Bianca Turner olvidó toda su vida una noche en un accidente que la hizo golpearse en la cabeza, terminando en coma durante nueve meses; deteniendo la investigación de lo que ocurrió ya que es la única testigo de todo. Cuando despierta se da cuenta que no conoce nada de su vida y los que están a su alrededor no ayudan de mucho para recuperar sus recuerdos ¿Podrá ella recordar los acontecimientos de la noche de su accidente para resolver todo el misterio que la rodea?
Capítulo 1
¿QUIÉN SOY?
Mi cuerpo está pesado, lo siento extraño. Como si miles de piedras se hubieran asentado en la boca de mi estómago y lo mantuviera anclado al lugar donde me encuentro. Hace unos segundos, luego que escuché una voz murmurando algo dulce junto a mí, intenté abrir los ojos, pero estos me pesaban tanto y sentía tanto maltrato en mi cuerpo que lo único que pude lograr en ese instante fue soltar un gemido adolorido para alertar a quien sea que estuvo acompañándome.
No supe cuántas horas pasaron desde eso. Lo siguiente que sabía era que alguien decía un nombre que no recordaba, unas manos me tomaban el rostro y muchas personas vestidas de blanco comenzaron a rodearme cuando, finalmente, pude abrir los ojos.
Un hombre alto, con ojos oscuros y cansados, me sonreía ampliamente mientras pasaba una linterna diminuta por mis ojos, haciendo que los volviera a cerrar para protegerlos de la luz que los lastimaba. Escuché vagamente algunas órdenes, varios pasos retumbaron a mí alrededor, pero yo apenas podía registrar el frío de la habitación, las vías en mis brazos helados y el extraño tubo que me mantenía en la cama sin emitir un sonido inteligible.
Mis manos, como si tuvieran vida propia, tocaron mi cuerpo, mi vientre estaba plano, helado y algo delgado, de seguro por todos los días que estuve aquí, dormida. ¿Por qué mis ojos están llorando? ¿Por qué siento un vacío en mi pecho al sentirlo así? ¿Qué me pasa?
- ¿Te duele algo? -pregunta el doctor de cabello negro que me cegó con la linterna. Negué inmediatamente con la cabeza, miré alrededor en la habitación desolada de hospital y pude notar que estaba en un piso alto, la ciudad se podía apreciar muy bien desde la gran ventana junto a mí.
«-Dime algo que te guste ver cada día...
-La ciudad, me gusta admirarla»
¿De quién era esa voz? ¿Por qué siento que algo me falta?
¿Quién soy?
- Vamos a retirar el tubo...-comenzó a explicar el doctor luego que el montón de personas vestidas de blanco regresaran a la habitación con guantes y tapabocas puestos.
- Te puede doler un poco -indicó una de las enfermeras que ayudaban a sostener mi maltrecho cuerpo para que la extracción no me fuera tan dolorosa.
Acepté gustosa para poder liberar todas mis dudas sin el problema de este tubo en mi cuerpo.
Cerré los ojos para calmar mis nervios de este procedimiento que, me dolería un poco, y de pronto en la habitación -o tal vez era un recuerdo de mis momentos mientras dormía, no lo sé- comenzó a escucharse los acordes suaves de una guitarra, acompañados con una voz que me relajó. Perdiéndome en la letra de la canción.
En una de las palabras, su voz se quebró, tal como decía la letra, haciendo que en mi pecho se formase un sentimiento que no puedo explicar. Algo que es nuevo para mí ahora.
Los acordes de la guitarra se sentían distantes, pero el recuerdo de unas manos cálidas sobre las mías me hacía desear poder recordar, saber quién vino aquí a cantarme, incluso cuando yo estaba inconsciente.
Cantar...
Yo cantaba, eso lo recuerdo.
Recuerdo estar corriendo por un lugar lleno de música donde la gente me saludaba con una amplia sonrisa. Donde había habitaciones con micrófonos e instrumentos donde me perdía por horas y horas, cantando.
También recuerdo que, estando adulta seguía frecuentando el lugar, admiraba todo y me sentía en casa. Hasta que escuché su voz, esa voz que me llamaba como una sirena hasta una de las salas con micrófonos. Cuando lo escuché cantar con el corazón.
De pronto, ese recuerdo se esfumó de mi mente justo en el instante donde el tubo de oxígeno era extraído de mi garganta.
No, no, no.
No quería abandonar el recuerdo, quería saber quién era el dueño de la voz. Ver su cara.
Sentí un vacío inmenso en mi corazón con la falta de su voz. De su música. Un dolor diferente al físico se posó junto a mí, haciendo que yo me sintiera pérdida, sola. Como si alguien me hubiese abandonado y su ausencia en el momento de mí regreso me ahogase más que el estúpido tubo de oxígeno que me dejó un maltrato en la garganta.
Las lágrimas regresaron una vez más, las sentí tan pesadas y llenas de emociones que los sollozos que le siguieron fueron sinceros. No era algo por reflejo o un instinto de mi cuerpo, eran mis propias lágrimas de dolor al darme cuenta que... No sé nada.
No sé quién soy.
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