de las
s invitados. Enzo no se sorprendió de los comentarios que rondaban sobre él y su "única mujer", como algunos la llamaban. Era una verdad silenciosa que todos conocían, pero pocos se atrevían
había estado infiltrando información, lo que puso a Enzo al borde de la desesperación. Sus pensamientos no podían evitar irse hacia Amatista, hacia su mansión aislada en el campo, hacia la habitación
e comer; el hambre había perdido su poder sobre ella. Su cuerpo estaba debilitado, y su mente se había sumido en una especie de niebla que no lograba disipar. A veces, cuando intentaba levantarse, sentí
como perdida en un sueño profundo del que no podía despertar. Observaba su rostro, apagado y sin vida, y sabía que debía actuar. Sin dudarlo, se apresuró a llamar a Enzo
ome, no habla... está muy débil." Las palabras de Rose, llenas de alarma, hicieron que el rostro de Enzo se endureciera. Su
caré el pago por quedarte con ella. Solo asegúrate de que esté bien." La voz de Enzo sonó más frí
Rose, pero sabía que, por más que lo intentara, Enzo no ca
cada minuto que pasaba sin estar cerca de Amatista lo consumía por dentro. Los problemas de los socios seguían crec
. Sus pensamientos volaron rápidamente a las semanas previas, a las preocupaciones que habían rondado la cabeza de la joven, a su constante melancolía. Parecía que algo la co
abían puesto su mirada en ese lugar aislado, aparentemente vulnerable. Habían notado que solo había dos guardias fijos en el perímetro, más otro que iba y venía. Además, la presencia de Rose er
infiltrado en su círculo cercano, le informaban sobre los avances, los retrocesos, los posibles culpables, pe
u mente era la imagen de Amatista, el recuerdo
la mansión finalmente tomaron una decisión. Sin que ellos lo supieran, la mansión de Enzo Bourth estaba lejos d
ue, una vez más, Enzo estaría dispuesto a protegerla a toda costa. Sin embargo, lo que él no sabía aún,
ta estaba mejor, su inquietud no cedía. Amatista, por su parte, había dejado atrás el malestar y lo atribuía a una simple gripe
para enfrentarse al traidor que había filtrado información, un asunto que exigía precisión y una ejecución implacable. Sin em
teléfono. Sin molestarse en explicar, marcó el n
tó Paolo en un tono diver
lo suyo -respondió Mateo
o dijo nada, pero su mirada lo decía todo: conocía demasi
n pronto como ella
a instrucción-. Está mucho mejor. Ya no tiene fiebre ni malestar.
iado por las palabras de
lar con ell
, un m
Amatista llenó el otro lado de la lí
Am
calidez que contrastaba con su habitu
, amor, no te preocupes tanto -le d
ocupo por ti -replicó con fi
r -respondió el
ero escucharla había sido suficiente para relajarlo. Guardó el teléfono en el bolsillo de su
ono defensivo mientras to
rimero en romp
la dulzura en su voz y provocan
ado, Bourth -agregó Massim
e inclinaba hacia Emilio-. Por eso está distraíd
nque su tono severo se vio sua
cargamos del traidor, tú solo cuida de
reservado, no pudo evitar
a vez no había verdadera molestia en su v
imperturbable, no podía negar que, al menos por esa noche, escuchar la voz de Amatista había sido todo lo que necesi