Es increÃble lo que puede pasar cambiar el curso de tu vida con una decisión... Una decisión que a Susana la llevó a experimentar una noche alocada, que no fue más que él inicio de una vorágine de sentimientos y dudas. Cuando la vida le sonrÃe por primera vez, espectros del pasado regresan para hacer tambalear lo que tanto le costó construir, ¿Será Susana capaz de afrontar su pasado y salir victoriosa?
Sábado, 10 de febrero de 2024.
La cabeza me va explotar... no puedo levantarme, mejor dicho, no quiero hacerlo. Bostezo y me estrujo los ojos para despertarme, de pronto la respiración fuerte a mi lado me hace voltear como la niña del exorcista, lastimando mi cuello.
Abro los ojos como platos al ver la figura masculina que duerme plácidamente en... ¿dónde jodidos estoy? El pánico comienza a subir por mi garganta. No reconozco este lugar, no es mi modesto departamento. Aquà todo grita ¡lujo! ¡lujo! Y más ¡lujo!
¿Qué demonios pasó anoche?
Solo recuerdo...
Nada.
Mi mente está en blanco. ¿Cómo demonios terminé en este lugar? ¿y quién es el sujeto a mi lado?
Sin hacer ruido me levanto, la puntada en mi entrepierna me hace jadear de dolor. Anoche... anoche parece que me reacomodaron la matriz. ¡mierda!
Como Dios me trajo al mundo busco desesperadamente mi vestido, mis tacones y mi bolso. A varios metros de lo que parece la puerta de esta habitación hayo mis cosas junto a una tira de preservativos. En el piso están varios usados.
Eso... me produce asco...
Respiro profundo, me digo «Todo va estar bien, esto es solo un error de una noche y listo». En unos minutos vuelvo a mi triste vida y nada ha pasado. Me visto como puedo, el bostezo del hombre en la cama me hace respingar. No quiero voltearme... No quiero voltearme...
-Tranquila. Como te diste cuenta no soy un loco acosador.
-¡AAHHH! -exclamo asustada. Mi bolso y mis zapatillas caen al piso causando un estruendo...
El hombre de cabello negro bosteza, se estruja los ojos y una sonrisa burlona se dibuja en su rostro.
-Lamento interrumpir tu huida -me termino de acomodar, sin dirigirle la palabra. Este tÃo es raro, no hace más nada que verme desde su espaciosa cama. Una vez tengo calzado mis zapatillas, recojo mi bolso y me doy la vuelta para marcharme... me quedo paralizada al escuchar-. ¿Quieres desayunar?
-Eres raro de cojones -le digo con una sonrisa que no puedo ocultar-. ¿Quién me garantiza salir con vida de este lujoso penthouse? -frunce el ceño -. El hecho que seas un ricachón no quiere decir que no seas un psicópata feminicida.
La carcajada grave envÃa corrientazos por todo mi cuerpo... Su mirada profunda me hace temblar... Vaya que es guapo el condenado. Por lo menos no terminé en la cama del barrendero de mi calle, con lo loquilla que soy al excederme de copas, no me extrañarÃa.
-Mujer, eres graciosÃsima... Me han dicho cosas de cosas, pero psicópata y feminicida jamás -se relame los labios, cosa que me pone nerviosa porque no sé cómo terminé aquÃ, y mucho menos en cual jodido barrio de ricachones estoy-. Además, eso no decÃas anoche cuando te tenÃa entre mis brazos, guapa...
-¿Cómo? -cuestiono indignada por su cinismo...
Vuelve a reÃrse en mi cara cuando de seguro la mÃa no ha de ser nada agradable. Definitivamente a este hombre le faltan unos tornillos o de verdad es un psicópata que quieres dárselas de nice para luego despellejarme porque anoche no le dio tiempo.
-Acéptame el desayuno y asà nos conocemos...
Lo dudo...
Lo mejor es que vuelva a mi modesto departamento, me olvide de esto y no vuelva a ver este tÃo más nunca en la vida. Por primera vez me hago caso a mi razón... Salgo de aquel lujoso penthouse como alma que lleva el diablo. Al llegar a la recepción me doy cuenta que estoy en uno de los barrios más adinerados de Madrid...
-Vaya... Por una vez acerté al acostarme con un hombre.
Suspiro profundo y pido un taxi.
Quiero ir directo a mi casa, darme un baño y pasar todo el dÃa acostada. Ya mañana me tomaré el dÃa para arreglarme y estar de punta en blanco cuando me presente en la oficina.
Eso me hace sonreÃr.
Por fin conseguà un trabajo digno, con una paga digna. Solo hay una cosa que me hace fruncir el ceño y es... ¿Cómo jodidos terminé en este lugar de la ciudad? ¿Y qué demonios pasó anoche?
Domingo, 11 de febrero de 2024.
Me levanto con energÃa, con la vibras a mil. Mi felicidad se encuentra por las nubes. Recibo mensajes de mis amigas quienes me preguntan por mà guapo acompañante del viernes, al parecer ellas tampoco saben de dónde salió... Solo que estábamos brindado por una noche inolvidable y a las dos horas dije que iba al baño y aparecà con ese churri.
En fin... No le doy importancia.
Me pongo en movimiento, me preparo el desayuno mientras hago una lista mental de todas las cosas que tengo por hacer hoy: limpieza, arreglar mi ropa, exfoliar mi cuerpo, acomodar mi cabello, pintar mis uñas...
El tiempo se va en un abrir y cerrar de ojos para cuando me doy cuenta, caigo en mi cama con dos pepinos en los ojos y una mascarilla en el rostro.
Lunes, 12 de febrero de 2024
Es tanta mi ansiedad que estoy despierta mucho antes de que suene mi despertador. Me levanto corriendo al percatarme que me dejé la mascarilla más del tiempo debido.
¡Maldición!
Solo espero que a mi cutis no le haya pasado nada.
-Jesús, que no vaya a aparecer una aceituna ¡Por favor! -ruego con los ojos cerrados sin verme al espejo.
Cuando los abro finalmente, puedo respirar tranquila. Mi cara está intacta, sin imperfecciones. Mis mejillas parecer nalgas de bebé. ¡Suavecitas!
Me cepillo los dientes y corro a la cocina a terminar de preparar todo, la noche anterior dejé las cosas adelantadas para no tener que correr hoy.
Después de una hora estoy lista, me voy al espejo de mi modesta habitación. Pantalones negros, zapatillas ejecutivas, blusa blanca de botones y un blazer negro a juego con el pantalón.
Mis facciones se ven más pronunciadas al tener sombras cafés en los ojos, los pómulos contorneados y labios de un rojo perfecto, me echo mi perfume favorito de la marca de Orientica y salgo de mi habitación en busca de mi cartera y mi almuerzo.
Una vez en la salida de mi edificio saludo al guardia de seguridad con una amable sonrisa. Localizo mi pequeño auto, monto en él y pongo música.
-Cero nervios Susana, hoy es tu dÃa y debes comértelo -me infundo valor.
Cuarenta minutos después estoy aparcada en el estacionamiento de un lujoso edificio. Madre mÃa... esto es una pasada...
Los nervios quieren apoderarse de mi cuerpo, pero los mando a volar. No me arruinarán mi momento. Me reviso una vez más en el espejo retrovisor y bajo. Con paso seguro camino hacia el ascensor, saludo a la recepcionista. Las personas me escudriñan de arriba abajo mantengo mi cara en alto y marco el piso de Recursos Humanos.
Me deslizo hacia atrás para darle espacio a los que vienen entrando, luego de varios segundos el ascensor se pone en movimiento. En cada piso se va quedando personal. Este edificio es increÃblemente majestuoso. Para la primera entrevista tuve que cuidar que mi mandÃbula no llegase al piso con tanto lujo y elegancia, porque eso es lo que se respira entre estas paredes. Llego al piso de Recursos Humanos.
Reconozco algunos, los saludo y voy directo a hablar con RocÃo Flores, la chica con la que hablé cuando me presenté a la entrevista.
-Señorita Zambrano, buenos dÃas -me saluda con una amplia sonrisa-. ¿Preparada para ti primer dÃa de trabajo?
-¡PreparadÃsima! -exclamo nerviosa.
-Aprovechando que mi jefa no ha llegado, voy a hacerte un pequeño recorrido por la empresa. Me lo agradecerás, eso te lo aseguro.
Asiento.
-A estos tarados ya los conoces -dice en referencia a sus compañeros de trabajo. Una chica de cabello corto, negro azabache y mirada turbia, voltea los ojos-. Esa que me acaba de ver con ganas de asesinarme es Mónica Ruiz, mi mejor amiga y mano derecha de la Lcda. Saavedra.
-Cada que estés cerca de esta chica huye... -me dice Mónica... me las quedo viendo... ellas tienen una especie de humor negro-. Me lo agradecerás, si no terminarás en prisión.
RocÃo suelta a reÃr.
-Oye... no sé de que hablan, pero me gustarÃa escuchar como acabaron en prisión... -les digo, veo la hora en mi reloj y me doy cuenta que falta poco para que comience la jornada de trabajo-. No quiero ser grosera, pero podrÃas indicarme con quién voy a trabajar, siento que se me está haciendo tarde y lo menos que quiero es llegar tarde.
-Yo te llevo, porque si es por RocÃo llegarán tarde y el ogro terminará despidiéndote antes de empezar.
«¿Quéé? ¿Cómo que Ogro?». Me pregunto para mis adentros. Trato que el desconcierto no se note en mi rostro, pero fracaso estrepitosamente... las chicas se carcajean.
-¿No me digan que trabajaré para un viejo verde gruñón?
Se miran entre ellas... una sonrÃe con picardÃa mientras la sonrisa de la otra es burlona... no sé cómo interpretarlo. Desde la llamada del viernes me dije que mi vida iba a ser diferente, no quiero caer en la desesperanza.
-TÃa sonrÃe, es solo una broma -me aclara Mónica.
-Pues como humoristas se mueren de hambre las dos -muerdo el interior de mis mejillas para que no tiemble mi labio inferior.
-Vamos para que conozcas tu lugar de trabajo, tus compañeros y al ogro Sánchez.
Mónica viene conmigo, RocÃo se queda atendiendo la llamada de un familiar. En el ascensor me infunde ánimos y que no debo preocuparme por nada. Me quedo sorprendida por su cambio de aura, a simple vista parece una de esas chicas emo que no quieren ni que le hables, pero una vez entablas una conversación con ella es agradable.
Llegamos al piso ocho, donde solo están las oficinas de la Junta Directiva y la sala de reuniones. Las manos me comienzan a sudar, respiro profundo. Me digo que no hay por qué temer, no es mi primera vez un trabajo.
«Pero sà en uno donde hasta los empleados parecieran que cagaran lujo». Susurra una voz dentro de mÃ.
-Compartirás piso con las tres asistentes de los socios, y las dos asistentes de los hijos de los socios -me informa. SabÃa que el puesto era bueno por su paga. Imagino que nos han de remunerar bien por aguantarnos-. Como podrás deducir, trabajarás para uno de los hijos de los socios, tuviste suerte que no te tocó trabajar para un viejillo.
-Wow...
-Wow, vas a decir cuando veas al Ogro Sánchez. -me interrumpe.
-¿Por qué lo apodan asÃ? -pregunto con curiosidad, si no es un viejo verde, entonces ¿el tÃo es un petulante de mierda?
-No sé si quieras saberlo realmente querida, tu misma sacarás tus propias conclusiones.
Mónica me va presentado a cada una de las asistentes, algunas me ven bien, otras me escanean tres veces antes de darme la mano. Me lleva a unos cuantos metros de ellas. Veo el escrito con una computadora de ultima generación.
Me indica que ese va a ser mi lugar de trabajo, donde está el archivo de las cosas de mi jefe, y donde queda el baño.
-¿por qué la oficina de Iker Sánchez está lejos de los demás? -cuestiono al darme cuenta que estamos en otro pasillo, uno que da vista a la Gran Madrid.
De un momento a otro el ambiente se torna tenso, detrás de mà viene un olor muy masculino que me hace casi suspirar. Mónica está pálida, como si hubiese visto un fantasma, algo no anda bien aquÃ...
-Porque como comprenderá señorita Zambrano, no tolero a los intrusos. -ahora la que abre los ojos desmesuradamente soy yo.
Esa voz.
Esa voz.
Esa voz la conozco, maldición. Tengo miedo de voltearme. Producto de los nervios entierro mis uñas en las palmas de mi mano, me digo que es un sueño, pero no, no lo es, no se siente como un sueño. Sé a quién voy a encontrar tras de mÃ, me doy la vuelta esperando que sea una mala jugada, pero no...
¡NO PUEDE SER!
Mierda... no puede ser...
¡Me acosté con mi jefe sin saberlo! ¡Maldición Susana!
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