Re
e, unas sandalias de tiras rojas de diseño que mí hija me regaló por mí último cumpleaños. Deje mí cabello largo que llega hasta mi cintura, suelto y como es tan lacio y fino, no necesita planchado o eso dice siempre mí hija. No me maquille, solo retoque mí boca con un labial rosa claro y tampoco llevo accesorios, soy muy sencilla en todo, creo que estoy presentable. Escucho como abren la puerta de entrada y volteo con todo mí cuerpo tenso de expectativa, veo primero aparecer a samara, luciendo un conjunto de pantalón y top blanco. Sonriente se acerca a mí, toma mis manos y me guía a la puerta donde está parado un ho
eñor Benedetti, es
ándosela a sus labios, roza apenas con un beso mí
nriendo sed
besa su mejilla me mira y dice. – Ma ¿vis
la mesa que iré un segundo a la cocina, para traer la c
sada siento una presencia detrás mío y como alguien respira en mí nuca, aspirando mí fragancia, entonces me alteró y suelto el repasador de golpe.. pero mí último ded
e acerca a mí con una se
a descarga electrica en mí cuerpo, cuando ¡Descaradamente! mete mí dedo lesionado dentro de su boca y lo succiona por unos segundos como queriendo absorber el agua, lo retira d
cuando mí hija entra por la cocina preguntando
o envuelta en
tancia. – No es nada hija
ado. – Vamos a cenar, valla
trabajado mucho p
los hombros y me guía a
te que yo ser
Acompaña a mí madre a l
...
í cuello hasta descender a mí leve escote, que desde ese ángulo, se aprecia el nacimiento de mis pechos y tengo que resistir el impulso de encorvar mis hombros hacia adelante para esco
ededor con las batatas y unas hojitas estilo gourmet. Sirve para los tres, se sient
Pasa que estuve un buen rato,
cesitas algo o necesitas q
oca y comenta. – mmm está delicioso,
e ofrece de su tene
ira y agrega. – Cierto
mas. Por suerte la cena llego a su fin aunque charlamos los tres de trivialidades, samara me comentó de la fiesta de gala el finde semana y no me siento cómoda con que él ven