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Mi cumpleaños número veinticinco se suponía que sería el día más feliz de mi vida. La música llenaba mi departamento, mis amigos reían y mi novio, Alejandro Vargas, el hombre con el que había compartido tres años de mi vida, estaba a punto de declararse. Pero en el instante en que sus ojos se encontraron con los míos, la sonrisa en su rostro se desvaneció, revelando una máscara de frialdad que nunca antes le había visto. "La venganza es un plato que se sirve frío", escupió, revelando que toda nuestra relación había sido una farsa, un cruel plan para hacerme pagar por el supuesto crimen de mi hermano, Ricardo, contra su exnovia, Camila. La humillación pública fue solo el principio: sus amigos me acosaron en la calle, el video de mi tormento se hizo viral, perdí mi trabajo, mi casa y mi dignidad, mientras él se deleitaba en mi sufrimiento. "Quiero que desees estar muerta, Sofía", me dijo con voz gélida. Y lo logré. Subí al puente donde nos dimos nuestro primer beso, un lugar de comienzos convertido en el escenario de mi final. Me dejé caer, esperando la oscuridad, pero en el último segundo, mi nombre resonó en el aire, ¿era Alejandro, su voz llena de pánico? Desperté en un hospital, la vida aferrándose a mí contra toda lógica, mientras las voces a mi alrededor revelaban la verdad: todo lo que Alejandro me había hecho se basaba en una mentira. Ahora, con Ricardo, mi hermano, injustamente encarcelado, y con la inesperada confesión de Camila, que fue grabada, mi historia tendrá un giro inesperado.