Instalar APP HOT
Inicio / Adulto Joven / El Zorro Rojo
El Zorro Rojo

El Zorro Rojo

5.0
5 Capítulo
32 Vistas
Leer ahora

Acerca de

Contenido

En Avakin, ser la líder de una banda de narcotráfico importante te convierte en un imán para todo tipo de intereses. Ya sea que busquen tu dinero o tu cabeza como un trofeo, siempre habrá alguien que quiera algo de ti. Esta es la realidad que enfrenta Lady, una mujer poderosa que conoce bien el juego de la supervivencia en ese tablero. Estas historias están basadas en los recuerdos de el rol de Lady Manzanas y relatos de algunas personas a quienes ella conoció durante su rol en AvakinLife. Como en todas las historias que provienen de el rol, hay en ellas algo de realidad y algo de ficción. Y, como en todas las historias de ficción, hay en ellas algo que es profundamente verdadero.

Capítulo 1 Hilos- Parte 1

Ciudad de Avakin, son las 00:23 de la madrugada.

La Ciudad de Avakin era conocida por su vibrante vida nocturna, donde la música resonaba en cada esquina y los artistas callejeros llenaban el aire con su talento.

A pesar de la hora tardía, los restaurantes seguían abiertos, los edificios altos y modernos se alzaban majestuosamente, creando un horizonte impresionante bajo la lluvia. En cada esquina, las tiendas de moda y boutiques permanecían iluminadas, invitando a los amantes de las compras a explorar sus elegantes escaparates.

La música era fuerte y las luces brillaban en la entrada del club mientras la gente esperaba en la puerta para poder conseguir su hueco dentro del club.

Una chica llamada Lady caminó hacia la puerta. Vestía desapercibida, una sudadera y unos jeans ajustados. Su cabello pelirrojo y ondulado le caía por encima de los hombros y sus ojos azules verdosos iluminaban en la oscuridad. Lady observó a la multitud animada que esperaba afuera del club. Mientras se acercaba, pudo escuchar fragmentos de conversaciones emocionadas y risas contagiosas.

Cuando llegó a la entrada, el portero ni si quiera la detuvo, parecía conocerla, así que ella entró sin hacer cola y sin identificarse.

La noche estaba recién comenzando. La atmósfera era vibrante y energética. La multitud se movía al ritmo de la música. El ambiente del bar era oscuro y lleno de humo. La música sonaba fuerte en los altavoces y la gente hablaba a gritos para hacerse oír. Lady se sentó en una de las sillas altas de la barra y enseguida la atendieron.

"¿Qué te pongo, guapa?" preguntó un camarero con una sonrisa coqueta.

"Whisky", respondió Lady con un tono frío y distante.

El camarero asintió y rápidamente preparó un vaso de whisky, deslizándolo frente a ella con elegancia. Lady tomó el vaso entre sus manos, sintiendo el calor del licor contra su piel.

Mientras saboreaba cada sorbo, observaba atentamente a los demás clientes que disfrutaban de la noche en el club.

Mientras tanto, la música seguía vibrando en el ambiente, envolviendo a todos en su ritmo hipnótico. La pista de baile se llenaba de personas que se movían al compás de la melodía, dejando atrás sus preocupaciones y entregándose por completo a la noche.

"La tengo... Se acaba de sentar." Confirmó un hombre alto y musculoso a través de un pinganillo.

Brian y su hermano mayor, Paco, unos gatos mellizos, estaban escondidos entre la multitud, sentados en unas butacas.

"No me lo puedo creer, hermano." Decía un gato amarillo y blanco. "Es ella de verdad." Decía casi en voz baja y emocionado.

"Cállate, Brian." Contestó su hermano mayor, de color negro.

"¿Y solo tenemos que matarla y... ya?"

El gato negro suspiró y dijo: "No, no vamos a matarla aún. Tenemos que esperar a que llegue el momento adecuado".

Brian no podía creer que finalmente la habían encontrado. Habían estado buscándola durante meses y ahora que estaba justo enfrente de ellos, no podían hacer nada hasta nueva orden de su jefe.

Ambos gatos se miraron, compartiendo una mezcla de emoción y ansiedad. Sabían que el destino de Lady estaba en sus manos, pero también entendían que debían actuar con cautela y seguir las instrucciones al pie de la letra.

Mientras tanto, Lady continuaba disfrutando de su whisky, ajena a la mirada penetrante de los dos gatos desde la distancia. Su mente divagaba entre las luces parpadeantes y la música envolvente, tratando de evadir cualquier pensamiento preocupante. Sin embargo, su mirada se dirigió a un grupo de jóvenes que parecían pasarlo bien bebiendo.

"¡Venga, un trago más!" Insistió un joven con acento latino a su acompañante.

"¡Sí, por favor!" Añadió otro joven medio conejo con entusiasmo.

"Está bien." La chica, también con acento latino, se levantó con un chupito en la mano. "Por nosotros." Brindó, un poco tambaleante.

Los dos amigos brindaron con ella mientras Lady los observaba desde lejos, sin prestarles mucha atención.

"¿Vienes mucho por aquí?" Le preguntó a Lady el camarero.

Lady hizo un gesto de confusión en su rostro. "Hmm... No mucho." Mintió.

"Es la primera vez que te veo."

"Sí, la verdad es que trato de mantener un perfil bajo." Vaciló Lady. "No me gusta llamar la atención."

"¿Eres espía o algo por el estilo?" Le preguntó el camarero, siguiéndole el juego.

"Si, algo así." Respondió Lady, tomando un sorbo de su bebida.

El camarero sonrió. "Ah, bueno, pues no creo que este bar le sirva de mucho. Si necesitas algo, solo avísame."

"Este es el momento, está distraída. Actuemos" dijo aquel hombre grande y fuerte con determinación. Los gatos recibieron el mensaje y se prepararon para la acción. Se acercaron lentamente, decididos a poner fin a la vida de Lady. Pero de repente, alguien se adelantó.

"Eh, tú" intervino un hombre desconocido que apareció detrás de Lady.

"¿Quién es ese? " preguntó Brian con curiosidad.

"Retirada, Brian, retirada" respondió Paco con un tono de advertencia en su voz.

Lady giró un poco la cabeza para comprobar que se le estaba hablando a ella.

"Sí, tú" recalcó aquel hombre desconocido mientras le agarró bruscamente del hombro y la giró hacia él.

"Hoy no...", Susurró Lady mientras se liberaba del agarre del hombre.

El camarero, confundido por la situación, decidió intervenir.

"¿Sucede algo, señor?" preguntó en tono calmado.

"Si... Sucede que no le deberías de servir a esta maldita rata." Dijo el hombre desconocido con odio en su voz.

"¿Perdón?" El camarero estaba aún más confundido.

"Esta zorra de aquí no merece que le sirvan en ningún lugar de Avakin." Continuó el hombre con su mirada fija en Lady.

"Señor, si tiene algún problema, puede pedir la hoja de reclamaciones. Pero no moleste a los demás clientes." Respondió el camarero tratando de calmar la situación.

"Por culpa de esta zorra, entra y sale tanta droga como ella quiera de Avakin. Gente se juega la vida, gente ha muerto, para que ella viva con lujos." El hombre desconocido siguió hablando con odio en su voz.

El camarero trató de calmar al hombre, "Lo siento, señor, no puedo hacer nada al respecto. Ella es una clienta como usted."

El hombre se enfureció y agarró al camarero de la camisa, arrastrándolo sobre la barra hasta quedar cara a cara. "Escúchame, muchacho. No sé si sabes quién es ella, pero es una mujer peligrosa. Hace creer que ayuda a la gente, pero en realidad solo la destruye", le dijo en un tono amenazador. "Mi...Mi mujer falleció en manos de ella y su negocio."

Lady intervino, "¿Quién es la persona de la que hablas?".

"Martina", respondió el hombre, "ella murió trabajando para ti."

"Siento mucho su pérdida, pero no recuerdo a ninguna Martina", respondió Lady con calma.

"¿Cómo puedes decir eso? ¡Trabajó seis años para ti!", gritó el hombre enojado.

"Si trabajó tanto tiempo en mi empresa, entonces supongo que hizo un buen trabajo", respondió Lady con indiferencia.

"Nunca debió trabajar para ti. ¡NUNCA!" exclamó el hombre furioso.

"Yo no la obligué a trabajar para mí", respondió Lady en un tono frío.

El hombre, harto de escuchar sus frías palabras, se acercó a Lady con intención de golpearla, apretó su puño lleno de rabia y desprecio. Pero antes de que pudiera siquiera mover su brazo, una enorme mano se interpuso entre ellos, deteniendo su ataque.

"Se está equivocando", dijo una voz profunda y firme. Era el dueño del club, un panda alto y musculoso que emanaba autoridad. "Si tiene algún problema con alguien en este lugar, puede presentárselo a mis empleados. Pero no permitiré que se comporte así en mi establecimiento".

El hombre se quedó sin palabras, y también lo hizo el camarero. "Este hombre está arrepentido", dijo el panda a Lady, examinando al hombre y ajustando su chaqueta. "¿Verdad?"

El hombre, finalmente, rompió su silencio y con lágrimas en los ojos, acusó a Lady de ser una asesina. "Hace falta alguien en Avakin que te pare los pies", dijo antes de marcharse, dejando atrás la tensión que había causado.

"Hola Jeffry."

"Hola Lady." Contestó el panda grandullón mientras tomaba asiento a su lado.

"¿Le pongo algo, señor?" Preguntó el camarero. "No, no. Gracias" Respondió Jeffry.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó Lady, mientras tomaba un sorbo de su copa.

"Presentí que estarías en este lugar. Te ha venido bien mi presencia", dijo Jeffry mientras miraba de reojo hacia atrás.

Lady sonrió, agradecida por la presencia de su socio y amigo en aquel momento. "Lo tenía controlado".

"¿Te ibas a dejar pegar?", preguntó Jeffry con una ceja levantada.

Lady no contestó y tomó otro sorbo de su copa mientras se perdía en sus pensamientos. Jeffry sabía que ella había sido muy dura consigo misma durante mucho tiempo, y que esto la estaba dejando mentalmente agotada.

Jeffry respiró hondo. "Tienes una reunión mañana por la mañana."

"¿Con quién?", preguntó Lady, curiosa.

"Un tal Roberto, está empezando en el mundo de las mafias. Necesita un empujón. Yo, por mi parte, me voy a California."

"¿A California?" Lady levantó la vista hacia Panda, sorprendida.

"Sí, tengo un científico interesado en ofrecerme recetas nuevas. Será una buena inversión. Estaré fuera un tiempo."

"Pues, buena suerte entonces", contestó Lady mientras bebía otro trago.

"No deberías beber más", dijo Jeffry mientras le quitaba la copa de la mano. "Ni ir por ahí desprotegida."

"Se cuidar de mí misma", respondió Lady con una sonrisa irónica.

Jeffry notó la expresión de cansancio en su rostro. "Mírate... No estás durmiendo nada.." Dijo mientras le agarraba la cara para ver sus ojeras de cerca. Lady no contestó, así que Jeffry decidió hacer algo al respecto. Sin decir nada, sacó una pistola y la puso en la barra. Lady la tomó rápidamente y la guardó, asegurándose de que nadie la viera.

"Nos vemos cuando vuelva." Dijo Jeffry mientras se levantaba del asiento. Le puso la mano en la cabeza en señal de despedida. "Cuídate, Lady..."

Ella asintió con la cabeza, agradecida por la preocupación de su amigo. A pesar de su apariencia dura y autosuficiente, sabía que en el mundo en el que se movían, cualquier precaución era poca.

"¿Quién era ese?" preguntó Brian, curioso.

"Ese es Jeffry, idiota. Es el socio más antiguo de Lady", respondió Paco, un poco molesto por la falta de conocimiento de su hermano y compañero.

De repente, el pinganillo de Paco empezó a sonar. "¿Lo habéis hecho ya?" preguntó una voz ansiosa al otro lado.

"No, misión fallida. Es difícil acercarse a ella ahora, va armada", respondió Paco, preocupado por la situación.

"¿Pero qué...? ¡El jefe os va a matar a los dos!" exclamó la voz del otro lado, llena de frustración y enojo.

Paco y Brian se miraron con temor, sabían que habían fracasado en su misión y que las consecuencias serían terribles. Pero ya no podían hacer nada, solo esperar lo que vendría.

"Perdona por todo este jaleo", dijo el camarero mientras se disculpaba con Lady. Él se acercó a ella y ella le soltó dinero en la barra para pagar la bebida que acababa de pedir. "Así que... Jefa de una mafia. ¿Eh?" El camarero se acomodó detrás de la barra, tratando de mantener una conversación casual. "Menos mal que llamar la atención no era tu punto fuerte."

Lady permaneció callada mientras observaba a su alrededor, tratando de mantener un perfil bajo. "¿Y, es cierto?" preguntó el camarero, refiriéndose a las acusaciones del hombre anterior.

"¿Te pagan por servir a los clientes o para interrogarlos?" respondió Lady con un tono frío.

"Ah... P-Perdona... Es que....nunca había... conocido a una...", tartamudeó el camarero, tratando de excusarse. "Me llamo Edu. Soy nuevo en Avakin, no conozco mucho la ciudad, este es mi primer trabajo aquí así que, todavía me estoy acostumbrando a cómo es la gente de este lugar.", explicó Edu en un intento de hacer amistad.

Lady apenas le prestó atención, su mirada se desvió hacia los tres jóvenes que le robaban la atención de manera disimulada.

"No me siento muy bien..." Dijo la joven, mientras se tambaleaba un poco. El chico y el conejo, que parecían tener alrededor de 19 años, la tocaban de manera inapropiada. "Me gustaría irme a casa..." Murmuró ella. "Vamos al coche." Respondió uno de ellos. El chico y el conejo ayudaron a la joven a levantarse del sofá, la agarraron con torpeza y comenzaron a caminar hacia la salida.

"No sabía que fueras amiga del jefe," dijo Edu mientras limpiaba la barra. "¿Vienes mucho por aquí?"

"Ya me preguntaste eso antes." respondió Lady con indiferencia.

Edu la miró con curiosidad, pero Lady se levantó de repente, dejando el vaso casi lleno en la barra.

"¿Ya te vas?" preguntó Edu, sorprendido por la repentina partida de la mujer.

"Cuídate, Edu." Contestó Lady mientras se desvanecía entre la multitud.

Edu la vio alejarse del club con un sentimiento de frustración. A pesar de que solo había hablado con ella durante unos minutos, había algo en esa mujer que lo intrigaba.

Los tres jóvenes bajaban las escaleras del club, la chica parecía mareada y desorientada.

"No me encuentro bien..." Susurraba la joven. "Tranquila, todo está bien." Le decía uno de los chicos mientras la sostenía. Salieron del club y caminaron hacia un garaje cercano.

Lady observó la escena desde arriba, sintiendo que algo no estaba bien. Se puso la capucha y siguió a los jóvenes hasta el garaje, manteniéndose oculta para no llamar la atención.

"Vamos, súbete". Pero la chica se negó: "No, me voy a casa chicos". "No, no te vas", insistió el joven agarrándola. La chica intentó escapar, pero el conejo la agarró del pelo y la empujó hacia el coche. La chica gritaba pidiendo ayuda mientras los dos chicos la obligaban a subir a la fuerza. Lady los observaba desde lejos, se acercó lentamente, evaluando la situación. Sabía que tenía que actuar rápido, así que se acercó sigilosamente hacia ellos, preparada para intervenir.

Lady se acercó sigilosamente al coche y trepó sobre el techo, manteniendo su pistola lista en caso de que algo saliera mal. El Conejo notó su presencia y sacó la cabeza por la ventana trasera, observando a Lady con sorpresa.

"Eh... Gabriel" dijo llamando a su amigo. "Hay alguien encima del coche".

Gabriel salió del coche rápidamente y se quedó boquiabierto al ver a Lady apuntando con su pistola hacia ellos.

"¿Qué demonios estás haciendo?" exclamó Gabriel, tratando de mantener la calma. "¿Te has vuelto loca? Bájate del coche ahora mismo".

Lady no dijo nada, manteniendo su mirada fija en Gabriel mientras sostenía la pistola con firmeza.

"¿Qué es eso?" Señaló el conejo a la pistola. "¿Te trajiste una pistola de juguete?" Bromeó con risas, tratando de quitársela. Pero Lady agarró su cabeza y la golpeó contra el coche, haciendo que sangrara por la frente. "¡AH!" Gritó de dolor el conejo.

"¡Mierda!" Reaccionó Gabriel.

La chica aprovechó para salir corriendo. Lady se acomodó en el techo del coche mientras miraba al conejo sangrar.

Lady se mantuvo en silencio, dejando que el sonido de la brisa fuera la única banda sonora de la escena. Su expresión tranquila ocultaba la furia que ardía en su interior. Observó al conejo con desprecio mientras él seguía sangrando.

"Los conejos nunca me han gustado", dijo con voz calmada. "Tan pequeños y dulces, pero nunca son de fiar".

El conejo se rió de ella, tratando de desafiarla. "Que te jodan, puta zorra", escupió.

Gabriel intentó calmar las cosas, diciéndole a su amigo que se pondría bien, pero el conejo no quería escuchar. "¡Que te jodan a ti también, Gabriel!", gritó antes de salir corriendo.

"Se ha ido..." dijo Lady con una sonrisa en los labios. Gabriel se giró y la miró fijamente. " ...Tu amigo...Se fue." Recalcó Lady con tono de burla. "Supongo que no era tan amigo tuyo como pensabas."

Gabriel avanzó hacia ella, decidido a hacerla bajar del coche a la fuerza. Pero Lady estaba preparada. Con un rápido movimiento, le dio una patada en la cara que le dejó la nariz rota y sangrando.

Gabriel se tambaleó hacia atrás, gritando de dolor.

Lady se bajó del coche y se acercó a Gabriel con lentitud, como si disfrutara de cada momento de su sufrimiento. "¿Qué edad tienes?" preguntó ella, con una sonrisa en los labios.

"¡Aaaah!" gritó Gabriel, intentando contener las lágrimas.

Lady lo agarró por el pelo y lo obligó a mirarla a los ojos mientras le apuntaba con su pistola. "Mírame bien, ¿Cuántos años tienes?" preguntó de nuevo.

Gabriel tragó saliva con dificultad y respondió: "Diecinueve, tengo diecinueve años."

"Perfecto", dijo Lady con frialdad. "Ahora quiero que cojas el teléfono y llames a tu madre. Y le vas a contar todo lo que has hecho. Todo lo malo que has estado haciendo." Gabriel titubeó, pero Lady le apretó el gatillo de la pistola contra su cuello. "¡Hazlo ya!" ordenó ella.

Gabriel dirigió su mano hacia el bolsillo, listo para agarrar el teléfono, pero antes de alcanzarlo, su movimiento se vio interrumpido por un instinto de defensa. Sin pensar, su codo impactó en el ojo de Lady.

"¡Ah!" Lady se llevó la mano al ojo, aunque no sintió un gran dolor, fue suficiente para desconcertarla por un momento. Aprovechando la oportunidad, Gabriel decidió escapar rápidamente. Sin embargo, Lady se recuperó en un instante y...

<<¡PUM!>> El sonido ensordecedor resonó en el aire cuando Lady apretó el gatillo, rozando la pierna de Gabriel y haciendo que perdiera el equilibrio, cayendo al suelo y soltando un grito de dolor. Mientras Gabriel luchaba contra el dolor y la sangre, Lady se acercó rápidamente a él. "Fallaste..." susurró Gabriel con una sonrisa, tirado en el suelo mientras intentaba detener la hemorragia.

"No..." respondió Lady, superando su sorpresa. "...De hecho, te di justo donde quería." Lo agarró del suelo con firmeza. "Te vienes conmigo."

Gabriel se encontraba sin fuerzas para resistirse y su pierna sangraba profusamente, lo cual le impedía continuar huyendo.

Lady abrió la puerta del maletero de el coche de Gabriel, y sin pensarlo dos veces lo metió dentro mientras él estaba casi desmayándose por la gran pérdida de sangre. Arrancó el auto y se fue de el parking.

AL DÍA SIGUIENTE

Lady abrió los ojos de golpe al escuchar su nombre ser gritado por una voz aguda y conocida. "JEFA", llamó la joven Anaís, de ojos grises y pelo claro. Lady, aun adormecida, respondió con voz ronca, "¿Qué pasa?"

"¡Son las 8 de la mañana!" informó Anaís con un tono de indignación en su voz.

Lady inspeccionó con la mirada su habitación. "¿Dónde estoy?" se preguntó, mientras se volvía a recostar en su cómoda cama, intentando seguir durmiendo. "Pero, ¡serás vaga!" reprendió Anaís, indignada. "¡Anaís, por favor, deja de gritar!", pidió Lady, tapándose la cabeza con la almohada.

"No puedes seguir durmiendo, tienes una reunión importante hoy", recordó Anaís, exasperada. "Panda me llamó en la madrugada", añadió, refiriéndose a Jeffry, el jefe de la organización secreta de investigación PandaORG, y amigo de Lady desde hacía años.

"¿Una reunión?" preguntó Lady, incorporándose de golpe. "¡No, no, no! ¡Ya se me hace tarde!", exclamó mientras corría al baño para ducharse.

"Eso..." Anaís se acomodó en la cama de Lady mientras ella se daba una ducha rápida. "...Quítate el olor a alcohol..."

En ese momento, el teléfono de Lady comenzó a sonar y Anaís lo agarró para comprobar quién era. Al ver que se trataba de Jeffry, también conocido como Panda, no pudo evitar soltar una carcajada. Lady tenía una habilidad especial para apodar a las personas y el mote de "Panda" se lo había puesto a Jefry en el momento en que se conocieron.

Jefry, el jefe de la organización secreta de investigación PandaORG, era un hombre alto, fuerte y muy inteligente. Con 30 años, era tres años mayor que Lady y se había convertido en su socio más antiguo y de mayor confianza desde que se conocieron cuando ella tenía apenas 15 años. La llamada de Jefry denotaba cierta urgencia y Anaís no pudo evitar comentar: "Es tu novio. Parece ansioso por hablar contigo".

Lady salió rápidamente de la ducha y se dirigió a su armario, tratando de ignorar el comentario de Anaís. "No es mi novio", repitió con un suspiro, sabiendo que no sería la última vez que tendría que aclarar ese punto.

Anaís se encogió de hombros y se tumbó en la cama, observando a Lady mientras se vestía. Era una mujer impresionante: pelirroja, de 1,60 de altura y con un cuerpo que hacía girar cabezas. Pero lo que más llamaba la atención era su piel, suave y brillante, como si estuviera hecha de fuego.

Ambas bajaron a la cocina, el aroma a café recién hecho invadió el ambiente. "¿Me despiertas y no me haces el desayuno?" Lady bromeó, mientras se servía una taza de café.

"No soy tu sirvienta. " respondió Anaís con una sonrisa en el rostro.

"Ah, pero vives aquí de gratis." replicó Lady, mientras se preparaba leche con cereales sin azúcar, ya que el azúcar le sentaba mal.

"La idea de apadrinarme fue tuya." reprochó Anaís.

"Dame las gracias." dijo Lady con una sonrisa. "Si no llega a ser por mí, seguirías en ese orfanato, criando ratas y con 5 enfermedades venéreas. Al menos recoge tus mierdas."

"¿Y de qué es esa reunión tan importante de la que habla tu novio?" preguntó Anaís, mientras se servía una taza de café.

"Que no es mi... Ajj...Anaíííísss. Ya te lo he dicho un millón de veces." dijo Lady con un tono de fastidio.

"Ustedes siempre andan juntos. Parecen novios." señaló Anaís con una sonrisa pícara.

"Es nuestro trabajo." aclaró Lady.

"Ya pues no te vendría mal un novio." bromeó Anaís. Lady le miró mal. "Pensaba que cultivabas hierba, no que ibas de aventuras como Finn y Jake."

"Ser jefa de una mafia tan grande como la nuestra, mi querida Anaís, requiere de cuidados." dijo Lady con un tono serio.

Anaís se rió. "Qué bien cuidas tus asuntos, Lady." Dijo sarcásticamente. "Pero en serio, ¿no tienes ni una pista de qué trata la reunión?"

Lady suspiró. "Solo sé que es algo importante. No me gusta que me tengan en la curiosidad, pero así es el negocio. A veces es mejor no saber."

"¿Te preocupa algo en particular? Tengo la sensación de que no estás descansando bien últimamente." Preguntó Anaís.

"Anaís, en este trabajo te preocupa todo porque problemas es lo único que tienes. Y sobre lo de descansar, nunca descansas. Tienes que dormir con un ojo cerrado, uno abierto y el otro apretado por si acaso. "

"Jajajaja"

"Recoge tu mochila, nos vamos." Ordenó Lady.

Anaís subió corriendo las escaleras y se dirigió a su habitación. Con habilidad, agarró una mochila y unos auriculares de Apple y bajó al garaje. Lady la estaba esperando dentro de un Range Rover rojo.

A pesar de su soledad, Lady no se sentía sola en la vida. Tuvo a Mishima Aiko, la antigua jefa del Zorro Rojo, quien la entrenó desde los 15 años y le enseñó todo lo que sabía. Aiko se convirtió en la figura materna de Lady, aunque nunca lo asumió de forma oficial.

Los entrenamientos de Aiko fueron duros y exigentes, pero formaron a Lady en la persona que es hoy. Lamentablemente, Aiko fue asesinada brutalmente a manos de los WEEDS, una mafia rival, y Lady se convirtió en la heredera del imperio del Zorro Rojo después de su muerte, ya que Aiko no tenía familia cercana.

Lady llegó a las oficinas del Zorro Rojo después de dejar a Anaís en el gimnasio.

Avakin pensaba que el Zorro Rojo era una empresa de manzanas legítima. Sin embargo, lo que no sabía era que en realidad se trataba de una de las mafias de contrabando de drogas más famosas de toda Europa y la más conocida en Avakin.

Pero para Lady eso no era suficiente, ella quería más y no le importaba cuántas personas murieran en el proceso para lograr lo que deseaba. Al menos, así pensaban sus detractores.

Para muchos, Lady era un modelo a seguir, alguien a quien admirar por todo lo que había logrado después de la muerte de Aiko.

Sin embargo, para otros, era un objetivo, una amenaza y un peligro. Muchas personas querían eliminarla.

Un hombre de traje negro y corbata roja estaba sentado en la mesa de su lujoso despacho, con una expresión fría en su rostro mientras observaba a Paco y Brian, quienes se encontraban de pie frente a él, sudando y temblando de miedo.

El jefe permaneció en silencio, disfrutando de la incómoda tensión en el aire. Finalmente, habló con una voz grave y amenazante.

"Estoy pensando", dijo, haciendo una pausa dramática. "La manera en que voy a mataros... PUTOS GATOS. No sirven ni para mierda".

Brian levantó la cabeza, alerta, mientras Paco parecía a punto de desmayarse.

"No me puedo creer que me confiara de ustedes", continuó el jefe con desprecio. "Se os mandó una misión y no pudieron cumplirla. Ya saben cuál era el trato".

"Jefe, no fue nuestra culpa", balbuceó Paco, luchando por controlar su miedo. "Había mucha gente, no pudimos llegar al objetivo".

Brian asintió con fuerza, respaldando a su compañero.

"Pero me vale de quién fuera la culpa", dijo el jefe, levantándose de su silla y caminando hacia ellos. "La verdad es que fallaron y deben pagar las consecuencias".

En ese momento, un hombre musculoso entró en la habitación, y los dos gatos temblaron al reconocerlo como Peter, el ejecutor del jefe.

"¿QUÉ? " exclamaron Paco y Brian al unísono.

"NO, NO, ESPERA UN MOMENTO " pidió Paco.

"Acaba rápido con ellos" ordenó el jefe, impasible.

"¡ESPERA, POR FAVOR!" suplicó Paco, temblando de pies a cabeza.

"¡NO QUIERO MORIR VIRGEN!" gritó Brian, visiblemente afectado por la idea de su inminente muerte.

"PODEMOS AYUDAR EN ALGO MÁS" añadió Paco, desesperado por encontrar una manera de salir de esa situación.

"Suéltalos "ordenó el jefe, y Peter obedeció de inmediato.

La orden del jefe pareció haber surtido efecto en Peter, que dejó de arrastrar los cuerpos de los dos gatos por todo el piso.

"¿Qué saben?" preguntó el jefe con tono serio.

"Sabemos con quién trabaja" confesó Paco con la voz temblorosa.

El jefe frunció el ceño, visiblemente interesado en la información que los gatos tenían que ofrecer.

"Habla" dijo el jefe, dando un paso hacia adelante.

"Trabaja con "H" " respondió Paco, sintiendo un ligero alivio al ver que el jefe no había ordenado su ejecución inmediata.

El jefe se quedó en silencio, procesando la información que Paco había revelado. Los ojos de Peter, el matón de la organización, seguían clavados en los dos gatos mientras éstos trataban de recuperar el aliento.

"¿H?", preguntó finalmente el jefe, con una voz tan fría como el acero.

"Sí, H", confirmó Paco, tratando de mantener la calma. "Él anda de infiltrado en los zorros."

"¿Infiltrado de quién?". Preguntó el jefe.

"Trabaja para Roberto...". Confesó Paco. "Al parecer, Roberto lo tiene amenazado." Paco le propuso contactar con él, y pagarle una buena suma de dinero, a cambio de información valiosa sobre los zorros.

El jefe frunció el ceño, pensando en lo que Paco acababa de decir. Si podían conseguir información valiosa de Lady y su banda a través de H, podría ser la oportunidad que habían estado esperando para acabar con ellos de una vez por todas.

"Está bien, Paco. Pero asegúrate de contactar a H con discreción y hazle saber que estamos dispuestos a negociar. Y recuerda, si intenta engañarnos, no habrá una segunda oportunidad."

Paco asintió, agradecido por haber salvado su vida y la de Brian. Ambos salieron del despacho, todavía temblando por la experiencia que acababan de vivir.

Mientras tanto, el jefe se quedó solo en su despacho, sopesando las posibilidades que se abrían ante él gracias a la información de Paco. Sabía que Lady era una de las mafias más poderosas de la ciudad, pero también sabía que ningún imperio dura para siempre. Y si tenía la oportunidad de acelerar el proceso de su caída, no dudaría en aprovecharla.

Paco y Brian salieron del despacho y se adentraron en las calles de la ciudad, con la mente en el paradero de "H". Mientras caminaban, Brian parecía estar en su mundo, pero Paco seguía preocupado.

"¿Cómo encontraremos a H?" pensaba Paco. Brian, al notar la inquietud de su amigo, intentó animarlo.

"Quizás el camarero del club sabe algo", dijo Brian. "Anoche vi a Lady hablando con él y parecían tener mucha confianza".

Paco se iluminó al escuchar esto. "Es posible que el camarero trabaje para Lady", dijo. "Si ese camarero sabe algo, tenemos que hablar con él".

Pero luego se dio cuenta de un problema. "Pero ¿cómo podemos acercarnos a él sin levantar sospechas? Dos extraños preguntando por H parecería extraño".

Brian asintió, pero luego tuvo una idea. "Podemos fingir que estamos interesados en trabajar para Lady. Quizás así, el camarero nos dará la información que necesitamos".

Paco se mostró un poco escéptico, pero luego asintió. "Es un riesgo, pero es lo único que tenemos en este momento. Confío en que podamos manejarlo".

Los dos hermanos continuaron caminando hacia el Club Sundown, con la esperanza de que su plan funcione y puedan encontrar a "H".

Seguir leyendo
img Ver más comentarios en la APP
Recién lanzado: Capítulo 5 Hilos- Parte 5   08-14 09:40
img
MoboReader
Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY