er cuándo me dio en ese estado, jamás imaginé que fuera esa clase de chico, se veía tan arrogante
itación que me pareció de ensueño con solo verla, era enorme y muy lujosa, tenía una cama del tamaño de mi antigua ha
zabeth, ¿porque supongo q
veo ningún problema en tutearnos, siemp
elos en las mejillas que le daban un toque de sensualidad, Pero por Dios, ¿qué estaba pensando?, Lo peor que podría pasarme sería enamorarme de ese h
el tiempo que necesites, hay que curarte esos golpes
s haciendo por mi Dejándome entrar a tu
in conocerte, así que dejarte pasar a mi ca
arduo trabajo en el gimnasio, llevaba una camiseta tipo polo y unos pantalones qué le quedaban de muerte. ¿Qué me estaba pasando con este hombre? Me provocaba tantas cosas con sólo verlo, y de sólo recordar el sabo
n sinfín de amenazas. Pensaba en mi abuela, en lo cómoda que estaría en esta casa, bien atendida y con todo lo necesario, Sólo por ella valía la pena hacer toda clase de sacrificios, era la única persona que me quedaba en el mundo y mi deber era cuidarla y velar por ella. Me puse el pijama y me recosté en aquella enorme cama
Te traje algo de comer y un poco de
testé nerviosa, no
o acostumbro A hacer todo lo necesario para que
el roce de su piel junto a la mía, el frío del hielo parecía
astimarte de esta manera, dijo Alex acarici
ya te dije qué
as decirme nada, al final soy un total extraño
con permitir que me quede en tu casa, hay una conv
na, ahora descansa preciosa, dijo Alex
entro, ese hombre me movía el piso, era indudable, ni siquiera tenía caso negarlo, pero necesitaba poner los pies sobre la tierra, y entender que él nunca se enamoraría de mí, ¿y cómo lo haría si yo soy una chica tan común?,
l
cto, no podía apartarla de mis pensamientos, acto que no podía permitir, puesto que, si quería llevar adelante mis planes, enamorarme de ella sería el peor error que pudiese cometer. Era innegable que ella me había cautivado, pues el solo sentir el contacto de su piel encendía un
ducha, me vestí y bajé a la cocina para preparar el desayuno, y cuál sería mi sorpresa, desde que iba bajando las
har la voz de Elizabeth que s
no, no debiste molestarte, hubiésemos podido pedir alg
demás, no es por nada, pero
da una belleza, llevaba el cabello suelto y un ligero maquillaje, los golpes todavía se veían, pero lucían mucho menos inflamados. Me serví una taza de café y empecé
e luciste, me vas a mal acost
uesta nada, me gusta la cocina como ya te dije,
do la de arriba abajo, y s