"El calor de las llamas nunca se sintió tan bien" Aria es una chica de dieciocho años, su vida no ha sido fácil, con una madre despreocupada, un padrastro abusador, y una vida en la completa miseria. Pero un hecho cambia por completo su vida, y del infierno en que ya estaba, tuvo que entrar a otro. Teniendo que involucrarse con los mafiosos de la ciudad, ¿Podrá salir de aquel infierno o lo reinará? Esta historia está registrada bajo derechos de autor con el número 2202060425061
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Era un dÃa lluvioso cuando mamá llegó a casa después de tres dÃas sin aparecer, habÃa sentido frió y hambre cada noche, ya no sentÃa miedo porque no era primera vez que esto sucedÃa pero otras veces mamá dejaba comida y creo que ahora se le habÃa olvidado, y en el refrigerador solo habÃa encontrado una caja de leche, que luego me di cuenta estaba vencida, porque los vómitos no tardaron en venir. Odiaba vomitar, y es que solo era una niña, apenas habÃa cumplido los seis años, deseaba que mamá hubiera estado acariciándome la espalda y diciéndome que todo estarÃa bien, pero no, estaba sola, en la oscuridad.
HabÃa empezado la escuela, y me gustaba mucho ir, pero en estos dÃas no habÃa asistido, mamá me habÃa dejado todas las puertas cerradas, seguramente sabÃa que se iba a demorar y quiso protegerme de que fueran a entrar desconocidos. En el fondo ella me querÃa.
Hace tanto frÃo que estoy tapada hasta el cuello con las mantas de mi cama y abrazándome de mi muñeca, una que me trajo mamá una vez que estuvo varios dÃas sin venir. Dijo que era para que no estuviera sola, que la muñeca me protegerÃa, y tenÃa razón como siempre mamá, cuando la abrazaba me sentÃa más fuerte. El sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos, ¡por dios esa debe ser mamá!
Corrà hacia la puerta, y claro que estaba mamá ahÃ, pero ella se veÃa muy mal, parecÃa que hubiera tenido un accidente.
-¿Mamá, estás bien? -le pregunto sin acercarme a ella, tengo miedo y he dejado a mi muñeca en la cama.
-¿Qué quieres? -me pregunta sin mirarme
-Tengo hambre -digo lentamente, ella se ve muy mal, tengo miedo de que vaya a hacerme
-¿Y porque no comes? ¿Acaso eres estúpida? -me grita muy enojada, se me llenan los ojos de lágrimas, odio que me grite, no me eh portado mal, de hecho no he tocado nada de la casa, todo está como cuando se fue.
-No habÃa comida -digo en un susurro, ella no dice nada por unos segundos, y creo que se ha enojado más pero no habÃa dinero tampoco para ir a comprar y todas las puertas estaban cerradas.
-Ahà tienes, ve y compra algo -dice sacando unos billetes del bolsillo y dejándolos en la mesa.
Mamá se va rápidamente hacia el baño, pero cojea un poco, quiero preguntarle que le paso, pero probablemente se enoje conmigo y solo quiero estar con ella, la verdad ahora que ya está aquÃ, no me habÃa dado cuenta lo mucho que la extrañe. Cogà el dinero y Salà a comprar algo, porque mi estómago no paraba de sonar, me apetecen unas papas fritas y unas cuantas golosinas pero la verdad no sabÃa cuánto me alcanzarÃa, y además mamá no me habÃa dicho si la comida era para mà o para ambas.
Cuando llegue al negocio más cercano, pedà las papas fritas pero no me alcanzaba para nada más según me dijo la señora que me atendió, asà que me senté en la mesa a esperar, de verdad que estaba ansiosa. Se me hacÃa agua la boca de solo pensar en el sabor.
-Aria, nena -me llamo la señora encargada, sabÃa su nombre pero la verdad ahora no podÃa recordarlo-¿estás bien? -me pregunto.
-Tengo mucha hambre, ¿a qué hora estarán las papitas? -le pregunto, porque siento que se están demorando mucho.
-¿Hace cuánto que no comes amor? -su voz sonaba tan delicada y amable que me reconfortaba.
-Hace tres dÃas, creo, es que mamá salió y se le olvidó dejarme comida, y no podÃa salir porque las puertas estaban cerradas, además no tenÃa dinero -le dije encogiéndome de hombros y llevándome una mano a mi estómago.
-¿Hace tres dÃas? -me pregunto, ella tenÃa los ojos abiertos, muy abiertos, parecÃa sorprendida.
-SÃ -le respondÃ
-¡Dios mÃo! -la escuche decir, pero no le respondà porque creo no me estaba hablando a mÃ.
La señora se dirigió hacia la cocina, quizás a buscar mis papitas, espero, porque ya no aguantaba.
Cuando llegue a casa, después de comer mis papitas y con una bolsa extra que la señora muy amablemente me regaló, me doy cuenta que mamá no está, y eso me deprime mucho, querÃa que comiéramos las papitas juntas y que me contara lo que habÃa hecho esos tres dÃas. Pero de pronto sentà un grito que me asusto, y me escondà detrás del sillón pensando que podrÃa ser un ladrón y comencé extrañar mi muñeca.
-¡Oh dios más fuerte! -escuche decir, reconocà la voz, ¡era Mamá!, ella no me habÃa abandonado estaba aquÃ
-¿Te gusta perra? -escuche la voz de un hombre, era una voz ronca que me dio escalofrÃos, no entendÃa nada -siempre has sido una puta, ¿te gusta asÃ? -tÃmidamente me acerqué a la puerta de su habitación que estaba cerrada, y golpee.
-¿Mamá? -
- ¡Vete a tu pieza Aria! -me gritó -y no salgas hasta que te lo diga -yo asentÃ, y camine con la bolsa de mis papitas. Mi muñeca estaba justo donde la deje, y eso me reconforto mucho, asà que me senté en la cama a comerlas.
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El hombre que mamá trajo a casa, creo que no me quiere, porque me mira feo y cuando pasa por el lado mÃo a veces me empuja y se rÃe, pero yo no encuentro que sea gracioso, me da miedo, pero mamá no le dice nada, a veces también se rÃe.
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David, asà es como se llama el novio de mamá, me ha golpeado muy fuerte, porque pregunte que me iba a regalar para mi cumpleaños número 8, es la primera vez que lo hace, ya que normalmente se mantenÃa alejado de mÃ, o me daba empujones. Pero ahora mi mejilla duele, y mi espalda también, porque me querÃa proteger pero él me persiguió con su cinturón y mientras iba corriendo sentà el fuerte dolor en mi espalda. Nunca antes habÃa sentido tanto dolor, mamá nunca me golpeo pero ella lo vio y no hizo nada. Corrà llorando a mi habitación y me abracé a mi muñeca. David entró de golpe y me la quito.
-Aprende a ser una mujer, ya no estas para estar jugando con muñecas -me gritó, creà que me volverÃa a golpear pero no lo hizo.
Esa noche me dormà llorando, no tenÃa a mi muñeca, la única que me hacÃa sentir segura. Fue una noche larga y frÃa.
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-¡Por favor no! -le rogué entre lágrimas
-¡Pon tus manos en la mesa! -me gritó enojado, lo hice, tenÃa mucho miedo
-Esto te va a enseñar maldita niña ladrona a no sacar nunca más mi dinero -dicho esto, dejó caer el cinturón al menos 5 veces con todas sus fuerzas contra mis manos.
Llore, grite, y le rogué que parara, que no lo volviera a hacer, pero él nunca se detuvo, sentÃa un odio imparable, y parecÃa disfrutar cuando me maltrataba, mire a mamá que miraba hacia la televisión para no verme.
-¡Mamá por favor! -lloré-¡ayúdame! -
Pero ella no se movió, no me miro, y no dijo nada. Me dejó a merced de un hombre que me odiaba.
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Fueron años de maltrato, pero cuando cumplà 14 años, y me empecé a desarrollar, cuando me habÃan crecido los pechos y me habÃa llegado la menstruación, llego lo peor. Un dÃa después de llegar del colegio, estaba David, bebiendo en el sillón como cada dÃa, mientras mi mamá trabajaba hasta la noche, quise entrar rápidamente y tratar de pasar desapercibida pero él me vio. Y me miró de arriba abajo.
-Vaya que has crecido mocosa -me dijo para luego pasarse la lengua por los labios, sentà asco, y quise taparme. Camine rápidamente hacia mi habitación pero tarde me di cuenta que él venÃa detrás de mà y no alcance a cerrar la puerta con el cerrojo.
Me empujó a la cama, pensé que me iba a golpear, ya que últimamente lo hacÃa por gusto, pero esta vez comenzó a tocarme los pechos, los ojos se me llenaron de lágrimas, ¡por dios esto no podÃa estar pasando!, mientras con su otra mano me recorrÃa las piernas bruscamente, tanto asà que me quemaba, lloré y grité con todas mis fuerzas pero como siempre nadie vino a mi rescate. Estaba sola.
Me resistà todo lo que pude, incluso le propine una patada pero él, muy enojado me pegó un puñetazo en la cara que por un momento me dejó aturdida. Me congele, miré el techo, mientras las lágrimas corrÃan por mi cara, mientras él hacÃa lo que querÃa con mi cuerpo. Maldije a ese idiota, me maldije por ser tan débil y dejar que esto pasara, y sobre todo maldije a mi mamá, si es que se podÃa llamar asÃ. Todo mi sufrimiento comenzó por su culpa, y ahora me lo habÃan arrebatado todo, lo poco y nada que tenÃa.
Ahora, no tenÃa nada.
Ni siquiera mi alma.
Mi espÃritu.
Mis ganas de vivir.
Todo eso habÃa desaparecido este dÃa, el odio por ese hombre ocupó todos mis pensamientos. PagarÃa por todo esto, ¡por dios que lo harÃa!
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