gante, sino pequeño y ciertamente con un estilo casero que le gusto al instante. Alistaír estaci
Entrando lo primero que se sintió fue el aroma de comida recién hecha, sonaba u
s en la lista de las cualidades del hombre que la acompañaba: era imposible no mirar una primera o segunda vez. Un ho
smeralda se sorprendió de por primera vez mirar a Alistaír tan sonriente, el seductor griego tenía a
a Esmeralda y le tomo la man
de éste obsesionado al trabajo -le dirigió una mirada
loso, un diseño exqu
a mirada muy sabia, de alguien que había pasado por muchos obstáculos. De pronto se escuchó una voz femenina que no l
do de pasarte esta semana -le dió dos
ue sea unos instantes a saludar, Cecile -respo
lzo una ceja con u
, como diría mi madre "amigos de cuna" -Esmeralda rió por aquello y ella le dió dos
o mujeres son muy agraciados del rostro, con ese toque mediterráneo que encanta -Esmeralda no
os en los hombros d
l lo escuchaba-. Tiene un problema con el trabajo, no puede vivir sin él. Y como nadie más puede soportar a un obsesionado de l
ción de que a él le fascinaba cómo se veía, al recorrer sus curvas la forma de mirarla era con apreciación. Luego la feliz parej
n camarero les llevo una
re ti -dijo él, mirando
gatusada por aquel perfil, pero
. Esmeralda lo imitó, se le había secado la boca. El vino sabía muy
staba respondiendo a las señales de Alistaír y era muy difícil no ceder un poco. Así que accedió a contarle la fiesta de cu
de ahora veinticinco y su papá se quedó con Esteban de ahora veintiocho. Ella era la hermana pequeña y se quedó al cuidado de su abuela a petición de e
te casados y algunos c
canas. Asintió, pero por dentro volvió sentirse culpable una vez más. Ella era la oveja negra de la familia. To
zada, por lo que cuando se divorciaron tenían veinticinco. Mi m
verla establecida
abajando en algo totalmente diferente
jalá se le despejara los efectos del vino, que había sido como un néctar embriagador. El tacto de la seda del top lo estaba encontrando realm
n pescado para cada quien y una apetitosa ensa
eno, es que estoy acostumbrado a las uniones de aquí: pocos hij
que no debía preguntar lo
o piensas
e curvo en una fría sonrisa. Ella
ue recorrer, cuando me case será con una mujer c
untó, echándole
empresa familiar es muy importante para mí -tomo un pan, le unto el queso y se lo llevó a la boca, mientras seguía hablando-. Así que por eso me tomaré
a un poco de vi
-su voz so
al casarse para tener un h
r embarazos no planeados, o bien planeados para atr
laro q
metió entero en la boca, necesitaba pensar antes de seguir abriendo su estúpida boca. ¿Qué harían entonces? Si aquellas citas no llevaban a iniciar una relación, ¿ A dónde los llevaba? Él
es citas? -se armó de val
a miró a los
ctam
llos a charlar en lo que no habían tantos clientes y rieron bastante sobre sus anécdotas. Encontró agradable la velada a pesar de lo agridu
eralda se giró. Era ridículo, pero se se
enía frío, sino todo lo contrario. Sabía que si Alistaír intentaba besarla, no iba a ser capaz de resistirse. Y e
rutar de tu compañía
mo si estuvieran unidos por un hilo invisible. Los ojos de él
o la dejó desconcertada. Tenía las hormonas disparadas entre el deseo y la tensión. Y fue entonces cuando Alistaír, tras una última mirada penetrante, se dio la
ría darte las gra
se estaba acercando para besarla. Dio un paso atrás, fruto del pánico y de la antic
ostro para que le acariciara la mejilla, pero la mano de él a
te preocupes. Nos volveremos
Entró, cerró la puerta y el coche desapareció.
ando con el como con ninguna otra persona y le dejaba entrever sus emociones, todo lo que tenía miedo de contarle a alguien más. Quizás fue
las referencias a que era una diosa de la fertilidad bien gorda en muchas partes de su cuerpo. Él la hacía sentirse hermosa, deseada. Ya sabía que no encajaba en el mundo de él y que tampoco entraría como aspirante
él, con tan sólo un toque se ponía a temblar, se le hacían las piernas gelatina. Y cuando la miraba... Oh, cuando la miraba con deseo y apreciación no podía evitar excitarse, sentirse preciosa y para nada incómoda. Jam
ón a la regla. Pero ya le d
a si su corazó