anquila desde que lleg
ón pesado, decidió que era hora de hablar con Max. Tenía muchas cosas que aclarar, pero también sentía que
a llaves, después de todo. La puerta se abrió con un suave chirrido, y su corazón comenzó a latir con fuerza. La casa esta
la puerta de la habitación de Max hizo que su corazón se detuviera. Allí estaban, Max y Melani, desnudos en la c
mezcla de sorpresa y culpabilidad. "Defne, espera... esto no es lo que parece", dijo él, levantándose
le cortó la respiración, y el dolor se convirtió en una angustia que amenazaba con consumirla. Max trató
licante. Pero ella solo podía ver la imagen de Melani a su lado, esa chica que h
nifica todo lo que hemos construido?", preguntó, tratando de
ebas entender que Max y yo tenemos una conexión que tú no comprendes. No puedes
ra responder. "No tengo tiempo para esto", murmuró antes de girar sobre sus
abrazó con la misma calidez que una manta familiar. Las lágrimas comenzaron a caer mientras trataba de procesar lo que había suc
la sala, abrazándose las rodillas. Se arrodilló junto a ella,
i. Estaban juntos en su cama, desnudos", dijo entre sollozos.
mereces", murmuró. Luego, tras un momento de silencio, agregó: "Pero tien
"¿De verdad crees que debo hacerlo? ¿Irme a estudiar al
oportunid
su tristeza. "Quiero hacerlo, pero no puedo dejarte aquí
de lo que crees. Solo prométeme que lo pen
n tía Emma. Necesito su consejo", dijo, levantándose. Su mente aún e
ventana. Emma, siempre tan cálida y comprensiva, los miraba con atención. "Defne, he estado pensa
e. Nicolás está aquí, y no quiero deja
Defne", dijo Emma, su mirada severa pero protectora. "Y yo te invito a
Nicolás, sorprendido. "N
lvo. Aquí no tendrán que preocuparse po
o a su lado en un lugar seguro le dio fuerza. "Sí, tía. Creo que aceptaré la b
a ustedes. Tendrán tiempo para sanar y crecer. Y si
podía tomar el control de su vida. Max y Melani ya
bía esperanza. Una nueva vida la esperaba, y Defne estaba lista para aprovecharla al máximo. A pesar
el sonido suave de su respiración. Miró la maleta abierta sobre la cama, sintiendo una mezcla de emociones que la invadían. Sabía que tenía q
estigos de sus sueños, sus lágrimas y sus risas. Mientras sus manos metían una camiseta en la maleta, sus pensamientos volaban hacia Max. A pesar de todo el dolor que le había causado, una
el día en el parque, cuando le había dicho que ella era su fanática favorita. El simple hecho de verlo la llenó de emociones encontradas. ¿Cómo podía algo tan
dibujos que había hecho mientras pensaba en él, no pudo. Sabía que esos recuerdos eran dolorosos, pero también eran una parte de ella, una parte que, por más que quisiera, no podía borrar. Con un suspiro pesad
asta ese momento. Sabía que el futuro era incierto, pero también sabía que tenía que enfrentarlo. Justo cuando se disponía a salir de la habitación, algo la detuvo. Se acer
vida, su confidente, y a pesar de ser el mayor, siempre había sido ella quien lo había cuidado, quien lo había defendido de los golpes de su padre, de las p
tó la vista y le dedicó una sonrisa débil, pero no dijo nada al principio. El silencio entre ellos era có
, dijo Defne suavemente
y feliz por ti, de verdad lo estoy. Sé que esta es tu oportunidad, que lo mereces más que nadie, pero no puedo evitar pens
la de él. "Pero esto es lo mejor para mí. Y también para ti. T
mpre fuiste tú la que me defendió, la que se enfrentaba a papá cuando las cosas se ponían mal. Y no sé si alguna vez te lo dije, pero te estoy
ella, cuidar de Nicolás había sido algo natural, algo que simplemente hacía porque
te cuidaré. Porque eres mi hermano, y eso no va a cambiar. Pero ahora... también tienes que empezar a cuidarte a ti mismo. Y cuando
entos. "Cuando vuelvas, Defne, seré yo quien te cuide. Te lo prometo. Ya no serás tú la qu
se quedaron así, en un abrazo largo y sincero, como si quisieran aferrarse el u
ta lo que pase", le susurró al oído, con lág
dió él, apretán
que su vínculo era más fuerte que cualquier distancia. Defne se levantó, sintiendo una extraña mezcla de tristeza y esperanza. Mi