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En el momento en que abrió la puerta del conductor y salió, supe que lo tenía. Lo que sentí fue ira. No podía llegar a él lo suficientemente rápido. Debes irte. Lo empujé hacia su auto, pero no escuchó ni una palabra de lo que dije. Estoy tratando de pedirte que seas mi novia. ¿Por qué eres tan perra? Suavicé mi mirada cuando sus palabras me golpearon. ¿Podemos hablar esta noche? vamos a cenar Sus ojos se nublaron, y en ese momento supe que las cosas no podían esperar. "Lo siento, Kieth". Sentí que estaba regañando a un niño por acercarse demasiado a mí. "Hace un minuto estabas enamorado de mí". "Eso fue antes de que me diera cuenta de la clase de persona que realmente soy". "Eres algo peor que eso". Sacudió la cabeza lentamente, tratando de mirarme, pero me mantuve firme hasta que se dio la vuelta y regresó a su auto. Un romance único entre dos personalidades diferentes, ¿podrá Julia y Kieth enamorarse?
Jamás había sentido un alivio tan incómodo en mi pecho desde ese día. Todo el ambiente era tan cliché en cuanto a los funerales: el día lluvioso, nubes grises, las personas con trajes y ropa negra, los diferentes arreglos florales con mensajes tristes, como si el fallecido los fuese a leer, no puede faltar tampoco el café o chocolate caliente que reparten para los dolientes.
Los aspectos básicos de un funeral, todo estaba tal cual debería ser, a excepción de una cosa... Mi tristeza por el fallecido, a pesar de ser mi padre, era inexistente.
En la habitación, en el centro se encontraba la urna, rodeada de personas que lloraban como si hubiesen perdido una parte de su cuerpo funcional e importante.
Se abrieron paso cuando me vieron llegar, dejándome la vista plena de la urna abierta.
Me acerque sin decir ni una palabra, solo escuchando los sollozos de los que aún se retiraban de la habitación, me estaban dando mi espacio supongo.
Coloqué mi mano encima de la urna y pensé: ¿Qué se supone que debería decirle a alguien que ya no escucha? Todo lo que quería decirle lo hice a tiempo, en su momento de agonía en su casa.
Recordé cómo ese día estaba simplemente ocupandome de mis asuntos; tengo un pequeño negocio de agencia de viajes, está comenzando debido a que recién acabo de terminar mis estudios de comercio exterior. Esa noche recibí la llamada de mi asistente, mi padre estaba muy mal en el hospital y le habían dado no más de dos días de vida. Lo mandaron a su casa para morir junto a sus más allegados.
Lo cual es irónico puesto a qué sus más allegados solo son empleados domésticos, su fiel enfermera que lo cuidaba 24/7, y por desgracia yo. Fuí por pura obligación al día siguiente para ver por última vez a mi padre acostado en una cama, su semblante era muy tétrico, le habían colocado una máscara de oxígeno ya que se le dificultaba respirar. Sus ojos se veían cansados, estaba en su casa, puesto que no tenía sentido que estuviera en el hospital, sus horas estaban contadas y que mejor forma de morir que en la comodidad de tu hogar, dijo el doctor que dió la orden de poder sacar al señor Christian Jones de ahí.
Me senté enfrente de él sin decir ni una sola palabra, no tenía nada que decir justo como este día. Hasta que entre su agitada respiración y bajo tono de voz me dice:
-Te dejé al mando de mi valioso tesoro, estás encargado de tener futuros herederos para continuar con el legado de mi apellido Jones.
Lo miré con desagrado, aún en su lecho de muerte no tenía ni la más mínima compasión por mi, nunca le interese como un padre a su hijo, fuí más como una posible extensión de su legado.
Tomé toda mi irá y me acerque lo más que pude de su rostro, quería que escuchará muy bien lo que iba a decir.
- no tienes que preocuparte más por lo que sigue después de ti. Tu legado... Morirá conmigo padre. Es una promesa. Jamás tendré hijos, haré de tu valioso tesoro cenizas, mandaré a la mierda cada pequeña acción que tengo hasta verla arder en su propio fuego-cada palabra que salía de mi tenía una buena dosis de odio y rencor.
Puedo recordar con claridad la expresión de mi padre después de decirle eso, estaba como si hubiese visto la peor pesadilla de su vida. Se alteró un poco, quizá fue mi culpa que su muerte se le adelantó hasta ese momento, pero no me importó que ese hombre dejase de respirar en ese mismo instante.
La enfermera llegó corriendo a probar su pulso, chequear sus signos vitales, pero ya era más que obvio que había fallecido y no había nada que hacer.
La enfermera estaba mirándome con preocupación, como si esperaba que yo me lanzara al piso gritando por la perdida o aferrarme al cuerpo vacío de mi padre. Nada de eso sucederá, nada de eso sucedió.
Me levanté y me fui directo a un bar, necesitaba celebrar mi propia liberación, supongo que nunca es tarde para tener paz mental. Que equivocado estaba en ese momento.
Los de la funeraria planearon todo, al parecer mi padre era un hombre tan organizado que se había pagado hasta las decoraciones de flores, las coronas con su nombre, como si fuese una maldita celebridad a la que hay que rendirle tributo.
Me detuve en mis pensamientos y reaccione el rostro vacío y maquillado de mi padre, si es que le podía llamar así. No me sorprendió que no llegue a sentir ni siquiera lastima por dicho cadáver frente a mi.
Solo pude desear que ese día acabara, sentí el flash de una cámara en mi nuca, había un imbécil fotógrafo merodeando la zona y sin el más mínimo respeto me tomó una foto. No di importancia, no tenía ánimos de lidiar con esas cosas ahora.
La ceremonia termino, estábamos todos en el área donde iban a enterrar la urna. Me fijé en la lápida, el mensaje que tenía escrito era " Un gran hombre, padre, esposo y amigo, descanse en paz".
Cerré mi puño intentando controlar la poca paciencia que tenía dentro de mi. Luego de bajar la urna hasta lo último y dejar caer la tierra encima de ese montón de basura llamado "padre" procedo a retirarme. Un hombre se me acerca interrumpiendo mi paso.
-señor Dorian Jones, me presento, soy el abogado de su padre, me llamo Steven. Lamento su perdida-mientras me entregaba un sobre.
"Lamento su perdida", no había nada que lamentar. Tomé el sobre y ví que eran papeles acerca de la empresa. La maldita editorial a la que tanto le entrego el tiempo.
-El señor Christian dejó todo a su nombre, necesito que usted firme estos documentos y luego se comunique conmigo cuando pueda para hacer los demás trámites.
-lo llamaré mañana temprano-sin decir nada más continúe con mi camino hasta llegar a mi auto, le dije a mi chófer que arrancara y obedeció.
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Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".
Sinopsis Amelia, huyó el día de su boda, pues era fiel creyente en el amor, huyó lejos de su familia y todo lo que le rodeaba, para darle paso a una nueva vida, pero estaba lejos de imaginarse, que el hombre que dejó botado en altar la buscaría para vengarse de ella y hacerla vivir el sufrimiento más grande que ella pudiera sentir. Unos años más tarde, después de haber sometida a tantas humillaciones, Amelia regresó convertida en otra mujer, empoderada, y llena también de unos deseos inmensos de vengarse del hombre que le hizo tanto daño. Pero con lo que ninguno de los dos cuenta, es que siempre estuvieron destinados a estar juntos ¿Crees en las segundas oportunidades? ¿Crees en el amor verdadero? Acompáñame en esta conmovedora historia.
Hace tres años, la familia Moore se opuso a la decisión de Charles Moore de casarse con su amada mujer y seleccionó a Scarlett Evans como su novia. Pero Charles no la amaba. De hecho, la odiaba. Poco después de la boda, Scarlett recibió una oferta de la universidad de sus sueños y se lanzó sobre ella. Tres años más tarde, la amada mujer de Charles cayó terriblemente enferma. Para cumplir su último deseo, él llamó a Scarlett y le presentó un acuerdo de divorcio. La joven estaba profundamente herida por la abrupta decisión de su esposo, pero ella decidió dejarlo libre y aceptó firmar los papeles. Sin embargo, Charles pareció retrasar el proceso deliberadamente, dejando a Scarlett confundida y frustrada. Ahora, Scarlett estaba atrapada en las consecuencias de la indecisión de Charles. ¿Sería capaz de liberarse de él? ¿Charles eventualmente entraría en razón y enfrentaría sus verdaderos sentimientos?
-Nuestro amor nos llevará a terminar como Romeo y Julieta. - ¿Juntos? - ¡No! Muertos. -Tú siempre tan romántica. -Y tú, tan estúpido. -Ya hablo doña perfecta. -Aunque te cueste reconocerlo, así que no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Me retiro antes de que se me pegue lo malo, con permiso joven Sanz. -Hasta nunca B-R-U-J-A fea. Espero que choques en tu escoba voladora y te destroces el rostro para no volverte a ver la cara de mustia amargada que tienes. -Qué tus buenos deseos se te multipliquen insecto -grito la chica al salir corriendo de la casa para tratar de llegar lo más pronto a la parada y alcanzar el último autobús que la llevaría de regreso a la Universidad de Barcelona, donde estudiaba. Esto era tan solo una pequeña pelea a la que se tenía que enfrentar cada vez que se encontraban en la residencia de la familia Sanz o donde coincidieran, en donde había sido contratada como niñera del menor de los hijos de la familia. - ¿Podrás algún día dejar tranquila a "Mi Vale"? Sigue por ese camino y me voy a asegurar que papá te quite todas las tarjetas, congelé todas tus cuentas y de pasada te ponga a trabajar para que dejes de estar molestando a mi chica. - ¡Mocoso! Nadie pregunto tu opinión, ¡Cuidado y abres la boca o me desquitaré contigo! Deberías de estar de mi lado y no de un espantapájaros como ese que no es parte de tu familia y a duras penas conoces. -Mira, quien habla, el chico más estúpido que puede existir en toda la ciudad, si no fuera por tu cara bonita, nadie se fijaría en ti. Te aseguro que en esa cabeza no hay ni gota de masa encefálica de la cual puedas presumir como ella. - ¡Basta! Lárgate a tú cuarto o voy a acabar contigo en menos de un segundo. - ¡Huy! Ya se enojó el niño bonito. Te estaré vigilando, no vuelvas a molestar a Vale. Si ella se marcha por tu culpa, me aseguraré de cumplir todo lo que te he dicho y sabes que no bromeo HER-MA-NI-TO. ¿Quién se atrevía a desafiarlo de esa manera? ¡Claro!, otro Sanz, uno que por lo menos conocía el amor y respeto a las personas sin importar su clase social o personalidad. Para este chico todas las personas eran iguales, hasta que demostraran lo contrario.
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