uerte voz. –Las muchachas se pusieron alg
demos servi
n tono severo, como si estuviera man
, la mirada de Odette era más seria y fría que de
ando los dientes. De pronto, un terrible enojo se apoderó de ella al pensar, que André había hecho algo muy inapropiado para provocar esos comentarios. Abrió de un solo
la podía ver en todo su esplendor. Sabía que est
ijo muy enojada. André no entendió, ya que él no hacía
es, explícate por favo
hablando de ti
, es que me da la impresión de que sol
y, le dio una cachetada, l
da. Practicaban con la espada, montaban a caballo, peleaban, reían juntos,
Gerodere era sin dudas el más insistente y astuto de todos, la observaba con mucha atención, siempre trataba de ser cordial y no generar tensiones. El hombre era bien parecido y eso mataba tanto de celos a André, que no dejaba de pensar en la posibilidad de que desease hacerla su esposa, lo qu
ndo más difícil de lo que alguna vez imaginó. Con los años, sus sentimientos se hacían má
tada y él, era su pañuelo de lágrimas. Por contradictorio que pareciera, el dolor de Amelie, hacía más fuerte
ada de Odette resonó
los días envío un mensaje bastante claro, a la disti
admiradores es muy larga y si
vor, a menos que quieras
ue espantarte los pretendiente
a hablar de esto. ¿O qué? ¿Mi padre te ha pedido que me convenzas de escoger un marido, tal vez ya lo pensó
s difícil sostener esta mentira en la que vives, tal ve
tienen, esto es lo que soy, error o no, ya no puedo ser de otra manera, y créeme, que no me importa lo que se comente de mí, mucho menos lo que puedan decir mis supuestos admiradores. No sé qué ideas nuev
ir, al sentirse responsable de su dolor. Sí, él habí
que era lo mejor para ti. –Se acercó lentamente a ella con los ojos vidriosos. –Tal vez todos nos equivocamos y un día, pagaremos muy caro haber r
o para volver a golpearlo, pero, André la atajó en el
taba dando su primer beso. Sus labios se sentían tibios y suaves, y por un breve instante, se dejó llevar, pero, cuando sintió
hablar, pero no lo dejaron-. Voy a pensar que perdiste la razón por unos minutos. Por eso, aquí no ha pasado nada y nunca habl
por favo
especial énfasis, por lo que, a él no le quedó más r
Apenas desapareció la figura de su valet por la puerta, Odette cayó desplomada sobre un sillón. Se sentía dolida y confundida. Casi por inercia, se llevó una mano a los labios, aún podía sentir la humedad de su boca desesperada por profundizar el beso. Y por primera vez en su vida, lloró sin tener cerca a la única persona que podía consolarla.