Gracias a ese arrebato de estupidez me encontraba hoy en el despacho de mi padre escuchando algo que para mí solo ocurría en las novelas.
-Sabes que no me gusta andar con rodeos, soy un hombre de negocios, con una reputación intachable que mantener, te casaras este fin de semana-mi padre usaba un tono implacable
Al principio me reí muchísimo, pero él no mostró ninguna expresión, por lo que pude entender que no estaba jugando.
-¿Qué estás diciendo? Acaso te volviste loco, no quiero casarme «¡Maldita sea!»-grite muy fuerte, pero jamás espere su reacción.
Su mano se estampó en mi mejilla, haciéndome girar el rostro, mi padre me había abofeteado, mis uñas se encajaron en mis manos rompiendo la piel, mi cara ardía por el golpe.
-Maximus, por favor, no es necesario llegar a estos extremos.
Por fin mi madre había dicho algo, durante estos veinte años jamás la había escuchado desobedecer al jefe de la. Familia.
-Cállate Eleonor, o quieres que adelante tu dosis- Mi pobre madre perdió color, sabía que él le pegaba, muchas veces la escuche gritar, quise defenderla, pero ella jamás lo permitió, este era mi momento.
-Te juro que si vuelves a tocar a mama, te mataré, me importara muy poco que seas mi padre, no te tengo miedo, con esto-señale mi mejilla -acabas de acabar con el poco respeto que te tenía, no eres nadie padre, no me casaré.
-No te estoy preguntando, es una orden, además tu misma firmaste elacuerdo-Sonreía con malicia, ¿cómo pasamos de ser un ángel a ser un demonio? ¿ quién era este hombre que estaba hablándome?
-¿De qué estás hablando?
-Firmaste un acuerdo con la Familia Ferner, fue aquella noche donde suplicaste estudiar arquitectura, ahora debes pagar el precio.
El busco los documentos y me los entrego, tome los papeles, leí detenidamente era cierto, había firmado un acuerdo con esta familia, debía casarme con su hijo, en el plazo pautado, y esa fecha era el sábado.
¡Cómo pude ser tan tonta!
No dije ni una sola palabra más, lo único que hice fue salir corriendo de ese despacho, corrí con todas mía fuerzas escapando de esa casa, de esa prisión, corrí como loca, hasta que pude parar un taxi, le dije al conductor que me llevara a un lugar donde pudiera acabar con mi vida y así fue.
Treinta minutos después, estaba entrando por las puertas de un club nocturno, al principio mis intenciones eran ahogarme en alcohol, pero con unas cuantas copas de más, tome la peor decisión de mi vida.
Soy Samantha trevelian y esta es mi historia...