sitabas para interferir con el consejo o con los clientes cuando tus escapadas sex
. Ambas mujeres estaban siempre dispuestas a pasar un buen rato y
que, si alguna vez dejábamos de acostarnos juntos por cualquier
rgasmo. En general, el traslado a Nueva York para crear una nueva sucursal de la empresa iba bien. Convertirme en d
evo, que no había estado cuando mi padre era el jefe de la emp
antes de entrar. El agua me golpeó y me quedé un momento disfr
a junta directiva y me lavé rápidamente el sudor y otros fluidos corporales.
pasar otro día sin afeitarme sin parecer desaliñado. Volví al dormitorio para p
ata haciendo juego. Volví al baño para arreglarme el pelo, cogiendo un
ra salir. No hablamos durante el trayecto desde mi piso. Ésa es una de las cosas que me gustaba de Pietra; nunca era pegajosa ni pos
. Entregué al conductor un billete de cien dólares y ma
Amanda iba a su casa o a dondequiera que trabajara, y n
che con chófer. El taxi y el dinero me traje
ist
entado todo lo que se me ocurría para encontrarla, pero sin suert
de cien dólares. Sabía que sería una tarea casi imposible, pero recordando la insistencia de Christine
r, pedí a las tiendas y a los comercios que cambiaran los bille
do todos los billetes de cien dólares
vo un impacto sobre mi. Gracias a ella, decidí vivir la vida al máximo. A los veinte y cuatro, ya me había resentido de las altas exigencias de mi padre, pero
a experiencia perdida. Perseguí el placer, recordando el brío y el romanticismo de Chris
ciones casuales y compañeras de juerga y, aunque no era lo más satisfactori
mi trabajo. Había aprovechado la oportunidad de dirigir la expansión de la empresa en Nueva York.
os. Saqué el teléfono y fruncí el ceño al ver el nombre que
ando más alegre de lo q
nta directiva y siempre es
rde- dijo,
n, gracias por preguntar-
iento que me ponía desde que era un niño. -¿Tengo que recordart
ón antagónica con mi tío, pero a veces
no-, dije, sin sentirme realmen
jo-, dijo, con la voz cargada de desprecio, -La podredumbre siempre empieza por arr
uedado atascada en el tráf
mi cartera seguía en el bolsillo antes de salir, algo que ha
ntraba en el edificio, -aún poseo el 53% de las acciones y tienes menos de un año para demostrarme que pu
sando el vestíbulo y diri
a establecido que William Harris, el tío, tendría la mayoría de las
o molesto era que la empresa iba bien, Harris simplemente tenía un problema
n su idea. El hecho de que mi padre no hubiera confiado en mí para hacerme cargo de la empresa, a pesar
dije, -pero la
ascenso
idamente-, insistió Harris, -Hemos v
ara ella, pero la ignoré. No me apetecía compartir el pequeño e
é, -estoy en el ascens
uar esta conversación-,
de recuperar la tranquilidad