TRISTEZA (Segunda parte de AGONÍA) Manuel, Luis y Lisa, conforman éste nuevo triángulo amoroso, el dolor es la orden del día, la tristeza, la compañía constante de dos almas que parecen irremediablemente rotas, el sufrimiento de una perdida, la traición, y quizás, el perdón. Habrá sangre derramada porque alguien está por perder la vida. Amaba a su esposo, pero ya no se entendían. . . Amaba a su esposo, pero ya no se apoyaban. . . Amaba a su esposo, pero ya nada era como antes. . . Se sentía vacía y deshecha, no sólo había perdido a su hijo, sino también al único hombre que había amado, Luis Francisco anhelaba otra compañía, antes que la suya, la bebida era su nuevo refugio, a la vez que con cada día la alejaba más y más de él. Ahora, su ardiente amante, le brindaba el consuelo de calentar su cuerpo por algunas horas, pero luego, la fría realidad la golpeaba, sintiéndose triste y vacía.
AMORES, BIENVENIDO A ESTA NUEVA HISTORIA, *TRISTEZA* ES LA SEGUNDA PSRTE DE "AGONÍA" TODA LA HISTORIA NARRADA DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LOS PADRES DE FEDE.
ESPERO DISFRUTEN DE LA HISTORIA, SI ES ASI, NO OLVIDES DEJAR ALGUNA RESEÑA, TAMBIÉN ME ENCANTA LEERLOS. UN BESAZO.
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Linda entró como un tornado a la habitación de su hermana.
-¡Apresúrate Lisa, llegaré tarde por tu culpa!
-El colegio no se moverá de donde está, Linda- se quejó ella mientras acomodaba su cabello en hermosas ondas- serán solo cinco minutos pequeña.
-Cinco minutos tuyos, son tres horas mías- La pequeña frunció el ceño mostrando enojo- Apresúrate por favor- Lisa se giró hacia ella con una gran sonrisa.
-¿Lo ves?, estoy lista mi amor. Ahora marchémonos antes de que llegue tarde a mi clase de finanzas.
-Como si yo no fuese a llegar tarde también - rodó los ojos- y todo por tu culpa, lenta.
-Debo verme espectacular Linda, es posible que me cruce con Luis Francisco Alcázar.
-¿Es posible? – Preguntó con la niña con ironía- llevan tres meses siendo novios, tú me lo dijiste. Siempre se ven. ¿Cuándo se lo dirás a papá?
-Vendrá mañana para hablar con papá y mamá. Estoy tan emocionada- dejo escapar un pequeño gritito- es el hombre perfecto, Linda. Con el me casaré, tendré hijos y seré feliz. Te lo juro.
-Bien, bien. Háblame del hombre perfecto en el auto, porque si no, jamás tendré una nota perfecta, no tendré mi beca y mamá me matará, eso también te lo juro- le respondió su hermana menor sonriendo.
El camino al colegio de Linda fue hecho en medio de charlas y risas. Las hermanas Castillo eran muy unidas, tenían una relación bastante sólida a pesar de llevarse diez años de diferencia. No solo eran hermanas, sino cómplices.
Después de dejar a Linda en el colegio, pasó a la universidad. Lisa fue a la facultad de negocios y finanzas. Iba a mitad de pasillo cuando sintió que unas fuertes y masculinas manos rodeaban su cintura y le impedían continuar. Sonrió feliz, porque no hacía falta adivinar quién era.
Luis Francisco Alcázar.
Él era el hombre que lograba hacerla estremecer de deseo, con el que llevaba saliendo alrededor de tres meses y medios. Al principio pensó que se estremecía solo por la novedad del noviazgo, pero o era cierto, con cada día que pasaba, ese delicioso escalofrío que la recorría al mirarle o cuando él la tocaba, no hacía más que intensificarse.
-Luis Francisco- su suspiró brotó desde las profundidades de su alma. Se giró entre sus brazos y se encontró con aquellos hermosos ojos verdes, que tanto insomnio le causaban. Cada vez que la estrechaba, se sentía infinitamente amada, con un amor que no había experimentado jamás.
-¿Cómo amaneció la mujer más hermosa de toda la universidad?- le mostró una hilera de perfectos dientes blancos. Aquella boca era tan perfecta, tan suave, tan dulce.
-Muy bien- le devolvió la sonrisa- ya les he dicho a mis padres que mañana cenaras con nosotros.
-Estoy ansioso de que llegue mañana- susurró junto a su boca- será una gran noche. Formalizar lo nuestro frente a tus padres, es lo que más deseo- Los labios de Lisa temblaron, aún antes de ser tocados por los de Luis Francisco. No les importó cuantas personas pudieran estarle viendo, ni que estuviesen a mitad del pasillo. Todo había desparecido, solo eran ellos dos, sus bocas y lo que sentían uno por el otro.
Lo besó, lo besó como si sus labios fuesen el último alimento del que fuese a disfrutar en toda su vida. Sintió como el calor inundó sus venas, su respiración se aceleró y se pegó más a él.
-Lisa. . .si así lo quieres, podríamos. . . podríamos saltarnos las clases del día de hoy- ella le miró con ojos cargados de deseo, pero de nerviosismo al mismo tiempo. Entendía claramente su propuesta. Si aceptaba, no habría marcha atrás.
Lo deseaba. . .
Como nunca había deseado a nadie más. . .
-Si- se escuchó susurrar, aunque internamente se creía incapaz de haber pronunciado esas palabras.
-¿Estás segura?- sus verdes ojos le miraron anhelantes.
-Muy segura- respondió ahora más firme, él la besó velozmente, la tomó de la mano y se dirigió a la salida.
¡Al diablo la clase de finanza!
Al entrar a aquella habitación de hotel, su corazón saltó acelerado. Claro que era lo que quería, solo que estaba muy nerviosa- había tenido novios, pero con ninguno había llegado a la cama. La ponía realmente nerviosa no llenar las expectativas de Luis Francisco.
Las manos de él retiraron el cabello, para colocarlo sobre el hombro izquierdo. Lisa se estremeció de pleno placer al sentir como esa boca le besaba en la curva del cuello. Las manos viajaban por debajo de su blusa. Y un suave gemido escapó de sus labios al sentir que una gran mano se apoderaba de su seno.
-Lu. . . Luis. . .- su gemido aceleró el masculino corazón. Las manos de él subieron para ocuparse de su blusa y entre besos y caricias la fue desnudando, para luego despojarse de su propia camisa.
Cuando Lisa sintió que la húmeda boca de Luis Francisco entraba en contacto con su sensible pezón, se arqueó dejando caer su cabeza atrás, gimió sin ningún tipo de vergüenza. Su boca se sentía tan bien, era experta en acariciarla. Se aferró a los hombros de él, buscando apoyo es su musculoso cuerpo, pues sintió que pronto caería al piso sin poder evitarlo. Pronto se encontró rodeada de aquellos fuertes brazos, siendo elevada y luego depositada en la amplia cama. El colchón la recibió hundiéndose bajo su peso. No supo en que momento él se había despojado de su ropa, ella se encontraba en medio de una bruma de placer, poco le importaba lo que sucedía a su alrededor, ella solo podía dedicarse a sentir.
¡Y se sentía extremadamente bien!
Las manos de él en sus pechos, en su cintura, en sus caderas, en sus muslos.
Cuando él con suavidad separó sus muslos, la realidad la golpeó.
-Tengo miedo- susurró con voz agitada. Él la miró sonriendo.
-Todo estará bien.
-Es que. . . no tengo experiencia de ningún tipo, y tú. . .
-Ssshhh- la sonrisa se dibujó en sus labios, y sus ojos se llenaron de ternura- Todo irá bien preciosa. Yo cuidare de ti. Lo haremos bien.
-No creo poder. . . es muy. . .
-Podrás- la miró sonriendo- ¿confías en mí?
-Si- respondió sin dudarlo.
-Déjalo en mis manos- le besó la frente- no debes tener, yo cuidaré de ti.
-De acuerdo- él volvió a besarla, cuando la sintió relajarse bajo sus besos, entonces comenzó a dejar un camino de húmedos besos que atravesó de su cuerpo.
Luis francisco, besaba cada centímetro de aquella cremosa y delicada piel. Había soñado con ella tantas noches. La había hecho suya tatas veces en sueños, y en su imaginación que tenerla tangible y palpable entre sus brazos le hacía temblar. Su inocencia lo halagaba, debía hacerlo bien, de aquella vez debería tener un buen recuerdo.
Beso su cuerpo hasta llegar a su vientre, ella se estremeció. Separó sus muslos y la sintió tensarse.
-¿Qué. . . qué haces?. . . No es que no sepa, no soy tan tonta, pero. . . no sé si deberías. . .
-Cariño, dedícate a sentir- tuvo una perfecta vista del paraíso. Aquel tesoro que aún no había sido tocado, y se juró para sí mismo que el sería el primero y el último, ella sería por siempre suya.
Su lengua rozó su centro de placer y ella gritó y se retorció.
-Luis. . .- dijo con voz ahogada, mientras agitaba sus caderas. Tuvo que tomarla con un poco de fuerza e intentar inmovilizarla.
Se dedicó a enseñarle cuánto placer podía obtener a través de su cuerpo. Le enseñó cuan receptiva podían ser sus partes femeninas. Besó, acarició con la lengua, lamió y succionó con fuerza, hasta sentir como su cuerpo era convulsionado por el placer.
Lisa, gritó al sentir dentro de ella una explosión de sensaciones, se aferró a las sabanas con fuerzas mientras su cuerpo entero sudaba y vibraba. Luis Francisco salió de entre sus piernas y besó sus labios. Sentir su propio sabor en aquella boca era eróticamente extraño.
-¿Quieres continuar?
-Sí. . . por favor- respondió agitada, si aquello lo había logrado tan solo con su lengua no se imaginada lo que sentiría cuando él estuviese llenando por completo su ser- volvió a besarla. Con aquel beso la arrastro de manera que él quedó sobre la cama, con Lisa sobre su cuerpo.
-Siéntate, cariño- le pidió y ella obedeció, Luis Francisco acarició sus muslos y le sonrió- estarás arriba.
-¡Qué?. . .No. . .no sé qué hacer- lo miró confundido.
-Yo te ayudaré- le prometió.
-No. No quiero arruinarlo- los nervios habían regresado a su cuerpo, haciéndola sentir vulnerable.
-Preciosa, estar arriba te lo facilitará todo, es tu primera vez. De este modo tú podrás controlar la profundidad y la velocidad. Tu decidirás cuando avanzar y cuando detenerte. Si estoy abajo tendré mejor acceso.
-No. No puedo hacerlo- casi se soltó a llorar.
-Cariño, también controlarás el ritmo. Si estas abajo pueden ser más doloroso.
-No me importa, lo soportaré. Quiero que lo hagas tú- Luis Francisco sabía que si seguían discutiendo, perderían la ventaja que el orgasmo de Lisa les había proporcionado. El pacer le daría mejor acceso a ella, y mitigaría el dolor.
-¿Estas segura?
-Si- él la hizo girar nuevamente, la besó con pasión y sintió como se relajaba nuevamente. Tomó las piernas de Lisa y las apoyó en sus propias caderas, luego la tomó del trasero, logrando así elevarla un poco. Se posicionó con ella y la miró a los ojos. Fue deslizándose un poco en ella, hasta que vio que hizo un pequeño gesto de dolor.
-Será un poco incómodo al inicio preciosa, pero luego se sentirá mejor. Lo prometo.
-Confió en ti- la delicada pero firme embestida logró sorprenderla. Un pequeño grito de dolor escapó de sus labios. Luis Francisco la miró quedándose completamente inmóvil. El rostro de ella se fue relajando de a poco. Él comenzó un delicado vaivén que le permitía al femenino cuerpo adecuarse a su invitado.
Tal como él lo prometió, el dolor fue desapareciendo. Un suave ardor le incomodaba, pero el placer que crecía en ella fue mayor. El ritmo del cambio, ya no era delicado, sino bastante pasional, la pasión suplanto la delicadeza, el placer al dolor, y mientras ella se ajustaba a su ritmo, descubrió que el placer era ilimitado.
Cuando sintió que su abrazador orgasmo arrasaba con ella, se aferró a aquel masculino cuerpo que la hacía suya. Él ahogó su grito de placer, con besos bebiendo cada gemido y reclamando de ella hasta el último suspiró de pasión.
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La noche esperada había llegado, estaba lista para recibir a Luis Francisco. Su hermoso vestido amarillo se ajustaba con perfección a su cuerpo. Su peinado la hacía lucir un poco mayor, pero sin duda estaba radiante y feliz.
La pequeña Linda revoloteaba feliz a su alrededor, esperando la llegada de Luis Francisco. El timbre sonó y Lisa se apresuró a decir.
-Yo voy. Es él- dijo incapaz de ocultar su felicidad. Corrió a la puerta y al abrirla, él estaba sonriendo y con una botella de vino en sus manos. Sin pensarlo se arrojó a sus brazos, rodeó su cuello y lo besó. Él correspondió a su beso. Cuando se separaron, él la miraba sonriendo.
-Estás preciosa. Te amo- depositó un casto beso en su frente.
-Yo te amo todavía más. Adelante, te estábamos esperando.
Juntos entraron a aquella amplia sala.
-Buenas noches- saludó Luis Francisco.
-Papi, Mami él es Luis francisco. Amor, ellos son mis padres. Y esa princesa que ves allá es mi amor, mi hermana Linda.
-Tu novio es muy bonito Lisa- respondió Linda entre risas. La cena fue llevada a cabo entre risas y alegría. Luis Francisco, se había ganado el corazón de su familia, y eso llenaba de dicha a Lisa. Después de cenar pasaron a la sala de estar.
-Quisiera anunciarles algo- Lisa se extrañó, y le miró frunciendo el ceño. El anunció de su noviazgo ya lo habían hecho.
-Adelante hijo. ¿Qué quieres compartir con nosotros?
-Es más bien una pregunta que debo hacerle a Lisa- ella no miró ceñudo. ¿Qué es lo que ocurría?- Cariño, sé que quizás sea muy pronto para ti, pero yo no tengo ningún tipo de dudas, esto que siento es amor. Te amo y me encantaría pasar el resto de mi vida a tu lado. Linda Castillo, ¿te casarías conmigo?
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