rme. Una extensión virgen de bosque húmedo y vivo, había oído de los exper
ás, deseaba poder observar a estos seres que tanto revuelo habían causado en los medios, los cambia formas
ba que existían solo en los cuentos para niños. Dragones, hombres, lobos, felinos, vampiros, grifo
n en sus en su modo de vida, y sí, ella estaba infringiendo una gran cantidad de reglas en este momento. La fundamental, violación a la propiedad privada, la cual era una re
orriente de agua que pasaba cerca, era exactamente como imaginaba en las historias que su padre le contaba de pequ
ia, siempre destacada como una de las mejores campistas, sobresalía entre las Girls Scouts, no solo por vender galletas, sino por su natural capacidad de aprender de la situación
", suspiró
una aventura como la de los libros que tanto amaba era un tormento personal para ella, sabía que esta era la una gran preocupación para su madre. Ella había tenido problemas en el colegio y en la universidad, no es que vaya por malos pasos, drogas o hurtos, pero tenía
o, no podría abogar por ella. Eso hacía que recuerde cada una de las situaciones de las cuales fue salvada por él, no sin un castigo de
taba cortado a nivel un poco más bajo que sus talones. Como a cuarenta metros dentro del claro se alzaba una muralla alta, como de 3 veces su tamaño, no que ella fuera muy alta, es más, era realmente pequeña en todo sentido, con sus apen
iernas que querían liberarse, sus ramas nacían desde la mitad de la muralla y se extendían muy por arriba de ella, ciertamente si se hubiera topado con el en la noche no pasaría sin un buen susto. Con detenimiento observó el campo libre, esa era una técnica común para observar a l
l contacto con el resplandor del sol. Alys era blanca como un papel, siempre lo pensó de esa manera y solo reía para sí, solo las pequeñas pecas de su rostro y sus hombr
evitar que se tambalee mientras corría o escalaba, tomó aire en sus pulmones y emprendió la carrera hasta la sombra del protector árbol, se tumbó
os días laborales comunes. Como si de un pequeño mono se tratase subió por la dura corteza del roble hasta llegar a la cima de la muralla, observó que era lo suficientemente ancha como para que dos personas caminasen juntas patrullando, pero le sorprendi
os mapas de Google Earth, lo había buscado antes de venir, intentando encontrar un camin
a plaza con el acceso principal, donde se abría la muralla en dos portones inmensos, recordó haberlos
bro!. -
bol. De rama en rama, hasta que p
a cometiendo una locura. Al llegar arriba, los tejados le ofrecían un camino seguro de la vista de los que vivían allí, pero una segura ruptura de una zona de su cuerpo si no prestaba atención a sus pasos. Pensó en el libro que había leído hace unos meses, donde el personaá - se dijo
odoterreno. En el portón, dos guardias revisaban e inspeccionaban a todo el que entraba y salía del territorio, ellos eran enormes, tal vez 1.90
. Los caninos de la entrada los portaban en el pecho de un color negro, una figura circular que no podía distinguir a la distancia, lo había visto en los
y a los guardias del acceso, las mujeres parecían ordinarias, aunque con una belleza exó
a regresar al muro por donde debía irse a casa... No faltaba más de dos horas para que anochezca y no que
de los guardias apuntando hacia la dirección del tejado dónde hace escasos segundos había estado. La habían pillado, pensó con temor. Sin p
fadada. "¡Alys! No es momento para enfadarte por
si sus perseguidores subían tras de ella. Fue entonces cuando lo vio realmente, uno de los hombres que iba tras ella había quedado parado en la base del árbol, su posición indicaba que no subiría tras ella, el sujeto era grande, de casi dos metros de alto, el cabello rubio y rebelde, tenía el torso al descubierto y los brazos musculosos cruzados sobre el pecho, el abdomen marcado y descubierto, en el lado izquierdo del pecho llevaba un tatuaje compuesto de dos serpientes enroscadas formando un círculo. El hombre tenía facciones angulosas y finas, sin rayar lo e
prisa y sin cuidado del árbol, rasguñó sus manos y brazos en el proceso, pero en ese momento, el dolor era imperceptible para la cantidad de adrenalina
el balcón de su recámara, intentando hacer el menor ruido
í, en su habitación