majestuosa sede de Enterprise Dynamics, un
as, salvo por las luces que ilumi
espacho de Leonardo Velasco, el imponente CEO cuya presencia
revisaba un informe con la meticulosida
recían leer el alma de quien los mirara, proyec
latía en cada rincón de esas paredes de ese edificio, un secret
gué de confirmar la asistencia mediante el correo empresarial, y todos estarán aquí muy puntuales y a las 8:00 de
desarmaba incluso al más estoico. Su cabello castaño caía en suaves ondas sobr
moverse con la elegancia y la discreción que él exigía, además de que también había
de lo que hacía para voltear a mirarla. Pero cuando ella se acercó,
, aunque había algo más
a asegurarme de que tiene todo lo que necesita par
Ese instante fue suficiente para que el aire
ono era mitad elogio, mitad advertencia. Y sus ojos, la miraban de ma
a entre ellos. No era la primera vez que se encontraba a solas con él en esa oficina después de que
Velasco -contestó con
la distancia entre ellos co
iro de distancia, incli
eres mucho
esponder, él tomó su rostro
ntenso, que quemaba con l
entre el deseo y la duda, pe
mirada de Leonardo la hacía olvidar el resto del mundo. En e
menzó a decir cua
que saberlo. Nadie tiene por qué entrometerse en lo nuestro. Esto solamente lo sabremos t
nque en el fondo
sensación de que Leonardo controlaba cada aspecto de
mansión, la esposa de Leonardo y sus tres hijos disfrutaban de una vel
o para un amor que no debía existir. Pero, como todo secreto, este estaba
ra cuando Sofía salió del despacho, tratando de
a mirada de Leonardo seguirla, incluso después d
amientos: ¿qué tan lejos estaban dispuestos a llegar por una pasión
he que la llevaría a casa, su teléfono vibr
tes de que sea tarde. Leonardo no es quien dice ser y q
dia de seguridad al fondo y él estaba muy concentrado en su trabajo como para decir que se había distraído en su celular y
esde ahí podía ver la ciudad iluminada, pero sus pensamientos estaban en otra parte. Su teléfono sonó y, al
é qu
esposa sonaba serena, pero h
ntaron por ti. Dijiste que llegarías te
pechas innecesarias de su esposa y no tener que aguantar una discusión
es crucial. No puedo
ella hablara otra vez, esta vez co
e a no querer venir a pasar tiempo de cal
empre había sospechado de su habilidad para leer entre líneas, pero nunca había
, era pequeño pero acogedor. Cerró la puerta y se apoyó
la, observó la luz inte
rminará bie
tudes solo alimentaba su ansiedad. Lo que ellos compartían no solo era peligroso, sin
oscuro, sujetando un sobre con fotografías. En ellas, la imagen
, murmuró para sí mismo, ante