no entendía de estaciones, y aunque la nieve se derretía y las flores comenzaban a asomarse t
regularidad, y cada vez que un sobre nuevo aparecía en su mesa de noche, su corazón latía con fuerza. A
da en la pierna, sintió un mal presentimiento. No sabía por qué,
-Una voz interrump
e las enfermeras más veteranas,
llegar p
sas. Apenas pudo esperar a estar sola para abrirla. Se retiró a un rincón del pasillo y des
ida E
ralizante. Esta mañana perdimos a un buen hombre. No era mi amigo más cercano, pero compartim
ombres de aquellos que caen a mi alrededor. Me
me has escrito, a cada pequeño detalle que me has compartido. ¿Sabes? En mi mente, ya he construido la
me
ntener la emoción que la embargaba. Se apoyó cont
iera que no estaba solo. Así que esa misma noche, desp
erido
ntando tanto horror. Desearía poder hacer más que escribirte, pero
a calle con un vestido amarillo, riendo como si el mundo fuera un lugar seguro. Me
. me encantaría mo
en
n un sobre. Al día siguiente, la envió co
a intercambio, su vínculo se hacía más fuerte. Ya no eran solo palabras: eran
Y pronto, Elena recibiría una ca
. Las calles, aunque bañadas por una luz más cálida, seguían siendo un reflejo de la guerra. En el hospital
de cuántas veces había mirado su mesa de noche, esperando encon
ación epistolar con James se había convertido en un ancla, un respiro entr
ntó Margaret una noche, mientras ambas
ndo el interior de su mejilla pa
ntentó consolarla su amiga-.
, el miedo crecía con cada día
asi dos semanas de incer
borrosa de la prisa con la que solía escribir. Este sobre llevaba un sello oficia
rosas, lo abrió
rita
responsabilidad de informarle que James resultó herido en combate hace cinco días. Fue
bre varias veces. Aún en su estado febril,
carta, haré todo lo po
tame
William
dedos. La habitación a su alrededor pareció vol
erido. Y ella no podía ha
scribió con
am
stoy aquí. Que pienso en ti cada día, cada noche. Cuando leí la cart
vor, r
en
n la esperanza de que, en algún lugar lejano, James pudiera leer