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Gabrielle es un respetado y conocido líder de la mafia italiana, un hombre despiadado, frío, cruel, al que no le tiembla la mano contra sus víctimas y que es capaz de cualquier cosa por conseguir lo que quiere. Por eso, cuando un político Estadounidense intenta estafarlo, va a buscarlo con la intención de asesinarlo en caso de que no le devuelva su dinero, pero este, en un intento de ganar más tiempo ya que no cuenta con este dinero, termina entregando a su hijo menor al jefe de la mafia, como una especie de seguro de que le va a pagar. Gabrielle al principio cree que es una buena idea, así que satisfecho se lleva al chico. Lo que no se esperaba es que este no fuera más que un mocoso malcriado que le causará varios dolores de cabeza, pero que eventualmente se convertirá en su mayor debilidad.
Gabrielle
La música suena a todo volumen, el club está abarrotado de gente que se mueve de un lado a otro, apretadas unas con otras de tantos que hay. Hoy el club está bastante más lleno que de costumbre pero aún así eso no me afecta en lo absoluto.
Yo observo todo eso desde el segundo piso, apoyado en el pequeño balcón, con un baso de whisky en mi mano.
- Gab ya ven para acá.- me volteo para observar a mi hermano Danielle, quien me llama desde la mesa donde están jugando.
Tras soltar un suspiro me acerco a la mesa, dónde también están mi otro hermano y mi primo, quienes apuestan con más hombres aqui en la zona vip, algo que es costumbre por estos lugares, sobre todo en personas como nosotros.
- ¿Apuestas Gab?- pregunta mi primo Fabrizio.
- claro que sí.- asiento con una sonrisa.
Me siento en la mesa y le hago una señal a uno de mis hombres que está parado en una esquina, pero que apenas nota la orden se acerca. Sabe perfectamente para que lo llamo, así que enseguida saca un fajo de billetes y me lo entrega, yo lo coloco sobre la mesa junto con las demás apuestas.
- uf, te viniste fuerte.- mi hermano menor sonríe.
- yo no apuesto esas porquerías como ustedes, si vamos a apostar apostemos en grande.- tras decir eso soy otro sorbo al whisky.
Jugamos durante un largo rato, durante el cual el dinero va y viene de uno a otro, pero efectivamente, como lo esperaba, soy yo quien termina ganando esa partida. Con una sonrisa de victoria le ordeno a mis hombres que recojan el dinero y se lo lleven.
- es una mierda jugar contra ti Gab, tienes un culo enorme, siempre terminas ganando de una forma u otra.- como de costumbre mi hermano se queja por perder dinero.
- ya deja de llorar Dani, sabías que ibas a perder.- se burla Farnccesco, mi otro hermano.
Tanto el como mi primo y yo reímos, sin embargo puedo darme cuenta de que los hombres a los que les acabamos de ganar, no se ven tan contentos, pues claro, a nadie le gusta perder dinero.
- ¿Sucede algo?- inquiero sin molestarme en ocultar el desafío en mi voz.
El tipo canoso, de unos cincuenta años, vestido de un traje tan elegante como el mío, coloca sus brazos sobre el respaldo de la silla y niega con la cabeza con una pequeña sonrisa mientras se encoge de hombros.
- no la verdad es que no.- se encoge de hombros.- es solo que esto de apostar dinero ya me aburre, deberíamos apostar cosas más grandes.
Enarco las cejas y me muestro interesado.
- ¿Cosas más grandes, como que por ejemplo?
- bueno, no lo sé, lo que cada uno pueda y quiera ofrecer. Yo podría darte por ejemplo... Una de mis putas.
Señala hacia el primer piso, dónde se encuentra todo el show de prostitutas, las cuales bailan en el pequeño escenario sobre un tubo y se muestran a los hombres de poca clase de allá abajo, quienes están pegados al escenario, observandolas como lobos hambrientos y esperando que termine para llevarlas a la cama.
- bueno eso podría... Ser interesante.- le cedo.- claro dependiendo de que esté dispuesto a ofrecer cada uno.
El asiente pero antes de que podamos seguir hablando, alguien se acerca a mi, es otro de mis hombres, el cual es agacha para hablarme al oído.
- señor tenemos la información que nos pidió sobre Cameron.
Al escuchar lo que me dice asiento, el se aparta y yo vuelvo a mirar al tipo.
- tendremos que dejarlo para otra ocasión.- finjo decepción.- me acaba de llegar una noticia importante.
Y sin decir más me paro de la mesa y me marcho del lugar. No necesitó voltearme para saber que mi primo y mi hermano vienen detrás de mi.
- ¿Que sucede?- pregunta Fabrizio mientras me alcanza.
- están listos los resultados de los números que mandé a analizar de nuestra última carga y al parecer no son buenos...
- ¿Eso quiere decir que...?
- ya lo averiguaremos.
Me subo en la parte trasera del coche negro que me espera, apenas estoy dentro el chófer se pone en marcha.
No tardamos mucho en llegar a la mansión, mis hombres abren el portón para que pueda entrar. Me dirijo directo al despacho en el segundo piso.
Los hombres que se habían encargado de verificar las cuentas ya están esperando cuando llego.
- vamos.- ordeno y todos entramos en la oficina. Una vez la puerta se cierra me giró hacia ellos desde mi escritorio.- ¿Y bien?
Uno de ellos trae su computadora y la apoya sobre el escritorio, comienza a bajar mientras me muestra las gráficas.
- señor Di'Angelo, hemos estado verificando cómo nos pidió, analizamos cada entrada de dinero de acuerdo a las cargas realizadas, empezando por la que enviamos a México, a Colombia, la última dirigida a Marruecos y la de Francia.- comenta mostrando las gráficas de cada uno.- con los dos últimos no hubo problema, el dinero que entró es el que esperábamos. Sin embargo... No sucedió lo mismo con las cargas que llevamos a América.
Mis labios forman una fina linea al darme cuenta lo que eso significa, mis hermanos y mi primo también lo sabían.
- osea que el puto de Cameron nos jodió.- Fabrizio gruñó comenzando a caminar de un lado a otro.
Franccesco como de costumbre no tuvo mucha reacción, solo se quedó serio y pensativo. Fue Dan quien abrió los ojos con enojo, observándome principalmente a mí.
- ¿Ese hijo de puta nos robó?- elevó la voz alarmado y se acercó para verificar los números en la computadora.- ¡Maldito! ¡Tenemos que matarlo Gab! Ese corrupto hijo de perra se cree más listo...
- basta Danielle.- lo callé bruscamente, aunque se mordió el labio con evidente descontento obedeció. Solté un suspiro mirando una vez más la computadora. Definitivamente debía hacer algo.
- ¿Que vamos a hacer Gab?- Fabrizio se acercó a mí, se notaba su enfado. El fue quien me ayudó a sellar ese trato con Cameron.- no podemos permitir que nos vea la cara.
- claro que no.- negué de inmediato.- no lo vamos a permitir. A mí nadie me ve la cara, nadie me estafa y sale ileso.- decreto. Luego me giro hacia Leonel, mi mano derecha, un hombre rubio y casi tan alto como yo.- comunícate con Cameron, veremos qué excusa nos tiene el idiota ese, quiero saber ya mismo por qué no me llegó ni la mitad del dinero de la carga.
Leonel asiente y se apresura a salir del despacho para cumplir con la orden.
Los otros hombres no tardan en marcharse, una vez salen me acerco a Fabrizio y pongo una mirada en su hombro.
- vamos a recuperar ese dinero.- le aseguro aunque ya debería saberlo.
Asiente y se da la vuelta saliendo del despacho.
Mis hermanos se me quedan viendo, Fran habla por primera vez desde que hemos llegado.
- ¿Necesitas que te ayudemos en algo?- inquiere.
Niego mientras comienzo a revolver los papeles que tengo en el cajón de mi escritorio.
- por ahora no, mejor encárgate de asegurar las próximas cargas. Y tu- señalo a el menor de mis hermanos.- sigue con lo de las negociaciones, sobre todo con los del norte, por ahora nos conviene tenerlos de aliados, ya luego veremos.
Ambos asienten y luego de eso salen del despacho.
Una vez solo, me acerco a la ventana para mirar hacia el jardín, buscando poder pensar un poco.
***
Los días pasan, y una semana después, Leonel sigue sin poder contactarse con el diota de Cameron.
Entra en mi despacho mientras yo estoy haciendo una llamada con uno de mis socios.
- espérame un momento.- le digo y silencio la llamada para mirarlo.- ¿Que pasa?
- señor... He intentado por todos los medios contactarme con Cameron, pero no hay respuestas, al parecer no quiere dar la cara. Aunque si pude averiguar que al parecer mañana dará una conferencia.
Me lo quedo mirando por un momento. Así que no quiere darme la cara el muy cobarde.
- muy bien.- asiento.- pues entonces... Si no es por las buenas será por las malas. Prepara el viaje a los Estados Unidos, partimos mañana mismo y quiero llegar lo antes posible.
- está bien, enseguida prepararé todo.- tras decir eso se marcha.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro, ya que, si bien la situación me molesta demasiado, a la vez pienso que no vendría mal un poco de acción.
Me voy a divertir un rato, y por supuesto... A recuperar mi dinero en el proceso, y de paso enseñarle a ese idiota que a mí nadie me la juega.
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