img La amante del griego  /  Capítulo 4 Esmeralda | 50.00%
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Historia

Capítulo 4 Esmeralda

Palabras:2301    |    Actualizado en: 18/12/2020

ando. Se sentía mareada de algo que nunca había experimentado. Cuando logro e

ante unos instantes, había sentido que no controlaba absolutamente nada y es

la intensidad del momento, nada más. Tenía muy claro que no era el tipo de mujer que le gustaba a Alistaír, un hombre tan elegante. No era rubia n

uel beso no había

cordar el placer, fuerte y dulce, que había acabado con su autodisciplina. Ningún h

ería decir con aquello que Alistaír fuera un sapo, nada más alejado de la realidad, pero tampoco podía hacerse ilusiones de ir a tener algo con él porque estaba completamente fuera de su alcance

cierto era que nunca nadie le había dado un beso tan pasional. La verdad, muchos de sus compañeros en la escuela solamente salían con ella porque era divertido ver qué sucedía con la gorda, si era una fácil y burlarse con los demás. A nadie le importaban sus sentimien

ien consigo misma. Decidida, abrió la puerta y fue al espejo del baño. Se miró y fue entonces que notó lo hermosa que estaba. Era cie

eguntó a Cleo y ella le dijo que era un cliente muy importante, siempre andaba con modelos colgadas del brazo y se iba pronto cuando conseguía lo que querí

ta habí

nde dejó sus cosas, porque no tenía un bolso dónde ponerlo todo en ese momento que por impulso decidió comprar un vestid

tenido ante sí en su vida. No se podía creer que la hubiera encontrado atractiva porque tenía muy claro que, ese hombre sabía lo que quería y cómo conseguirlo

bía impregnado por completo. Sintiéndose limpia, se secó el pelo con el secador, se puso unos leggins verde y una blusa beige y se quedó desca

radeció con una propina al camarero y se metió el carrito. Unos tacos era lo que necesitab

hombres a los que apenas conocía. Por muy guapos que fueran. ¿Pero

ralda sentía curiosidad por el sexo, pero eso no era excusa para llevar a cabo experimentos. Bastante vergüenza había pasado ya después de que la hubiera reemplazado tan rápidamente. Terminó de comer, lim

•◦⚜◦•

agradables y de cierta manera le gustaba lo que estaba aprendiendo. Ese día las señoras estaban especialmente interesadas en platicar con Esme, si estaba casada, si tenía hijos, cuánto tiempo estaría

ional, quizás cuando llegara a casa podría hacerle a la abuela Sadie comida como esa, probar algo nuevo. El resto del día charlaron, cocinaron y comi

a la playa privada que había detrás, reservado únicamente para los clientes. Su vestido de playa ayudaba mucho a sentirse bien, el mortal

pir

bía nadie en el lugar, ya eran pasadas las ocho de la noche. Estaba un poco alumbrado nada más, así que decidió quitarse su vestido y quedar en

ica también limpiaba en la casa principal y le había contado que él era un donjuán, que todos los fines de semana se llevaba a una joven nueva y que ellas se acostaban con él la primera noche. Por lo visto, todas eran rubias y flacas. Esmeralda había leído en

í a las mujeres? No eran un objeto. Aunque también no era tanto él, sino qu

una anticuada empresa familiar en una de las navieras más importantes del mundo. Y, sí, que también era cierto que era impresionantemente guapo y rico. Sin embargo, bajo aquella fachada bien estudiada, no era más que un canalla sin modales, frío y as

ntonces escucho un sonido de alguien metiéndose al agua, y con un sobresa

ahora mismo... -diviso una figura masculina, por

pronto querría olvidarse de

le había dado vergüenza su cuerpo. Incluso en bañador lo pasaba mal. Aquella ocasión había sido la primera

aban los baños en rop

ás no poder y su corazón latió desbocado. Esa voz... Defin

? -preguntó,

viste y calz

recordó lo de la

fuis

dió cuenta que aquél también era el hombre del embarcadero. Aquél hombre alto, moreno y de ojos brillantes era u

el bar, ahora... ¿Me e

sus manos en las bo

hotel... ¿No te parece, agápi mou? -su voz era suave como

ién eres e

jos ambarinos la recorrieron, deteniéndose en sus pechos apenas cubiertos por

is, cariño -respo

rakis. ¡Stavrakis! Ese apellido lo recordaba, junto el puzzle: rico, empresario e impresio

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