n hubiera sufrido tanto. Ni yo, a mis 26 y con mis propios demonios, podía encontrarle algún consuelo a aquello. Me
ana
no por reunirme con los mayores jefes de las mafias mundiales, sino porque hoy Moana había ido a cl
bíamos tenido sexo aún, apenas un simple beso. Algo mas gracioso aun pensando en qué trabajaba hasta hace poco, pero no me importa. La
o de mi camisa negra y despeiné un poco mas mi ya despeinado c
-----------------------------------------
feliz. Los profesores aceptaron encantados mi excusa de que tropecé bajando unas escaleras y el go
erta y encontrar el lugar solo me causó una breve nostalgia que se agoto cuando un agitado Xavier entro corriendo y un poco sudado pero vestido c
lmarse y se acerco a mi depositando un largo beso en mis lab
s dicen que, si me pongo al día rápido, puedo empezar
i cintura se aferraban un poco mas fuerte sin causarme dolor alguno- No dejas de sorprenderme con tu belleza, tu inteligencia y tu buen corazón. No había nunca sent
mor por mi...Yo, yo quiero que sepas que te quiero a mi lado por el tiempo que haga falta-bese sus labios delicadamente, pero el profundizo el beso sosteniendo mi cabeza por detrás, mi respiración estaba agitada y ya no aguantaba mas
arse el saco y la camisa, depositando besos por su cuello y pecho, me empujó con suavidad e hizo lo mismo con mi blusa y mis jeans
a Erick y todos los sucios con los que me había tenido que liar. Me hizo olvidar todos mis pesares y disgustos, me hizo dejar de preocuparme por tanto enrollo por primera vez, me olvide de drogas, pros
de la madrugada cuando pedimos unas pizzas a domicilio y comimos como
amor, teni
dos y comiendo un rico desayuno preparado por Xavier que constaba de omelette, jugo de naranja, fresas, bananas y chocolate, mucho chocolate. Creo que me dormí a eso del mediodía
i y supiera que podía decirme todo, aunque se pasara la vida diciéndome que no quería involucr
miro a si mismo y creo que llego a la misma conclusión a la que yo había
feliz tener una especie de cita con el, digo, ahora eramos novio
y secarle, así que lo deje tal cual: rebelde. Entre al gran armario de Xavier, donde había invadido un sector con mis pren
romanas subían mis blancas piernas. Me veía sencilla y bien, justo como deseaba verme junto a el. Me sentía un poco el hecho de
o en los ojos e hizo crecer má
dudé en burlarme, cosa que pague caro cuando me levantó y amenazó con lanzarme al agua, entre gritos
jugamos como críos. Era mi primera cit