mo
atormenta mi cabeza. Entro al estudio privado de mi padre. La luna llena y las estrellas iluminan el cielo, su luz plateada se cuela por los amplios ventanales de vidrio. La brisa fresca, casi fría, hace bailar las cortinas de seda blanca. El borde la botella de licor roza la boca del vaso que sirvo. Bebo para mantenerme cuerdo, para olvidar su aroma, y las lanzas hi
bería hacer para superarla? ¿Para continuar con mi vida normalmente antes de que ella llegara? Me quedó claro su rechazo en la pista de baile, debería aborrecerla, can
eses, pero Éline necesitaba una madre, y yo había decidido nunca más volver a casarme con otra mujer. No creo en el amor, el matrimonio es una gran farsa entre dos personas que juegan a tolerarse; alguien siempre t
bien parece un ángel, con ese camisón blanco bordeándole el cuerpo. Sus ojos me hincan, ¿odio o decepción?, tal vez ambos, co
rdió algo
donde estés tú -da medi
sobre mi hombro -ella se detiene-. Sé que he sido un imb
beber a tales horas, tú tampoco deberías, hoy
de compañía bebo, si decides quedart
, la redondez de sus caderas se transparenta bajo la tela del camisón, quisiera aparta
que crea que su padre es un alcohólico. Pregunta por ti to
escote queda a la vista, dándome ganas de verter un poco de alcohol sobre estos para luego beberlo directo sobre su pie
no deseo incomodarte, sé q
asas los límites conmigo. Mi trabajo es hacer a
eguntarte si te gusta, Jerome? -ella rueda los
o digas t
s, sé que te gus
vocado, él
ent
único que haces atacarme, nunca crees nada de
garro de la cintura intentando estabilizarla. Ambos caemos sobre el sofá, su cuerpo encima del mío. Nuestros ojos chocan, la luz de la luna deja que admire las facciones tan delicadas que tiene su rostro, las cejas anchas y moldeadas, la nari
as -mu
n malvado
idiota, no qu
que tendrías algo con Jerome, que él se serviría d
cosas, no tienes p
timientos, Simone; muero por ser yo quien haga todo e
ardo dentro desde que la besé aquella noche en el club. Ella me sigue el ritmo con gusto, sus gemidos después de cada mordidilla me encienden, su lengua se enlaza a la mía cada vez más profundo. Presiona su cuerpo contra mí, mi dureza quiere estallar, aclama ser liberada. Dirijo las manos al borde de sus muslos, dejo caricia
surro, pero ella se despr
tendido en el sofá con las dudas de qué h