mo
timientos; y sinceramente dudo que él tenga corazón. Por supuesto, nada de esto lo expuse a la señora, tal vez si ella supiera la verdad de nuestra relación no estaría tan convencida de que entre nosotros puede haber algo. No soy mujer para Edmond, me ve
destino es q
mita la propiedad. Todos están en el jardín, casi anochece, dudo que alguien se haya percatado de mi huida, necesitaba estar sola, ordenar mis ideas, no sentir la
el único al que est
s y ojos verdes se acerca, no tardo en recordar quién es. Jerome, el amigo
dad, necesitaba apartar
iantes y caprichosos. Los conozco bien,
un espíritu fuerte;
uesto. Su aspecto se muestra dócil, amable, no como Edmond
que te he visto
, pero no
eriguaré de dónde te conozco. Odio a mi ce
modidad quiere instalarse en mí, intento frenarla, detesto cuando e
la mirada. El silencio nos toma po
Simone; lo hice sin segundas intenci
jer de Edmond -él me mira dudoso-. La verdad es que no estamos ju
to. Él pasa las manos por su rostro, parece molesto-. ¿Sabes? Intenté que desistiera ante esa absurda idea, yo leí el
es inconsciente, los aparatos electrónicos son los que la mantienen viva -mis lágrimas amenazan
a es afable, comprensiva; se funde en mis ojos. Por un instante siento paz, mi alma se calma por po
nto de tu abuela, conseguirte un trabajo. Cancel
ine es lo primero que pasa por mi mente. ¿Sería capaz de dejar a la pequeña a
z se escucha como trueno-. Deja de manipul
desbordándose de ellos. No sé cuánto tiempo lleva allí, o si escuchó todo.
so no vez que estás arruinand
ede declinar el trato, mi hija ya tiene su madre y n
en ganas. Simone no tiene la culpa de que hayas escogido a la peor de las mujeres para que
¿Contigo? No
ces, y lo haría porque de ese modo lo siento, sin ningú
confesar q
interesad
ue está interesado en mí. No sé si es verdad, o si lo hace para incordiar a su amigo. De lo que sí estoy segura es de que él ha ence
ndo lo que me pertenece; est