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Isabella, una mujer quien se ha casado por conveniencia, intenta hacer todo lo posible para que su ser amado, la vea con amor, sin embargo, Damian, no está dispuesto a hacer por ella, lo mismo que ella haría por el. Pero en cuanto, una solicitud llega a su vida, los sentimientos despiertan y con ellos la obsesión.
*No te dejaré ir, me perteneces*
Isabella, arreglo con sutileza su vestido de corte sirena, y miró su rostro con detenimiento en el gran espejo. Suspiró y de sus ojos verdosos brotaron un par de lágrimas.
Estaba feliz, sin duda. Pero, ¿Por qué su corazón se encontraba tan lastimado a pesar de ser el día que tanto había deseado que llegase?. Cualquier mujer, estaría feliz de contraer matrimonio con el hombre de quién está enamorada, pero, ¿Por qué lloraba sin detenerse?
-Vamos, deja de llorar Bella.
La mujer de cabello rubio, resonó sus tacones al caminar hacia ella. Tomó un par de toallas de papel y con cuidado la ayudó a limpiar sus lágrimas.
-Debes dejar de llorar. Lo que importa ahora mismo, es que ahora eres la señora Lloyd ¿Está bien?
-Madre, ¿Por qué me ha hecho esto?
Su madre se miró en el espejo, y retocó el labial de sus labios rosas.
-Quizás solo fue un accidente. Deberías preguntárselo
-Pero él... No quiso besarme, sin embargo, lo descubrí besando a una mujer. ¿Qué debería hacer madre? Esto me resulta doloroso, siento como si...
-Bella cariño, lo que te importa ahora, es que te has casado con él. Ahora, deja de llorar, retoquemos tu maquillaje y pongámonos en marcha. Estoy segura de que Damián está esperando por ti en el auto.
-No le agrado, madre. -Tragó un fuerte nudo- Damian, él nunca...
-¡Ok, es suficiente! Vámonos.
Isabella miró a su madre quien salió de la habitación, moviendo sus caderas con sutileza. Pensó que tal vez, ella estaría a su lado y le apoyaría ante sus sentimientos devastados, sin embargo, parecía que, estaba feliz tan solo con el hecho, de que su única hija llevase ahora el apellido Lloyd.
Es solo un jodido apellido... ¡Por supuesto! El apellido de la jodida familia más adinerada del país. Claro, sus padres habían planeado todo a la perfección, y finalmente, había contraído matrimonio con el amor de su vida, quien además es todo un patán.
Al bajar por el lujoso salón, en dónde se había realizado la ceremonia, entre las lujosas decoraciones, Isabella apreciaba los rostros de las personas, quienes tan pronto la vieron, murmuraron mientras la veían sin disimulo.
Genial, supongo que todos se habían enterado de todo. Ahora quedó como una tonta ante todos-Pensó y miró a su alrededor
-El auto está esperando por ambos. Debemos irnos ahora, quiero que toda esta ridícula celebración se vaya a la mierda.
Aquella gruesa voz hizo que un fuerte frío calara la espinal dorsal de Bella, quien lo miró a sus grisáceos ojos. Aquella dura mirada la observó por un par de segundos
-¿Qué esperas?
-Eh... Sí, vamos...
Bella, se despidió con apuro de todos. Caminó en compañía de Damián hasta adentrarse al auto: la mirada de él, permanecía fija en la ventanilla del auto, parecía que, por ningún motivo, su ceño se relajaría, y vería a Bella con ojos de amor.
-Bella yo... Te he visto a ti cuando...
-Cuando llegues a casa ve a tu habitación.
-Está bien... Pero ¿Podrías...?
-Deja de meterte en mis asuntos, Isabella. Recuerda que nuestro matrimonio es solo por conveniencia, nada más. No hay amor, no hay nada entre nosotros ¿Entendido?
Él la miró con hostilidad. Parecía que estaba a solo segundos de detener el auto y mandar todo a la mierda.
-Entiendo -Su voz se quebró, y bajo su mirada-Tienes razón.
-Entonces, has lo que quieras, pero, no te metas en mis asuntos, Isabella.
Con suaves cabeceos, asintió: ninguna palabra más fue pronunciada por parte de ambos. Bella, hacia su mejor esfuerzo por mantener su postura, sin embargo, deseaba con todas sus fuerzas llegar a la mansión.
Tan pronto el BMW se detuvo, Damián apresuró su paso cerrando la puerta del auto dejando a Bella dentro de este. Ella, sin poder soportarlo, derramó sus lágrimas; abrió la puerta del auto, y caminó con rapidez hasta entrar en la mansión. Esta permanecía de la misma manera que solía permanecer, no había decoraciones, ni celebración en ella. El estilo contemporáneo permanecía intacto.
Tan pronto entro a su habitación, lloró sin detenerse. Su corazón estaba lastimado, por lo que había presenciado y también, por sus duras y frías palabras.
-Bella, ¿Te encuentras bien?
Ella negó, y la mujer la abrazó y acarició su cabello: Bella no podía detener su llanto aunque lo desease.
-Bella, tranquila. Ven conmigo, te ayudaré a quitarte el vestido ¿Está bien?
Sin hablar, Bella se puso de pie. Retiro sus tacones, y Leith, bajo la cremallera de su blanco vestido.
Soy una tonta...-Pensó y limpio sus mejillas-Es suficiente, no puedo continuar llorando. Bella, tienes 25 años, quizás Damián pueda...
El agua tibia de la bañera humedeció su cuerpo, haciendo que lo tensó de este, se marcharía en segundos: ante el gran espejo ante ella, Bella se observó: poseía ojos verdes, rostro pequeño, nariz respingada en compañía de labios gruesos y cabello negro.
-No me veo mal... Entonces ¿Por qué no le gusto?
Miró con detenimiento sus curvas: senos medianos y firmes, al igual que su trasero. Se puso una bata de baño de color vino y salió de la habitación de baño tan pronto termino, pero, sus ojos se fijaron en los grisáceos ojos de Damián quien se encontraba en la espaciosa cama
-¿Qué haces aquí?-Habló y acarició sus brazos
-¿Qué? ¿Eres tan inocente que no sabes lo que ocurre en la noche de boda?
-Estoy consiente sobre eso, pero...
-Desnúdate.
Su cuerpo se tensó, ante la rapidez de sus palabras, no obstante, Bella deslizó el listón de su bata, y segundos después la abrió dejándola que se deslizara por sus hombros y terminará en el suelo. Damian la miró con detenimiento, y curvó sus labios en una falsa sonrisa.
Damian, abrió el listón de su bata de tono azul y dejo que por primera vez, Bella admirara su cuerpo: poseía blancos abdominales con una marcada V en él, además de que su miembro era del mismo tono rosa de sus labios.
-Ven aquí, ahora.
Con nerviosismo, Bella caminó hacia él, subió a la cama y él, halo su mano haciéndola caer a su lado para luego subir sobre ella: Damián miró los labios de Bella, pero tras apretar sus ojos con fuerzas y maldecir, bajo sobre ella.
-Vuelvo enseguida.
Él salió de la habitación y Bella cubrió su cuerpo con las sábanas de su cama: su corazón latía desbocado. Había sido la primera vez que veía el cuerpo de Damian, y además, la primera vez que ambos se encontraban en esa situación.
-Lo esperaré-Murmuró con una pequeña sonrisa.
Las horas avanzaron, y Bella aún esperaba por la llegada de Logan. Suspiró y cubrió su cuerpo nuevamente, incluso lo hizo con su rostro.
-¿Qué esperaba? Él no vendrá...
-Estaba ocupado.
Damian avanzó hacia ella, y tomó asiento a su lado: una vez más, Bella lo miró con impresión, y tomó asiento: su corazón latía con intensidad, y sus manos se encontraban frías, por ello, tomó las manos de Damián, quien esta vez frunció el ceño y sacudió sus manos con brusquedad.
Una vez más, aquella fría mirada se centró en Bella
-No me toques.
-Pero yo-
-¡Que no me toques, maldita sea!-Gritó, Bella cubrió sus oídos con temor-No te equivoques mujer, solo quise cumplir mi rol como esposo y hombre, sin embargo, creo que quedaré ante ti como un marica quien no pudo tocar el cuerpo de su esposa.
Bella bajó su mirada e intento no llorar, no obstante, su esfuerzo fue en vano.
-¿Por qué...? ¡¿Por qué me tratas de esta manera?!-Gritó y Damián sonrió amargamente
-¿No es evidente?
-¿Me odias...?-Susurró y el río
-Te odio.
-Eres un maldito idiota.
-¿Y qué ocurre con eso? Te has casado con un maldito idiota, ¿Acaso eso no te hace la esposa idiota?
-Este matrimonio nunca debió haber ocurrido. -Sollozó-¡Yo también te odio Damián Lloyd!
-No me importa.
-¡Nada te importa, maldición!
Él sollozó de Bella resonaba en la habitación: Damian la miró sin expresión, y tras chasquear su lengua dijo
-Eres una mujer extremadamente estúpida, ¿Gritas solo por sexo? ¿Que tan necesitada estás?
Bella lo miro impresionada. No era eso que ella deseaba
Él la empujó a la cama y con fuerza sujetó sus muñecas y la miró a sus ojos
-¡Déjame, no quiero que-!
Con voracidad, ambos se besaron. Era la primera vez, que un hombre la besaba de esa manera ten deseosa, por ello, Bella deslizo sus dedos por la mejilla de Damián.
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