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a prim
, por lo que estaba en una situación verdaderamente complicada. Ahora solo podía esperar y confiar en
llo que tanto me gustaba y llevaba unos anteojos que solo servían de protección para mi vista. Nada me hacía s
te la que era una derrota en todo el sentido de la expresión. El sujeto poderoso e imponente caminó hacia donde yo me encontraba y sin mirar nada más, me dirigió la palabra; una sola fr
de provocación. En esa simple frase se encerraba un mundo repleto de deseo y pasión, un mundo ante el que resultaba imposible contenerme sin ceder con locura. Yo era una simple
ante la indiferencia de su marido, ella solo encontró motivos para desbocarse en improperios en mi contra, a pesar de que yo
. Yo estuve a punto de darme la vuelta para salir de ahí, pero fue el mismo Crist
cia él. El gesto fue rápido y elocuente, al punto que ni yo ni Rebeca logramos reaccionar de forma alguna. Todo fue silencio e
de intensidad inusitada; dos corazones que lograban al fin reaccionar de
podía sentir en ese momento. No había ningún otro lugar en el
es se atrevió incluso a morder mi labio inferior, como él sabía bien lo mucho que eso me encantaba. Suspiré un poco al entreabrir la bo
antes de eso no hubiese existido nada y como si después de eso la incertidumbre del futuro no le atemorizara en demasía. Él solo quería amarme en ese momento y sentir que yo también le amaba. Yo por mi parte ahora no quería limita
ntarnos juntos a los que fuese que quisiera hacernos frente y eso me quedó en evidencia a continuación: Rebeca no se contuvo más en su afán por separa
, más altivo e imponente, con ese traje negro y su mirada determinada que hacía relucir el color de cielo de esos ojos de pasión que se encendieron de furia al darse cuenta de lo que acaba de ocurrir. Lo mismo me pasó con Rebeca, ahora que la veía des
ndo vi al señor Cavill interponiéndose entre la Rubia