a. La cama a su lado estaba vacía, y el espacio donde solía dormir Enzo aún retenía su calor. Por un momento, se quedó inmóvil, disfrutando del aroma de su perfume que impregnaba
iempo llena de autoridad. Sus palabras eran firmes, directas, y el tono de su voz denotaba que estaba organizando algo importante. Amatista se acercó lentamente, como si no quisiera i
r un instante antes de inclinarse para besarla suavement
lo contáctame si es una emergencia -ordenó Enzo a su interlocutor
s. Amatista no podía evitar sentirse especial; cuando Enzo decidía pasar el día con ella, hacía que todos los guardias y hasta Rose aban
fresco llenaba los pulmones de Amatista, y el sol cálido acariciaba su piel, haciéndola sent
ol, gatita -murmuró él, ace
o fugaz en los labios antes de seguir caminando, dejando que Enzo la observara. Él, ac
de Enzo estacionado cerca de la entrada y, con una chispa
arás manejar -replicó él,
n un aire seductor, su mirada fija en los ojos oscuro
igo -susurró, inclinándose lo justo para que su perfume e
amente. Finalmente, se mordió el labio y
lo por e
l asiento del conductor, emocionada pero nerviosa, mientras Enzo le daba instrucciones. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba. L
o que pensé -admitió con un
do, gatita? -bromeó Enzo, a
ntiéndose agotada po
r intentar
omó el control del auto y comenzaron a regresar. A mitad del camino, el sonido de su teléfono inter
untó Enzo mientras
proyecto del casino. Lorenzo, el propietario del terreno, era ambicioso y requeriría un enfoque estratégico para la negoci
arla con sorpresa. Sus movimientos eran seguros, decididos. Se acomodó sobre él y comenz
nerse concentrado
empezó a decir, pero su voz se debilitó cuando sintió
. Sus labios se posaron en el cuello de Enzo, dejando suaves beso
aron a captar lo que estaba ocurriendo. Entre risas, empezaron a lan
pado -dijo Emilio con un tono
n destreza y abriendo el cierre de su pantalón. Fue entonces cuando un leve gemido escapó de l
de advertencia, aunque su resisten
ió cortar la llam
e todo lo que dijo antes de colgar, ignor
uien lo miraba con un aire travies
-preguntó Enzo, su voz pr
ndió ella, susurran
una pasión que parecía haber estado conteniéndose durante horas. Sus manos recorrieron el c
movía sobre él con una necesidad que parecía reflejarse en cada beso y caricia que compartían. Enzo, por su pa
esitar desesperadamente. Cuando finalmente se acomodaron, sus respiraciones aún
el segundo piso, Enzo tomó la mano de Amatista,
ontrol, gatita -le susurró, arrinconándola contra la
na sonrisa que lo desarmó. Esa era su forma de
una sonrisa juguetona jugando en sus labios, mientras la mirab
edo, sino por la conexión palpable entre ellos. La electricidad que se había en
respondió en un tono bajo, sin apa
desafío, pero sin perder el calor que siempre lo conectaba con ella. Se ac
avemente, la calidez de su voz desbordando esa promesa de un amor intenso
a provocación estaba allí, sí, pero lo que realmente buscaba era esa cercanía que solo Enzo pod
ad, su voz ahora cargada de una dulzura que era solo p
la lo llenaba de calma, a pesar de lo complejo que era todo lo que vivían. No
cada uno de ellos quisiera saborear la proximidad del otro, explorar esos sentimientos que nunca parecían suficientes. Pero pronto, la ur
de los dos quería romper ese momento. Enzo, con una sonrisa suave, la miró a
al de cargada de amor-. No quiero que pienses que
decir. No era solo control, ni posesión, sino un amor tan firme como el hierro, per
solo él podía desatar en ella-. No me molesta que quieras cuidar
en ella, una fuerza silenciosa que lo desarmaba, que le mostraba que, por más que creyera t
brazos, como si no quisiera perder un segundo de esa intimidad que compartían. Amatis
brazos, sabiendo que ese momento, al igual que todos los que compa
ecorriendo su cuerpo con una ternura que dejaba claro que no solo la deseaba, sino
y las luces tenues iluminando sus rostros serios. Massimo, Mateo, y Paolo intercambiaban miradas de sorpresa y algo de curiosidad, mientras Emilio, reclinado en su s
cargado de escepticismo. - Enzo nunca se refiere a nadi
esa información inesperada. - Esto es raro, ¿quién será esa "gatita"? Jamás habíamos oído de ella, y Enzo nunca
ja en Emilio, buscando alguna respuesta. - No se estaba refiriendo a una amante casual
esafiante. - ¿De verdad creen que hay algo especial con esa "gatita"? ¡Por favor! Enzo siempre ha sido un
más con desdén. - Enzo puede hacer lo que le plazca, pero a mí me da la impresión de que está ocultando algo.
ni una palabra sobre una mujer en su vida. Y ahora, esta llamada... ¿por qué esconderla s
mentó Paolo, lanzando una mirada a Emilio. - Hay algo que no encaja. Enzo siempre ha sido tan cer
tono grave y medido. - Si Enzo está manteniéndola oculta, algo grand
í me parece más una de esas historias en las que se mete por capricho. Enzo siempr
n la manera en que Enzo se refería a ella que no me gusta. Algo en
con calma. Sabía que Enzo no era alguien fácil de entender, y mucho menos de predecir. Aquel hombre había estado jugando con ellos durante años, pero esta vez, algo
e nadie entre en su vida tan fácilmente. Si está ocultando a esta mujer, es porque no qui