¿Qué puedes hacer cuando un completo desconocido invade tu vida en menos de una semana? Jack es un hombre misterioso, que despide testosterona con cada paso que da, todo un donjuán que pondrá la vida de Lucy Wilson, la camarera más amargada y malhumorada del bar, de cabeza. Ella, con una vida llena de dificultades y tristezas, conoce por obra del destino a Jack Thomas, quien por su propio error termina viviendo en su casa en contra de su voluntad. ¿Podrán coexistir el uno con el otro, a pesar de los secretos que cada uno guarda?
Se encontraba allí junto a mí en la barra, atendiendo con la coquetería que lo caracterizaba, a un grupo de chicas que suspiraban por su espectacular aspecto.
Debía admitirlo, Rhys era el chico más guapo que había conocido en la última semana o bueno, el único apuesto que había ido en toda la vida a ese estúpido y recóndito bar, dado que desde que había puesto un pie en ese lugar, todos aquellos en quienes una vez pensé eran muy guapos, dejaron de serlo de sopetón.
Rhys, si es que ese era el nombre real, porque aún lo dudaba bastante, había puesto mi vida de cabeza en solo siete días.
¿Increíble, verdad?
No solo su físico, un poco más alto que yo, con su cabello castaño rojizo, y sus ojos color caramelo, eran lo más impactante de él, su personalidad era todo un sinfín de sorpresas, siempre estaba sonriendo a pesar de las dificultades que había mencionado días atrás y que ya ni me molestaba en recordar.
Era un chico alegre por lo poco que veía, parlanchín como ninguno otro, y mujeriego, un completo donjuán.
Esas eran las tres únicas cosas que había visto de él en los últimos días y que deseaba con todo mi ser nunca haberlas conocido.
- ¿Qué edad tienes, Rhys? - preguntó una de las chicas que estaban sentadas en las sillas frente a la barra, con una inusual picardía.
-La misma edad que Lucy - contestó con una brillante sonrisa, para acto seguido, pasar junto a mí a despeinar mi rosado cabello, obligándome a fulminarlo con la mirada por sus acciones.
-¿Cuál es tu edad? -me pregunto la misma chica de cabello rubio, con desagrado.
-Veintiuno -bufé, mientras limpiaba uno de los tantos vasos en donde servíamos el trago-. Pero creo que él es mayor que yo, no estoy del todo segura.
-De acuerdo, gracias. -susurró su amiga la de cabello negro, la más atractiva desde mi punto de vista; para juntas marcharse a otras sillas más cerca del dichoso chico, que ahora estaba al otro lado de la barra intentado evitarlas, quizás porque se había aburrido con sus preguntas.
La noche termino sin contratiempos, las chicas obtuvieron el número de Rhys como era de esperarse, mientras yo como una completa idiota, tuve que lidiar con los borrachos que se me abalanzaban a decirme sus tonterías o a coquetearme, además de tener que hacer el aseo de los baños totalmente sola.
Cuando salimos del local después de obtener nuestra paga, comenzamos a caminar en silencio, después de todo, aquel chico que para mí era un completo desconocido aún, ahora vivía en mi casa.
¿Cómo rayos había llegado hasta este punto?
Puse mis ojos en blanco, y de inmediato metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, satisfecha con el silencio de la madrugada en aquella desolada calle que conducía a mi apartamento, mientras recordaba aquel fatídico día en que Rhys había aparecido a perturbar mi calma.
Era un lunes bastante acogedor, las mesas en el lugar estaban un tanto vacías, en toda la estancia había solo un grupo de chicos que llevaban tomando desde que habíamos abierto, mientras que al otro lado una pareja no dejaba de manosearse en la oscuridad, mientras se embriagaban con cervezas de mala calidad.
Respiré profundamente, agradecida de que la música no estuviera tan alta, después de todo, al jefe tampoco es que le gustase mucho el alboroto, por ende, apenas llegaba se marchaba, dejando todo en mis manos, la única camarera y "barman" que tenía por el momento.
La mayoría habían sido despedidos debido al mal tiempo que estaba teniendo aquel horrendo lugar, y con justos motivos, ya que era el peor pub de todo el pueblo.
Los televisores seguían siendo de los antiguos, al igual que las mesas y cada rincón al que se mirara, entrar allí era como tele transportarse cincuenta años atrás en el tiempo sin hacer el más mínimo esfuerzo.
Dejé caer mi cabeza entre mis manos, aburrida con el partido que pasaban en la televisión, recuerdo que en el justo momento en que Alemania metió el primer gol al equipo de Holanda, la puerta de la entrada se abrió, dejándome ver aquel chico que sería desde ese momento, mi peor pesadilla.
Me quedé observándolo fijamente, se veía como alguien unos años más grande, quizás a punto de cumplir los 30, sin embargo, su sonrisa le reducía un poco la edad, además de su aspecto tan despreocupado, vestía unos jeans rasgados, y un desgastado suéter azul.
Caminaba campante con ese cigarrillo entre las manos que apagó en el cenicero de la barra justo cuando se sentó frente a mí, dejándome casi sin aliento debido a la belleza que emanaba.
- ¿Qué desea tomar? - le pregunté al chico, al ver que se mantenía en completo silencio, sonriéndome divertido.
-Lo más fuerte que tenga, sorpréndame.
-Sí, señor. - asentí, preparando un potente cóctel, con un poco de todos los tragos que se me ocurrieron, a fin de cuentas, parecía que tenía bastante dinero, dado el reloj de marca que llevaba en su muñeca izquierda-. Disfrútelo.
-Gracias. - dijo antes de beberlo de un sorbo-. Soy Rhys. ¿Y tú?
-Lucy -susurré, volviendo mi mirada al televisor, con cierto desagrado.
Me irritaba cuando comenzaban aquellas charlas que en verdad no me entretenían en lo más mínimo, solo era una pérdida aún más grande de mi tiempo.
Jeanne Boucher se enfrenta a una situación desgarradora cuando la enfermedad de su padre pone en peligro su vida. En un intento desesperado por salvarlo, acepta a regañadientes la propuesta de su terco y seductor jefe, Émile Dubois: un matrimonio de conveniencia para proteger el patrimonio familiar de este último. A pesar de la atracción que existe entre ellos, él ve a Jeanne como un juego y busca tenerla bajo su control, en su cama, y satisfacer sus deseos más perversos. Sin embargo, ella no sucumbe a su encanto y resiste sus intentos de seducción. A medida que la tensión entre ellos crece, se enfrentan a una tentación inevitable que podría poner en peligro los términos de su acuerdo temporal y desafiar sus propios sentimientos. Sin que ellos lo sepan, después de noches apasionadas en las que se dejan llevar por el deseo, Jeanne lleva en su vientre el fruto de su unión. Con el fin del acuerdo temporal, se cava un abismo entre ellos cuando él permanece completamente ignorante de la existencia del hijo que ella espera. Esta revelación pone en peligro los términos de su acuerdo anterior y desata una tormenta de emociones que desafía sus creencias y los sumerge en un territorio desconocido.
Ellos se odian, no se toleran ni se soportan… ¿Cómo podrían cambiar las cosas entre ellos? Madison Chapman, una chica de 25 años que vive en la ciudad de Bristol, es transferida a la gran ciudad de Londres para trabajar como médico profesional en el mejor hospital de la ciudad. Sólo tiene un problema: ni su familia ni ella tienen el suficiente dinero como para comprarse ni siquiera un pequeño apartamento. Por eso decide compartir el apartamento… Carter Rogers, un chico de 26 años que vive en la ciudad de Londres, es propietario de las grandes E.M.R (Empresas Mobiliarias Rogers) se verá obligado a compartir su tranquilo y preciado apartamento con una verdadera “molestia”, según él… Toda esta situación se complica cuando alguien deja al pequeño Steve de casi 2 años de edad delante de la puerta de su apartamento.
Katia fue abandonada por su ex pareja, tiene un hijo y es madre soltera. No confía en los hombres y desde el primer día odia a su jefe por una razón que casi nadie conoce, excepto sus amigos más cercanos. Se trata de un trauma de su pasado que la ha dejado incapacitada para quedarse encerrada en un ascensor, así que su mal humor hacia el hombre que se quedó atascado con ella, quien es nada más y nada menos que su jefe, Stefan. Esa animadversión trasciende hacia las oficinas cuando es llamada como su secretaria. Ella no puede ocultar su repele hacia él y este no hace más que buscar motivos para hacerla sonreír, además de sentir cierta ternura por esa mujer arisca que oculta un secreto vinculado a su hijo. Él también guarda los suyos propios, tiene vínculos familiares con delincuentes de su país y eso es lo que hará que ella se separe de él, con miedo a lo que pueda pasarle a su hijo. Además, su ex pareja vuelve y eso complica aún más las cosas entre Stefan y Katia, que poco a poco se van enamorando. Al final, ella sabe que también tiene sus secretos, así que entiende el porqué Stefan ocultó los suyos, viven un romance de ensueño a pesar de las intrigas y celos que despiertan a su alrededor.
Cuando eran niños, Derek le salvó la vida a Norah. Años más tarde, Derek quedó en estado vegetativo tras un accidente automovilístico y Norah se casó con él sin pensarlo dos veces. Con sus conocimientos médicos, incluso lo curó. Durante dos años, Norah amó a su marido con todo su corazón, esperando poder devolverle su bondad. Pero cuando volvió su primer amor, él pidió el divorcio. Sin dudarlo, ella estuvo de acuerdo. Lo que pocas personas sabían es que ella, etiquetada como "abandonada", era en realidad una piloto de carreras, una famosa diseñadora, una genio hacker y una reconocida doctora. Lamentando su decisión, Derek le pidió perdón a Norah. De repente, apareció un encantador CEO, abrazó a Norah y le dijo: "¡Aléjate de mi esposa!". Sorprendida, Norah soltó: "¿Qué?".
Después de ser traicionada por su novio de cinco años llena de dolor, ira y con deseos de venganza contra el hombre a quien ella amo ciegamente y la traicionó, acepta un matrimonio relámpago con un misterioso millonario. .... La parte B será una buena esposa y realizará sus deberes de esposa perfectamente sin quejarse. Éstas incluyen; Preparando el desayuno de Party A antes de ir a trabajar, preparándole la ropa de trabajo y otorgándole sus derechos conyugales. La parte B no interferirá en la vida privada de la parte A y no provocará ningún tipo de escena. La Parte B hará todo lo posible para asegurarse de que la Parte A esté satisfecha y cómoda. La parte B no puede solicitar el divorcio hasta que la parte A lo diga. ¿Qué pasará en su nueva vida y matrimonio? ¿Es su salvador o es otro diablo disfrazado?
Belinda pensó que, tras el divorcio, separarían sus caminos para siempre: él podría vivir su vida como quiera, mientras ella podría dedicarse a disfrutar el resto de la suya. Sin embargo, el destino tenía otros planes. "Cariño mío, estaba equivocado. ¿Podrías volver conmigo?". El hombre arrogante, al que una vez ella amó profundamente, bajó humildemente la cabeza. "Te ruego". Belinda apartó con frialdad el ramo de flores que él le había regalado y respondió fríamente: "Es demasiado tarde".
Durante tres años, Jessica soportó un matrimonio sin amor mientras su marido fingía impotencia. Sus mentiras se desvelaron cuando apareció una amante embarazada. Tras seis meses recopilando pruebas en secreto, Jessica se deshizo de él y construyó su propio imperio multimillonario. Tras el divorcio, se transformó en una figura irresistible, atrayendo admiradores. Un día, al salir de su oficina, se encontró con Kevan, el hermano de su exesposo. Él intervino, enfrentándose a ella: "¿Acaso era solo una herramienta para ti?". Los labios de Jessica se curvaron en una sonrisa tranquila mientras respondía: "¿Cuánta compensación quieres?". La voz de Kevan se suavizó. "Todo lo que quiero eres tú".
"Alexandra Carlin es una chica recién graduada en la universidad, sin éxito en el campo laboral. Un día es contratada por fin como secretaria del presidente de una revista de prestigio a nivel internacional, Oliver Anderson, un joven apuesto de veinticinco años. Oliver está a punto de perder la presidencia de la empresa por no tener una vida formal. De repente, sus vidas dan un giro cuando hace un contrato con Alex para ser su esposa durante seis meses. La historia narra el divertido matrimonio odio-amor entre Alex Carlin y su jefe, sobre todo cuando nada sale como ellos esperaban."
Hace dos años, Ricky se vio obligado a casarse con Emma para proteger a la mujer que amaba. Desde el punto de vista de Ricky, Emma era despreciable y recurría a artimañas turbias para asegurar su matrimonio. Por eso mantenía una actitud distante y fría hacia ella, reservando su calidez para otra. Sin embargo, Emma amaba a Ricky de todo corazón durante más de diez años. Cuando ella se cansó y consideró la posibilidad de renunciar a sus esfuerzos, Ricky empezó a tener miedo de perderla. Solo cuando Emma estaba muriendo, embarazada, él se dio cuenta de que el amor de su vida siempre había sido Emma.