a inculcado la idea de que el deber estaba por encima del deseo. En la antigua hacienda familiar, rodeada de vastos campos de cultivo y
ligen, Elena -le repetía su padre co
s. Su madre, Doña Isabel, era el reflejo perfecto de lo que se esperaba de ella: una mujer elega
onarle posibles pretendientes, hombres con apellidos ilustres y fortunas imponentes. Cada vez que lo hacía, ella asentía
tal vez se negaba a ver- era que
e ellos iba más allá de la simple relación familiar. Crecieron juntos, jugando entre los viñedos, persiguién
en algo más. Sus miradas se alargaban demasiado, sus manos se rozaban por accidente con demasiada fre
para aspirar a ella. Su padre, Don Jaime, había tomado malas decisiones con los negocios y, a diferencia de Don Gonzalo, nunca logró recuperar la gra
que su padre decidiera su destino. Y ese momento
o, mientras cortaba la carne en su plato con preci
l aire se le atasc
rcón? -repitió
esposo para ti -continuó su padre, sin levantar la vista
rmanecía en completo s
serviría de nada. Su padre no era un ho
ella salió al jardín con la esperanza de encontrar un res
sin necesidad de palabras,
ó Alejandro, ac
as lágrimas ar
compro
nstante. Luego, su mandíbula se ten
n qu
ndo Al
s. Alejandro apartó la mirada, pero Ele
con él -dijo finalm
engo
lla, acortando la dist
ay una opc
ingido que lo suyo no era real, que solo era un lazo fraternal. Pero en ese instante, con la c
urró, pero no pudo
su rostro entre sus manos y,
voz alta. Elena sintió que el mundo se desvanecía a su alrededor, que por primera vez en su v
ntrecortada, con el corazón lati
muró, pero su voz c
os brazos, obligándola a mirarlo. Sus
, Elena. Es
cuerpo se estremecí
... sabes que
os de verdad. Nos iremos lejos,
a cabeza, retroc
re nos
e convertida en la esposa de otro, antes que
er algo tan temerario, pero en el fondo, una p
más hacia ella y tom
r? ¿Pasando tus días junto a un hombre que no quieres, atendiendo reu
e la verdad era que no podía imag
-susurró, con el mied
dime que sí y te prometo
scapar significaba romper con todo lo que conocía, desobedecer a su padre,
ndro aún la miraba con inten
po que su vida estaba a pun