/0/9091/coverbig.jpg?v=2f421b5c4f24ca148a253e2f54ac74a7)
Alessia es una joven acostumbrada a su independencia y a trabajar mucho para lograr subsistir desde que ha perdido a su familia en circunstancias sospechosas. Intenta sobrevivir, mientras busca desesperadamente una respuesta que le ayude a comprender los motivos de su soledad. Aunque intenta mostrarse fuerte, es en realidad una mujer con una gran sensibilidad y nobleza, que no teme demostrar. Valentino Amato es serio y muy reservado con sus sentimientos y su vida privada. Esto último es imprescindible, considerando el tipo de negocios que maneja y lo riesgoso de su singular trabajo. Sin embargo, tiene una única debilidad, que protege con unas y dientes: un hijo, al que consiente en exceso a menudo. Cuando sus caminos finalmente se encuentran, Alessia descubrirá que ese hombre estricto con nervios de acero y ojos de hielo es la llave para descifrar parte de su pasado, mientras que él encontrará en ella un atisbo de esperanza en su futuro.
Alessia detestaba ir a trabajar en días de lluvia. Era casi imposible llegar a horario, aunque saliera temprano a tomar su autobús. A menudo iba tan repleto de gente, que no se detenía, y debía esperar al siguiente, mojándose sus zapatos y apenas protegida con un paraguas.
Eso significaba estar con sus pies húmedos y helados durante toda su larga jornada laboral, luego de soportar una reprimenda de su jefe.
Ese día no fue la excepción. Pero con un agravante.
Estaba esperando el siguiente autobús, segura de que llegaría al menos diez minutos tarde, cuando un automóvil de lujo pasó a su lado a toda velocidad, ignorando el enorme charco de agua junto al cordón de la vereda... y empapándola de pies a cabeza.
Alessia maldijo en voz alta, y apeló a su magnífica memoria fotográfica, apuntando en su mente las señas y patente de ese vehículo.
Cinco minutos más tarde, subía por fin a su vehículo, temblando de frío e intentando secarse un poco con una pequeña toalla de mano que llevaba en su bolso, ante la mirada despectiva de casi medio pasaje.
Su vida no había sido nada fácil durante los últimos cuatro años, desde que sus padres habían fallecido, supuestamente en un accidente de auto, pero ella no lo creía. No le habían permitido reconocer los cuerpos, y hasta el día de hoy, sentía que no había podido despedirse adecuadamente.
Había tenido que abandonar sus estudios y conformarse con trabajos mal pagados, mientras vivía en un pequeño departamento alquilado. Su casa paterna había ido a parar al banco, para cubrir una deuda de su padre que ni siquiera sabía que existía.
Hacía apenas cuatro meses que trabajaba en la pequeña confitería, que estaba en la otra punta de la ciudad, en una bonita zona, a diferencia de su monoambiente, por lo que las propinas solían ser bastante buenas.
Ella era dulce, agradable y, sobre todo, muy hermosa. Su brillante cabello castaño oscuro, sus ojos almendrados y su bella y bien formada figura, hacían que inmediatamente los clientes se sintieran cómodos.
Pero hoy, su cabello estaba mojado, y su aspecto era lamentable, cuando entraba a su trabajo casi quince minutos tarde.
El señor Gianni, su jefe, lucía molesto cuando la interceptó.
-¿Acaso le parece que esta es hora de llegar a trabajar, señorita Marino? Y con ese aspecto lamentable...
-Lo siento mucho, señor Gianni, el autobús no se detuvo, y un automóvil pasó y...
-No me interesan sus problemas... tengo el salón lleno de clientes, y la señorita Franco no da a basto con todo. Será mejor que se ponga su uniforme inmediatamente y la ayude... Que sea la última vez que llega tarde. La próxima vez, estará despedida. ¿Entendido?
-Sí, ahora voy, señor.
Alessia buscó el uniforme en su casillero, se cambió con rapidez, y sintiendo los pies helados y el cabello hecho un desastre, fue a ayudar a su compañera, Celina, a atender a los clientes.
-Lo siento mucho, Celi, ya sabes como son los días de lluvia...
-No te preocupes, Ale, ha sido un infierno para mí también llegar, y eso que estoy mucho más cerca. Ayúdame con las mesas de la izquierda, aún no he tomado sus pedidos.
-Enseguida.
Alessia fue a una de las mesas, en la que había un hombre de aspecto arrolladoramente apuesto, su ojos azules eran profundos e inquietantes, y lo más hipnótico que ella había visto en su corta vida. Él parecía visiblemente fastidiado por la demora, intentando a duras penas contener a un niño bastante pequeño. Le dio pena, se veía preocupado y su rostro perfecto lucía consternado, así que se acercó con una sonrisa luminosa, que no le duró demasiado. El hombre clavó en ella sus fríos ojos azules. A pesar de su carácter irascible y las molestias por tener que esperar, se sintió instantáneamente atraído por la belleza natural de Alessia. Sin embargo, le dijo con rabia contenida.
-Ya era hora de que alguien nos atendiera. ¿Tan difícil es tomar un maldito pedido? Hasta un chimpancé lo podría hacer.
Ella aspiró aire profundamente, buscando en su pecho un fragmento de paciencia, antes de responder, con una bella sonrisa dibujada en su rostro.
-Me disculpo por la demora, señor, tuve un pequeño percance antes de llegar. Le aseguro que la comida aquí es excelente, eso lo compensará con creces. ¿Qué desean pedir?
La mirada de hielo seguía allí, aunque desconcertado por el atractivo encanto de la sonrisa limpia de Alessia.
-Yo sólo quiero un café. ¿Tú que deseas pedir, Santino?- dijo preguntándole con cierta dulzura al pequeño, que no aparentaba más de seis o siete años.
El niño sonrió cuando el hombre, que a Alessia le parecía increíblemente apuesto y sensual, aunque por lo visto demasiado agrio, lo dejó decidir por su cuenta.
-Quiero waffles de chocolate, y un batido de fresa, y un trozo de pastel de vainilla, y un hot cake con miel y fresas, y... y un sándwich de jamón...
Todo eso era demasiado para un niño pequeño, y Alessia, acostumbrada a cuidar cada bocado de alimento, intentó razonar con el pequeño.
-¿Estás seguro cariño? Parece demasiado para tu pequeño cuerpecito, no creo que puedas comer todo eso...
Se dio cuenta muy tarde del error que había cometido, cuando el dulce niño se transformó en un demonio.
-¡Nooooooo! ¡Quierooooo! ¡Quieroooo!
Alessia intentó calmarlo.
-Lo... lo siento, cariño, es sólo que eres un pequeño tan dulce... no quería que le doliera tu barriga y...
-¡Buaaaaa!
-Lo lamento... ya... enseguida... enseguida traigo todo...
El hombre la miraba como si pudiera asesinarla con los ojos.
-Lárguese de una vez... Tome mi tarjeta y cóbreme todo. No espere recibir propina.
-Lo... siento...
Ella se fue inmediatamente, solicitó el exagerado pedido en la cocina y siguió atendiendo las otras mesas, con el corazón estrujado. Compungida por haber provocado semejante berrinche sin desearlo, y por la cantidad de comida que se desperdiciaría. Sólo de pensarlo, su estómago le recordó que hacía casi veinticuatro horas que no probaba bocado.
Le fue imposible volver a sonreír cuando se acercó a la mesa del pequeño, haciendo equilibrio en su bandeja con los muchos platillos. Fue dejando todos sobre la mesa, cuando el niño le habló:
-Siéntate a comer conmigo.
-¿Qué... qué dices?
-¡QUIEROOOO QUE COMAS CONMIGO!
-Lo siento, pequeño, no puedo, estoy trabajando, me despedirán...
-BUAAAAAA... que se sienteeee... que se sienteeee... quiero que la chica bonita coma conmigoooo...
-Pero, niño...
-Siéntese. Ahora. - siseó el hombre dando un sorbo a su café.
-Pero...
-No lo repetiré. Siéntese si quiere conservar su trabajo.
Alessia, sintiéndose humillada, se sentó, roja de ira, mientras el hombre hacía señas a su jefe.
-¿Sí, señor Amato?
-La señorita se sentará a comer con mi hijo. -sacó un montón de billetes en efectivo, y los puso frente al señor Gianni-. Le pagaré diez veces lo que ella gana, para disponer de su compañía este día. Espero que eso lo compense.
Su jefe la miró con incredulidad, y luego al dinero, tomándolo con rapidez.
-Por supuesto, señor, lo compensa perfectamente.
Ella no podía ocultar su indignación, mientras los dos hombres disponían de su vida como si fuera una mercancía. Se sentía vulnerable, incapaz de responder, sabiendo que podían despedirla. ¿Quién era ese hombre al que al parecer su jefe no podía decirle que no?.
El niño, por otro lado, se veía feliz de haberse salido con la suya.
-Ahora, come, señorita bonita...
Aunque hace unos pocos minutos ella tenía hambre, toda la humillación se lo había quitado.
-Ya lo oyó. - dijo él sin mirarla.
Alessia lo observó con ira. Comió pequeños bocados de lo que el niño le iba poniendo en frente, incapaz de levantar la mirada para ver a su alrededor, consciente de que los observaban desde muchas de las mesas.
El tal señor Amato la ignoraba rotundamente, mientras que el niño parecía satisfecho.
Cuando la incómoda comida hubo terminado, el hombre se puso de pie, sin decir nada, tomó una mano del pequeño, que saludó en dirección de Alessia con su otra manito, mientras ella murmuró para sí misma con rabia:
-Si claro, adiós señor déspota... no vaya a rebajarse con un poco de educación y saludarme... Malditos ricos...
Pero si estaba indignada por haber sido sometida de esa manera, su ira creció al ver que ambos se subían a un vehículo que pudo reconocer.
Era el auto de lujo que la había bañado en agua sucia de camino a su trabajo.
Marco Rizzo es rico y poderoso. Consigue siempre lo que quiere, pero tiene a su padre presionándolo por un heredero. Esta vez, alguien le dice que no, por primera vez. Ámbar es una mujer hermosa, pero con una carga familiar. Necesita dinero, con urgencia, y está dispuesta a trabajar de lo que sea… excepto de una cosa. El baile es su pasión, y será su herramienta para salir del problema en que se encuentra sumergida. Lo que ninguno sabe, aún, es que ambos están jugando con fuego.
Lilian trabajaba en un bar nocturno, rodeada de bullicio, durante la noche, donde una breve formación como "barwoman" la había ayudado a conseguir un lugar sirviendo tragos. Lo único que realmente le gustaba de ese sitio era la flexibilidad horaria, y la música. A menudo se imaginaba en medio de la pista, bailando. Alex llevaba todo el año observándola con deseo. No había tenido oportunidad de abordarla nunca, ya que Lilian no almorzaba en la universidad, no iba a los grupos de estudio en la sala común, no asistía a fiestas... Ahora estaba a su lado, oliendo a café, con una camisa fucsia con la que podía adivinar que no llevaba sostén, el pelo suelto y despeinado... tan distinta de las otras compañeras de clase, algunas de las cuáles ya conocía, y muy íntimamente. Porque, a diferencia de ella, Alex era de esos "niños mimados", que llegaba en su auto, tenía departamento pagado por sus padres y excelentes calificaciones, pues sus profesores lo amaban... aunque Lilian ignoraba completamente su existencia.
Madison siempre había creído que se casaría con Colten. Pasó su juventud admirándolo, soñando con su futura vida juntos. Pero Colten siempre le fue indiferente, y cuando la abandonó en el momento en que más lo necesitaba, por fin se dio cuenta de que él nunca la había amado. Con la determinación de empezar de nueno y sed de venganza, Madison se marchó. Tenía por delante un sinfín de posibilidades, pero Colten ya no formaba parte de su vida. El hombre, por su parte, corrió a buscarla presa del pánico al darse cuenta de ello. "Madison, por favor, vuelve conmigo. Te lo daré todo". Sin embargo, fue su poderoso tío quien abrió la puerta y le dijo: "Ella es mi mujer ahora".
Allison se enamoró de Ethan Iversen, el futuro alfa de la Manada Moonlight Crown. Siempre quiso que él se fijara en ella. Sin embargo, Ethan era un alfa arrogante que pensaba que una débil omega no podía ser su pareja. El primo de Ethan, Ryan Iversen, que había vuelto del extranjero y era el verdadero heredero de la manada, nunca intentó conseguir el puesto ni mostró ningún interés por él. Era todo un alfa playboy, pero cuando regresó a la manada, una cosa cautivó sus ojos y fue Allison.
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
Cheryl, una huérfana ordinaria, logró casarse con el hombre más poderoso de la ciudad. Era perfecto en todos los sentidos, excepto en una cosa: no le gustaba ella. Tres años después de su matrimonio, finalmente quedó embarazada, en el mismo día en que su esposo le entregó los papeles de divorcio. Parecía que se había enamorado de otra mujer, y por alguna razón que ella desconocía, él creía que ella también se había encaprichado de otro hombre. Justo cuando ella pensaba que su relación estaba llegando a su fin, él no quería que se fuera. La mujer ya estaba dispuesta a renunciar, pero él le confesó su amor. ¿Qué iba a hacer Cheryl en esta maraña del amor y del odio, mientras estaba embarazada?
Pensé que mi matrimonio podría seguir adelante. El amor platónico también era amor, ¿sí? Pero, estaba totalmente equivocada. Resultó que mi marido no tenía nada malo de cuerpo, todo esto solo porque no fui de su gusto. Conmigo, era un hombre anormal en la cama. Pero con mi madre, ¡podría hacer todo lo que ella deseaba! Y el día, ¡los encontré en la cama juntos! Sin querer afrontar a ellos, decidí saltar del puente. Pero un desconocido me impidió, y me ofreció una propuesta especial. Y yo la acepté, y le entregó mi primera vez por capricho. Después de una noche loca, hui de su casa pensando que nunca volvería a encontrarnos. Luego fui a la fiesta de compromiso de mi tía, y ella hizo alarde de su fiancé frente a mí. Pero este era el mismo desconocido que pasó la noche conmigo. ¡¿Y él pronto sería mi tío político?!
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.