img La bailarina del mafioso  /  Capítulo 4 4 | 57.14%
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Historia

Capítulo 4 4

Palabras:1056    |    Actualizado en: 01/01/2025

ba decorado con un lujo intimidante, rebosante de detalles meticulosamente cuidados; todo parecía un reflejo de la personalidad de su dueñ

una araña de cristal que parecía flotar sobre ellos, Nikolai agu

se cerraron detrás de ella con un eco que le retumbó en el alma. Se plantó firme en el centro del

gesto desafiante. No iba a dejar que él creyera, ni por un momento, que podí

ecía calcular cada gesto con la precisión de un depredador acechando a su presa. Su silueta imponente llenaba la habitación, ha

adió el aire entre ellos, cargado de significado. Antes de que ella pudiera contradecirlo, Nikolai ext

arla. Él, quien parecía tener el control absoluto sobre todo y todos, sostenía esa flor con una delicadeza que parecía impropia de sus m

momentáneamente. Sus palabras no eran un cumplido vacío; su tono grave y pausado las hacía pesadas

cuidadosamente para contener sus sentimientos comenzaran a ceder. Pero no estaba lista pa

manos firmes, aunque su interior temblara. Su mirada seguía siendo desafiante, pe

una botella de licor costoso y dos vasos. Tomó la botella con una calma ensayada, pero sus ojos se perdieron por un momento en las lla

no tenía nada que ver con este mundo. Pero eso no importó. Él la atrapó en su red de violencia, y yo... no pude salvarla. Desde entonces, mi vida ha sido esto: poder, venganza y un pozo interminab

el rechazo absoluto al control que él ejercía sobre su vida. En ese momento, Nikolai no parecía el hombre invencible que lo había llevado

un nudo en la garganta. Pero s

kolai -dijo al fin, su voz baja pero inquebrantable

ó como una sombra al anochecer, reemplazada por la máscara fría que solía us

ejo. -Su tono era definitivo, cerrando cualquier posibilidad de réplica, y antes de que ella pudiera ag

esión en su pecho hacía que cada respiro se sintiera pesado. Al llegar, colocó la rosa sobre la mesita de noche junto a su cama. El contraste entre el negro

sigo algo siniestro, como si estuviera maldita. Su mente giraba entre

talos, suaves como terciopelo. Y a pesar del calor que proporcionaba la chimenea en la esquina de la habi

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