ue lanzaban reflejos dorados y alfombras tan suaves que sus pasos eran inaudibles. Pero esa perfección inmaculada escondía una sensación de vacío, de soledad, que le p
o que llevaba al despacho de Nikolai, un lugar donde las d
roble. La luz cálida de una lámpara resaltaba los ángulos definidos de su rostro, y su mirada helada
esto tranquilo, empujó un bolígrafo hacia ella. -Te protegeré, pero las condiciones tienen que estar claras, inclu
ste acuerdo era más por estrategia que por cualquier otra razón; probablemente algún capricho legal que beneficiaría a Nikol
una pizca de sarcasmo. Agarró el bolígrafo, pero sin escribir. -Y sin fiestas, si
ro ella parecía disfrutar probándolos. Finalmente, Lilia estrelló su firma en el
nsión, calculando cada paso mientras sus manos deslizaban los pestillos de las ventanas. Cuando llegó a los extensos jardines, el aire fresco le rec
n dos de los guardias de Nikolai. Sus esperanzas se desplomaron en el instante
perándola desde el principio. Su postura era relajada, casi displicente, con los dedos entrelazados sob
ó, con un tono inusualmente suave que hacía que la pregu
sentirse intimidada, aunque por dent
prisioner
ro iluminado por esa tenue lámpara que pa
ó un filo peligroso. -Y las rosas
vitar preguntarse si Nikolai realmente creía que estaba protegiéndola o si simplemente disfrutaba de someterla a su control. Antes de
iendas que cualquier desobediencia tendrá consecuencias. -Su tono tenía la contundencia de una se