toria de mi vida. . . Una
ro nada he conseguido, según me ha dicho la directora fui encontrada en el altar de una iglesia. Mi madre, si así puede llamársele a una mujer capaz de abandonar a su criatura, me dejó allí cuando apenas tenía yo un mes
yuda de ningún tipo. La directora es una mujer cruel y muy estricta, las señoritas que se encargan de cuidarnos, no son mejores de la directora, a excepción de la señorita Sonia, todas las demás son seres horribles.
cas, aunque me defienda siempre termino muy mal. Lo peor de todo es que no puedes ser una delatora. Nunca, nunca debes decir quién te ha golpeado, sino te va mucho peor, las veces que he roto esa regla, intentando acusar a Mariana y su grupo, terminó encerrada en el cuarto de ca
hando con el frío, el hambre y la tristeza, pensando en
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y le aseguró que estoy bien y que he aprendido la lección. . . sé que es lo que ella quiere es
na ducha, debes estar lista pronto, y
d diga- digo de forma sumisa,
ende de una vez que eso hará tu vida miserabl
por no dejar escapar mis lágrimas de humillación, an
a tiempo, tomó la bandeja y me dirijo a la fila para que las señoritas encargadas me sirv
chicas me miran al pasar, siento que soy la rara del orfanato. . . y eso no es agradable. Desayuno rápi
salgo rápidamente para dirigirme a la pequeña bi
iste castigada- dice
bajando mi mirada y mirand
go le pido un libro que habla sobre plantas y animales y me voy a una de las desgastadas mesas en silencio, y es allí donde paso la mañana, luego salgo para la hora del almuerzo, y luego asisto
e me golpea constantemente. Les tengo tanto miedo que generalmente siempre me paralizo al tenerla cerca. Levantó la
delatarnos, imb
e maravilla en el hueco frío
. .yo
de él, siento un terrible dolor que punza en mi cabeza, creo que me arrancará
avor- gimoteé te
ó tirando de mi cabello hasta ponerme en
y Elena, se unían a la golpiza que Mariana me daba,
ndo así, prefería morir que tener qu
ibiendo el maltrato y con la primera me dedicaba a buscar la solución. Ya lo ha
la alarma que anunciaba la cena, lo que generó que la
í a la habitación de chicas, al mirarme al espejo dejé escapar fuertes sollozos, es
me coloqué también mis gastados zapatos, no eran los más bonitos pero si los que mejor cubrían mis pies, solo tenía dos pares, y ése t
ser tan diferente al mundo de las paredes del orfanato. Mi estómago rugía de hambre, pero me negué a ceder al impulso de ir al comedor, si quería escapa
con ayuda del gran árbol que se encontraba junto a él. Es por eso que decidí huir sin nada más que lo q
hacerl
ue cerré los ojos y simplemente salté. Mi cuerpo aterrizó del otro lado, y pude sentir como mi hombro se llevaba un gran impacto. Me dolió muchísimo, quise sentarme a
as espacio para sentarte, era totalmente oscuro, ningún tipo de luz se filtraba en ella, y si te atra
ubrían por un soplón que terminaba pagando con
algún cuidador, tr
comida, te castig
i estoy en una habitación pequeña, me sofoco y me cuesta respirar, hasta me desma
quemaban por la falta de aire. La calle no era un buen lugar para una chica que estaba por cumplir diecisiete años pero aquel maldito lugar
e habían muchas personas que nos harían daño si saliamos del orfanato. Busqué con la vista un lugar donde esconderme y vi que junto a un banco había un tupido arbusto que me ocultaría con facilidad. Corrí hasta el y me coloqué jus