a partir a la montaña Nopun o algo así era como le decían, no recordaba muy bien, después de todo el pueblo
ís, que estaba ubicado en lo alto de Estado
un día. De todas formas y con una mala cara por mi parte, caminamos hasta las afu
eaba a sus perros logró darnos un cordial saludo. Subimos por un camino de t
o interno a que ningún animalejo venenoso apareci
ara mi gusto, una melodía que desconocía, silbaba entre las nanas y a veces se moví
vidir en dos extensos pedazos, poniéndome la piel de gallina ante la i
te mapa, para llegar a la cima tenemos que tom
? - cuchicheé con nerviosismo tironeándolo del brazo hacia la der
en mí, ¿
será tu cu
una sonrisa socarrona, que era un médico experto en salvar
e la mano, aquel contacto que realizaba con tanta naturalidad, comenzaba a aterrorizarme, y
espesas ramas de los árboles que parecían
sobre mi pesado cuerpo
Jack había preparado para los dos, en silencio comimos aquellos deliciosos sándwiches con
, estaba desierto, casi nadie de Ellijay subía a Nopun, era prácticamente prohibido, dado que muchas personas
a ocultarse entre las montañas que rodeaban al
e último se descontroló en mi interior aún más cuando Jack, feliz com
arme más de lo que podría imaginar, su forma de ser, y s
a pesar de todo el largo camino, no habíamos logrado separar nuestr
-gruñí entr
mos,
aquel dolor que cargaba en mi interior desde hacía tanto tiempo, salió al exte
encia del mundo, tenerlo a mi lado, sentir su calor y su ánimo, junto
su muñeca y la anudó a la rama del árbol más cercano, indicando
a casa. -comenté co
mar la carpa y poder dormir -susurró Jack, fre
todo el color en el rostro-. ¡¿No leís
s ojos en blanco ante mi resistencia-
ú qué
caso, vamos a buscar
ás de
ías conmigo hoy, y así s
pie en medio de esa espesa oscuridad que se había apoderado de la montaña
ue negrura, él tenía la linterna, y ni corto ni perezoso, me había
risas que en definitiva no eran de Jack, estaba alarma
esperada por una salida. Hasta que me tropecé con lo que parecía una rama muy
pero no hubo r