res de los aviones rugía en el cielo, marcando el inicio de otro bombardeo en la ciudad. El personal médico apenas tenía tiempo pa
mo voluntaria de la Cruz Roja. Su madre, inglesa de nacimiento, le había enseñado el idioma, lo que le permitió integrarse sin dificultad en el hospital militar
uizás semanas, para recuperarse. Exhausta, Elena se permitió unos minutos de descanso en una pequeña sala donde solía tomar té con sus comp
rdad? -preguntó u
a en el hospital. A pesar del cansancio reflejado en su rostro,
días -respondió
orbo de su té antes
gramas de correspondencia co
tó la mirad
art
den escribirles a los soldados que están combatiendo. A algunos les da fuerzas p
bre la mesa y cruzó l
pone que debe
obre la vida en el hospital, sobre el clima o incluso sobre cosas
s familias, aunque nunca estuvieran seguros de que sus mensajes llegarían a dest
con una sonrisa-. No tienes que escribi
con una pequeña lámpara iluminando el papel en blanco frente a ella. Con
ado so
an en ustedes y esperan su regreso. Me llamo Elena y trabajo como enfermera en un hospital militar. No sé qué contar que pueda ser de tu interés, pero hoy h
a hacerte compañía, aunque
íd
Mart
uiente, la dejó en el área designada para el envío de cartas. Lo q
ía medicinas a los pacientes, una de sus com
na carta -anunci
padeó sor
a ca
soldado d
ba el sobre. Con dedos temblorosos, rompi
ida E
me ha dado un extraño consuelo. No sé si alguna vez has estado en un campo de batalla, pero puedo decirte que el
que, aunque sea por un instante, al
eram
Thor
ba encontrar en aquellas líneas, pero lo que menos imag
a marcaría el inicio de algo que