/0/7193/coverbig.jpg?v=b44d2be39bf421b15be37bd4421e943a)
Ella es una exitosa y adinerada mujer de carácter difícil. Él es un modesto joven que busca trabajo en su empresa. Pero, ambos se verán envueltos en un ferviente romance lleno de mentiras y engaños, originado por una confusión. Hariella Hansen es una multimillonaria empresaria, conocida como "La Magnate", hasta que un día en el ascensor se topa con Hermes Darner, un despistado muchacho, menor que ella, quien la confunde como a una de las aspirantes al puesto vacante que ofrece la empresa. #millonarias
Un lujoso auto azabache se estacionó frente a un imperioso edificio. Un hombre con atuendo de chofer fue el primero en bajarse y luego una linda muchacha con ropa de secretaria.
Ambos se colocaron al costado de la puerta trasera del vehículo. El chofer fue el encargado de abrir la puerta de manera sutil, como si estuviera por recibir a una reina de la edad media. Entonces, de manera espléndida, una esbelta pierna fue lo primero en mostrarse, cuyo tacón negro de aguja, se afirmó de modo firme en el asfalto. Así, como una poderosa soberana, que descendía de su carruaje real. Así, una espléndida mujer se manifestó con lentitud.
Ella abandonó el coche con glamour y distinción. Tenía puesto en su cabeza un sombrero Hepbrum oscuro con un velo que tapaba la parte superior de su rostro, sol dejando ver la parte de su boca y fina barbilla. En su negra pupila se reflejó la maravillosa arquitectura empresarial que le pertenecía a ella.
Hariella Hansen era conocida como La magnate. Era arrogante, altiva y soberbia. Había nacido en una cuna de diamantes, proveniente de una familia privilegiada y adinerada. Vestía como la noche, arropada por un aura de espectro sombrío y magnánimo. El tono negro era su gran favorito, llegando a lucir atuendos casi siempre de este mismo color. Su otro predilecto era el morado. Aunque rara vez lo usaba. El símbolo de su industria era el eslogan de un templo, con las iniciales IH. Pero el símbolo de sus productos alimenticios era su favorito; era el de Leona, acompañada por una inédita figura del animal, diseñada y patentada por ella. Los dos emblemas hacían honor a su nombre. Agarró la punta delantera de su sombrero.
Sus labios permanecieron sellados y su expresión, era inflexible y fría, como un témpano de hielo. Empezó a caminar con clase, entrecruzando las piernas, como si fuera una modelo. En su brazo izquierdo resaltaban su bolso de marca de edición limitada y su reloj suizo, de plata. Al avanzar, los guardias de seguridad le rindieron reverencia. Entonces, cuando se abrieron las puertas automáticas, al entrar a la recepción, se detuvo, pues la esperaba, un pasillo humano de sus empleados y demás escoltas. Ellos encorvaron sus cuerpos para otorgarle respeto a su suprema monarca, la reina de negro, porque siempre vestía como las tinieblas.
Un suave aroma a flores frescas llenaba el aire. Era un espectáculo de lujo y elegancia. Grandes arreglos florales decoraban el espacio, emanando un olor perfumado y fresco que se mezclaba con el aire acondicionado. Las paredes estaban adornadas con obras de arte contemporáneo, y los suelos de mármol pulido reflejaban las luces suaves que iluminaban la estancia. El mostrador era una pieza de diseño moderno, hecho de cristal y acero, donde las recepcionistas, vestidas con trajes impecables, saludaban a los visitantes con sonrisas profesionales. Alrededor, cómodos sofás de cuero y mesas de café con revistas de alta gama creaban un ambiente acogedor para los invitados, clientes e inversionistas.
-Bienvenida, nuestra gran señora -dijeron todos, hombres y mujeres al unísono, como si de tiempos monárquicos se tratara-. Es un gusto tenerle aquí.
Hariella no hizo ningún gesto. Detrás la seguía Lena Whitney, su leal secretaria. Empezó a caminar con refinada elegancia hacia el ascensor, mientras sus tacones de aguja resonaban de manera señorial con el piso de mármol, pulido, limpio y brillante.
Al estar solas en el ascensor presidencial, Hariella se quitó el sombrero y se lo dio a su secretaria para que lo sostuviera. Así, su divino rostro, oculto por el velo, quedó al descubierto. La forma de su cara asimétrica y angelical era deslumbrante. Tenía treinta y dos años, pero parecía de veinticinco. Su dieta, sus ejercicios, sus cremas, eran como un tratamiento para la juventud eterna. Si eras rico y tenías salud, no solo podía alargar tu vida, también evitabas envejecer. Su piel era blanca, inmaculada, como una muñeca de porcelana. Sus ojos azules claros eran hechizantes, mezclados con su nariz griega, sus cejas y pestañas le daban un encanto etéreo. Su caballo era rubio, como si fueran hilos de oro. Ella era tan preciosa, inteligente, pero tenía un mal carácter que la hacía ser temida y respetada por todos. Su aura era fría, por su personalidad, lúgubre por su ropa y dorada su cabello; era una particular y poco común combinación que una mujer podía llegar a transmitir. Sus facciones faciales eran bellas, pero su semblante era amargado, intimidante y apático de todo.
El interior del elevador presidencial de Industrias Hansen era un testimonio de lujo y modernidad. Las paredes estaban revestidas de paneles de madera oscura y brillante, contrastando con el acero inoxidable pulido. Una pantalla digital integrada mostraba información actualizada sobre las operaciones de la empresa, así como las noticias financieras más recientes. Los botones del ascensor eran táctiles, iluminados con un suave resplandor azul, y en una esquina, un pequeño arreglo de flores frescas añadía un toque de color y frescura al ambiente.
Hariella y Lena esperaban en silencio, mientras las puertas del ascensor comenzaban a cerrarse. Pero justo cuando estaban a punto de sellarse, una mano firme se interpuso entre ambas, impidiéndolo. Se abrieron de nuevo, revelando a un hombre desconocido.
Aquel extraño vestía un traje de sastre impecable, de un tono gris oscuro, y llevaba puestas unas gafas de diseño moderno que reflejaban las luces del ascensor. Su presencia era inesperada e intrusiva. Lucía como un nerd y zonzo.
Hariella frunció el ceño y lo vio con desdén, sorprendida e irritada por la interrupción. Dobló los ojos, sin prestarle atención y sin repararlo mucho. Nadie se había ganado tan rápido su odio y maldiciones, como ese extraño e ignorante que ahora entraba en su elevador personal. Inhaló y exhaló para controlar su ira. Su majestuosa llegada había ido dañada por ese incompetente sujeto.
El hombre, imperturbable por la situación, dio un paso adelante después decir unas palabras. Su porte era encorvado, desgravado y un criminal de la moda. Aunque había algo en su mirada que sugería una determinación inquebrantable.
Hariella se quedó en su posición sin rodarse, ni un milímetro. Su secretaria Lena le indicó que iba a echarlo de allí. Pero solo bastó que alzara su dedo índice para dejarla callada y estática, rodándose, para dejar al hombre en medio de la dos. Su expresión severa, reflejando su descontento. Pero, tenía interés por saber un poco más del valiente que se había atrevido a incomodarla. Él era un fastidio y lo terminaría borrando de la existencia, por su desatenta imprudencia.
¿Quién era él y cómo se atrevía a intentar usar el ascensor presidencial, destinado solo para CEO y presidente de la compañía? Para su persona, Hariella Hasen, La Magnate...
Ha-na, una mujer coreana cuyos padres emigraron a América, enfrenta una pesadilla en lo que debería ser el día más feliz de su vida, cuando su prometido la deja plantada en el altar. En medio de su desesperación aparece Heinz Dietrich, un magnate arrogante, quien le roba un beso ante la multitud y se la lleva en brazos. Ahora, a pesar de su diferencia de edad y de su estatus social, Ha-na debe cumplir con un contrato olvidado: darle un beso diario, antes de medianoche. ¿Mantendrá su resentimiento hacia el amor o se rendirá a nuevos sentimientos por Heinz?
Ella es la madre de su novia, pero eso no impedirá que intente seducirla y tener a esa hermosa y encantadora mujer que lo ha embelesado. Helena Hall es una millonaria empresaria, dueña y directora de una editorial. A sus más de cuarenta años y luego de su divorcio no contempla la idea de un romance. Mas, el destino le tenía preparada una prohibida e intensa aventura al conocer a Hoel Dalton, un estudiante universitario. Él es el novio de su hija, pero pronto descubrirá la verdad sobre la relación de ellos. Al pasar los días, no podrá evitar sentirse interesada y atraída por el joven, al que le dobla la edad. Nunca creyó experimentar el amor después del amor.
Hellen Harper es una mujer de treinta y dos años, que al tener a su madre enferma de cáncer y viendo imposible pagar el costoso tratamiento, decide aceptar la propuesta de su madrina; de convertirse en dama de compañía por una sola noche para complacer a un hombre adinerado, con la condición que nadie se enterara de quién es ella y así poder obtener el dinero que necesita. Hadriel Drews es un joven multimillonario de veintitrés años y el más poderoso en su círculo social. Sus amigos, para celebrar su graduación, le dicen que le tienen preparado una sorpresa, por lo que lo invitan a una penthouse, con la condición de que llevara puesta una máscara dorada. Allí se encuentra a una mujer, cuyo rostro es tapado por un antifaz de encaje negro. El destino los hará volver a encontrarse de nuevo, luego de su idilio de amor. Esta vez sin máscaras. ¿Podrán superar su experiencia o los fantasmas de su pasado le impedirán ser felices?
Ella es la multimillonaria, fría, arrogante y experimentada, adicta al concúbito. Mira a todos por encima del hombro o con su hermoso rostro levantado, mientras los demás agachan su cabeza, postrándose ante su majestuosa presencia. Hechiza a hombres y mujeres por igual, con su divina belleza, como una auténtica diosa griega descendida de los cielos. Hestia Haller estaba buscando a alguien con quien jugar, para liberar su estrés y su libido, y como enviado por el destino, Heros Deale, un joven humilde, amable y virgen, que está enamorado de su amiga de la infancia, se presentará en su empresa, revelando un secreto del cual sacará provecho. Pero un rechazo contundente de parte de él a sus insinuaciones, por ser fiel a sus sentimientos y a la mujer que ama, provocará que deseé tenerlo solo para ella. Así que, debido a misteriosas circunstancias, lo convertirá en su asistente y lo seducirá hasta hacerlo suyo, porque nadie le dice que no a la jefa.
Heleanor, una multimillonaria mujer de treinta y cuatro años de edad, tiene una noche pasional con Hedrick, un joven universitario menor que ella, al cual conoce en un bar. Pero, una inesperada verdad, los hará sumergirse en un romance prohibido y vivir un amor en secreto.
Adamaris Campabell, sufre un accidente automovilístico, dónde su estado mental debido al golpe en la cabeza, pasa a ser el de una niña, aunque es consciente de algunas cosas, sus incoherencias avergüenzan a la familia Campabell, en especial a su padre. Quién ocultó aquella tragedia para que la empresa y la familia no se viera afectada siendo ella la heredera de la gran fortuna que dejó su difunta madre. La traición azota el corazón de Adamaris, quien al recuperar su estado mental se percata de los más vil, su hermana y ex prometido tiene un romance que ha sido aceptado por su propio padre, solamente por él beneficio social entre familias. Humillación, enojo y venganza, sentimientos que se despiertan en el corazón de la hermosa e inteligente Ada, por aquel falso amor de su prometido, por la cruel envidia de su hermana. Adamaris aprovecha la oportunidad que le ofrece la vida, cuando el destino coloca en su camino al hombre multimillonario y cruel que necesita una esposa que le dé un heredero. Adams Grey es prepotente, pero cauteloso en cada paso que da y Adamaris fue su ficha clave para contraer matrimonio y así, no permitir que su tío y primo tomarán posesión de la industria METALGREY. La cual deja grandes sumas de dinero y ha incrementado, gracias a él. Adamaris Campabell y Adams Grey se unieron por beneficio, él juró ayudarla a vengarse de los que le hicieron daño y ella, darle un heredero. Sin embargo el fingir amor complica la situación, el caos se desencadena cuando los que los rodean no quieren perder y aquel beneficio matrimonial se torna confuso y más para Adamaris. Su ex infiel la quiere recuperar ¿Será que Ada lo perdonará? ¿O Adams Grey se robó el corazón de Ada?
Durante sus tres años de matrimonio con Colton, Allison ocultó su verdadera identidad y se esforzó de todo corazón para apoyarlo. Sin embargo, fue traicionada y abandonada por su esposo infiel. Desanimada, ella se propuso redescubrir su verdadero yo: una perfumista de talento, el cerebro de una famosa agencia de inteligencia y la heredera de una red secreta de hackers. Al darse cuenta de sus errores, Colton expresó su arrepentimiento: "Sé que metí la pata. Por favor, dame otra oportunidad". Sin embargo, Kellan, un magnate que se suponía que era discapacitado, se levantó de su silla de ruedas, tomó la mano de Allison y se burló desdeñosamente: "¿Quieres que te acepte de nuevo? Sigue soñando".
Sabrina tardó tres años enteros en darse cuenta de que su marido, Tyrone, era el hombre más despiadado e indiferente que jamás había conocido. Él nunca le sonrió y mucho menos la trató como a su esposa. Para empeorar las cosas, el regreso del primer amor del hombre no le trajo a Sabrina nada más que los papeles del divorcio. Con la esperanza de que todavía hubiera una posibilidad de salvar su matrimonio, le preguntó: "Tyrone, aún te divorciarías de mí si te dijera que estoy embarazada?". "¡Sí!", él respondió. Al comprender que ella no significaba nada para él, Sabrina finalmente se rindió. Firmó el acuerdo de divorcio mientras yacía en su lecho de enferma con el corazón hecho pedazos. Sorprendentemente, ese no fue el final para la pareja. Fue como si Tyrone despejara la mente después de firmar el acuerdo de divorcio. El hombre que alguna vez fue tan desalmado se arrastró junto a su cama y le suplicó: "Sabrina, cometí un gran error. Por favor, no te divorcies de mí. Te prometo que voy a cambiar". Sabrina sonrió débilmente, sin saber qué hacer…
Casarse con su mejor amigo fue un sueño hecho realidad para Kelly, pero todo tiene realmente una limitación. Pierce es el primer amor de Kelly, pero como su mejor amiga, sabía bien que siempre había otra mujer en lo profundo de su corazón. Lexi Gilbert. La mujer que Pierce nunca podría olvidar incluso si ya hubiera acordado casarse con Kelly. *** Kelly finalmente se dio cuenta de que su feliz matrimonio de los últimos tres años era solo un hermoso sueño cuando Pierce pidió el divorcio solo porque Lexi regresó. Ella sólo podría ser su mejor amiga incluso si estuviera encinta de su bebé. *** Dado que su amistad se había convertido en una jaula, Kelly decidió dejarlo en libertad, así como a la miserable misma. Pero ¿por qué entonces fue Pierce quien se negó a seguir adelante? Para empeorar las cosas, su diabólico hermanastro también intervino de manera dominante al mismo tiempo, pidiéndole que fuera suya. *** ¿Su príncipe azul contra su hermanastro diabólico? ¿Cómo podría Kelly salvar su corazón en esta batalla de amor y odio?
Durante dos años, Bryan solo vio a Eileen como asistente. Ella necesitaba dinero para el tratamiento de su madre, y él pensó que ella nunca se iría por eso. A él le pareció justo ofrecerle ayuda económica a cambio de sexo. Sin embargo, Bryan no esperaba enamorarse de ella. Eileen se enfrentó a él: "¿Amas a otra persona y siempre te acuestas conmigo? Eres despreciable". En cuanto ella firmó los papeles del divorcio, él se dio cuenta de que era la misteriosa esposa con la que se había casado seis años atrás. Decidido a recuperarla, Bryan la colmó de afecto. Cuando otros se burlaban de sus orígenes, él le dio toda su riqueza, feliz de ser el marido que la apoyaba. Eileen, que ahora era una célebre CEO, lo tenía todo, pero Bryan se encontró perdido en otro torbellino...
Allison se enamoró de Ethan Iversen, el futuro alfa de la Manada Moonlight Crown. Siempre quiso que él se fijara en ella. Sin embargo, Ethan era un alfa arrogante que pensaba que una débil omega no podía ser su pareja. El primo de Ethan, Ryan Iversen, que había vuelto del extranjero y era el verdadero heredero de la manada, nunca intentó conseguir el puesto ni mostró ningún interés por él. Era todo un alfa playboy, pero cuando regresó a la manada, una cosa cautivó sus ojos y fue Allison.