esde muchísimo tiempo atrás, desde el mismo día del nac
uizás no miraríamos con tanta antipatía al humilde vecino del sur. Hemos olvidad
as historias contadas por el más anciano de la tribu mientras degustaba una hirviente taza
ir su propio destino o como escuchó en algún lado, intentaría hacerlo derecho sobre líneas torcidas su propia vida. Esta lo llevó finalmente a las cost
o tuvo ni un minuto de sosiego. La belleza genuina de esta estirpe, lo confirmaría cien añ
contaban sobre "Las mil una noche". La casa pronto se llenó de la algarabía de voces infantiles, fueron llegando una tras otro y llenaron de alegría todos los espa
re caliente de su espíritu aventurero, pronto se vio inmerso en esas diatribas y m
que dio su apellido a todos los chiquillos, para proteger a su bella esposa de las habladurías de aquellos tiempos. Hoy, cincuenta años después, cuando todos mis ancestros han sido bor