ad y al que había tenido que arreglarle el sistema eléctrico. No sabía qué más hacer pa
erar lo del empate y
o temía sacarles provecho. Oh por todos los motores, había caído muy bajo, ¡si hasta por su nombre lo llamaba ahora! ¿Qué estaba mal con e
arreras clandestinas, su amiga que había terminado con su novio de siete años y ahora vivía con ella en su apartamento y a quien debía ayudar a superar la depresión, entre
quería salir con él- ¿Cómo estás hoy, preciosa? -preguntó con ese tono
es mejor que lo saques de encima de mío o te lo ar
s de peor
Ahora, hablando en serio, dime qué quiere
mente ahí. Él era guapo; morocho, cabello negro y con algunas ondas, ojos azules -pero no como
íamente ¿no tienes compasión con un pobre hom
Dos: no me hagas perder
en el taller: jamás cedía con facilidad-. Dijo que sólo tú podías atenderlo. Pff, típi
A decir verdad, ella no sabía bien por qué se había estremecido, sólo s
había temido, ahí estaba Jack, apoyado en un codo, descansando todo su peso en una pierna y manteniendo la otra cruzada por atrás. Tenía una expresió
aje mi coche -se alejó del mesón y caminó directamente hacia ella con det
su espacio personal y ella no decía nada! Si fuera creyente, estaría rogando a tod
neuronas y que su cuerpo le obedeciese. Le puso una mano en el pecho y -tratando de no notar lo du
haga daño será mejor que te mantengas alej
de asco -como el que mostraba ahora-, sino de extraña fascinación. Eso la animó pese al reciente rechazo, ya que significaba que Rebe
ya no habría vuelta atrás para esta situación. Oh y estaba en los planes de Jack cons
con él tan cerca. Pasó un brazo por encima de su cabeza, quedando más cerca de ella, con sus narices casi rozándose. La miró fijamente y él mismo quedó sorprendido por sus ojos, antes no había notado que el verde esmeralda de sus iris tenían pequeñas