como destellos que le indicaban su destino, la gente gritando por fuera del automóvil eran como el canto del viento en otoño. Todo en conjunto era la mejor sensación para Rebecca
nadie la conocía. Como su apodo decía, ella era un misterio para todos. Simplemente llegaba a la carrera pocos minutos antes, no se bajaba de su
un misterio. ¿Alguien podría alguna vez ganarle? Ha, imposible
era hacerle la competencia. Los demás soñaban con algún día estrechar la mano del mejor corredor de todos los tiempos, pero eso jamás pasaría. Mistery no dejaba que nadie se le acercara y
turnas, era extremadamente machista. Ella estaba sola, oculta en su bebé y nadie la
se quiebra un poco más al caminar, terminará usando muletas, pensó Becca, con sus manos aferrando el volante con fuerza. A ella le importaba una verdadera mierda quien fuera o
insolente, lo había visto cuando había llegado a la calle de la carrera. Un tipo de no más de veintitrés años, -con suerte- cabellos rubios desordenados y cortos, arremolinados sobre la cima de su cabeza simulando un mohicano. Vestía to
o atrás. Miró por el espejo retrovisor y sonrió con burla; ni se podía ver el Chevrolet Camaro atrás. Becca se relajó y tomó con más cuidado las
ato ese no podía sobrepasarla. ¡E
hora, alcanzó al otro vehículo. Sólo para asustarlo se le acercó peligrosamente en la curva de más adelante, pero
dido en el taller donde trabajaba. Había subestimado al otro corredor y no h
de ventaja, pero no era suficiente para Becca. Ella debía ganar, al menos para poder dormir tranquila,
a misma noche llegó casi a los doscientos kilómetros por hora, pero el Camaro rojo infierno no se quedó atrás y con un derrape del que sólo Becca se co tiempo, ambos corredal Camaro rojo infierno en un intento por asustar al niñato, pero nada otra vez. Becca estaba a punto de tirar sus cinco años de anonimato para retorcerle el pescuezo al mocoso que la h
e subió aún más el volumen al estéreo, Animals de Nickelback sonaba a
n por empatar con ella! Tuvo que recurrir a todo su escaso autocontrol para no matarlo en ese momento por la vergüenza que le estaba haciendo pasar. A ella no le importaba el dinero, tenía u
raba, se juró que el tipo ese se las pagaría, la humillación de este día no se quedaría así. Si había una próxima vez en