento con una sonrisa, alejando la copa que planeaba beber.
-Tú no eres nadie, para decirme lo que puedo o no puedo hacer -responde alzando la voz, provocando que todos giren hacia nosotros.
Aquí vamos otra vez, maldito borracho.
Mi subconsciente no le tiene mucho cariño a mi esposo.
- No te estoy mandando, solo creo que ya fue suficiente por hoy, que te parece si nos vamos y continuamos en la casa.
Justo antes de que diga algo lo interrumpe su secretario y su hermano.
-ministro, deténgase antes de haga una escena, acuérdese que estamos en etapa de votaciones, no le conviene.
-Frank por amor de dios, no vallas a arruinar todo el trabajo y el tiempo invertido en tu campaña electoral, te juro por dios que si lo haces te mató y no me importa que seas mi hermano -luego Jake, deposita sus ojos en mí o mejor dicho en el escote de mi vestido y luego de par de segundos que le toma reaccionar, se dirige a mí con una voz más cariñosa. -Hela cariño, creo que mejor se retiren, vamos los acompañó afuera.
Realiza un ademán de colocar su mano en mi espalda y Frank se la detiene en el aire.
-No toques a mi mujer. -gruñe
Me toma del brazo y me lleva fuera a la recepción del Hotel, Mientras esperábamos que Tobías fuera por nuestro coche.
-Te dije que no me gusta que te vistas así -señala mi vestido - pareces una maldita ramera, no una esposa de un ministro.
-No entiendo que te incómoda, mi vestido es recatado y bastante largo.
- Y te atreves a contradecir lo que digo. - alza la mano para pegarme y cierro los ojos esperando el impacto, pero nunca llega.
Abro paulatinamente mis ojos y me encuentro con esos ojos café que atormentan mis sueños.
- Stefano -, pronuncio en un susurró con un hilo de voz y mis ojos se llenan de lágrimas
- La mia piccola principessa -me dedica una de esas sonrisas que son capaces de alumbrar el más oscuro de los días. -No creo que este sea el cuento de hadas que querías vivir principessa.
- Y quien Carajos eres tú, suéltame antes que te mande a matar - Amenaza Frank sin saber con quién se está metiendo.
Stefano lo suelta y lo arroja al piso y saca una Sig-Sauer P-226 y lo apunta
-Deberías ser más amable con la dama que te acompaña y tratarla como la diosa que es o de lo contrario te voy a enseñar modales.
Guarda el arma y le da algunas patadas, mientras Frank se retuerce en el suelo de dolor, miró a mi alrededor y veo que las personas están empezando a notar lo que sucede y decido interceder y me pongo frente a Stefano.
-Detente por favor, es mi esposo, no le hagas daño.
-Esta merda no merece tú compasión principessa, esta no es la vida que quería para ti.
-Quién te crees que eres para opinar de mi vida, tú estabas muerto, yo te creí muerto, lloré tú partida y te olvidé, no entiendo este regreso desde la tumba a querer disponer de mi vida. Así que puedes largarte por donde viniste.
- Sigues siendo la misma de siempre princessa, me alegro de verte.
Lo veo alejarse y siento otra vez como se rompe mi corazón con su partida. Solo que está vez tengo la certeza de que lo volveré a ver y que ya no soy la misma de antes.