enunciar a muchas
ponía a la hora de llevar bien los estudios. Porque estaba becada en la universidad y, si no quería perder mi beca, debía superar una media determinada. Si no est
cómo me ayudaba a sobrellevar mi día a día. Me encantaba poder desfo
r en el apartamento. Habíamos vuelto juntas a casa, como todos los días tra
ué el
ena temporada y lo que eso
si fuese una
, ¿verdad? Además, yo estaré allí par
eé la
como una cuba ligando con c
erlo, ya no. ¿Qué hay de malo en que utilice mis truquitos de flirteo? Deberías hacerlo más a
e me oscureció la mirada. Me recompuse bastante bien y por
de mover el esqueleto y ponerme ese v
a juego, que no
los ojos, llena de felicidad. Ya no quedaba nada
sup
as cosas en nuestros dormitorios y nos poníamos cómod
esa devorando aquel manjar que habí
a el sábado? Que yo beba no s
domingo es mi día libre y que, por eso, los sábados nuestra entrenadora nos machaca todo lo que
zo un
fútbol. Solo de pensar en lo sudada q
diferentes que éramos, aunque supongo que eso era lo que nos mantenía unidas: que pese a nuestr
. Salir al campo me da tal subidón que inc
i mundo, hilando todas las melodías que tengo en m
invencible -co
xa
s dos nos quedamos recostadas en el sofá, la una apoyada en la otra
iña, cuando aún sentía que había nacido en el
como la conocí, un niño triste y solitario que prefería maquillarse y vestirse
de el comienzo me sentí muy unida a él y preferí mil veces permanecer a su lado y defenderlo de to
eníamos nueve años y estábamos en el recreo. Mamá estaba vigilando el p
ces. Me pilló por sorpresa su cambio de
encida. Éramos unos críos y, pese a eso, estábamos hablando de un
i-brilli. Ojalá pueda tener el pelo tan largo como tú y hacerme esas trencitas tan monas que tque fue la mejor decisión que pudo haber tomado; a pesar de que, años después, cua
Destiny se encerraba en el baño de los chicos -porque en el primer instituto al que fuimos siguieron insistiendo en
y el vestuario de chicas. Fue difícil para el resto, eso no lo voy a negar, y parte de nuestros compañeros no fueron tan tolerantes con el
odas las bromas crueles que habíamos tenido que soportar y de los insultos la
a la realidad y me sacaron de
os, la que tiene todo el poder. La vida me ha enseñad
No se ha rendido, ni siquiera cuando toda su vida le ha
ida si todos fuésemo
ó con
aprendido a amarme y todo te lo debo a ti. -Sus ojos color tierra se clavaron en los míos con intensidad. Una gran sonr
su fragancia femenina tan familiar y
r más valient
tás aquí pese a todo lo malo
o de mi pasado con mi psicóloga, con mamá, con Kevin y con mi mejor amiga. Para mí era muy difícil confiar en los de
uiero
Qué harí
te aburrirías
queño golpe
aburriría serías tú. ¿Quién, s
os necesitamos a alguien que nos apoye y que nos motive, que nos recuerde una y mil veces que no debemos dejar de ser nosotros mismos. Desti
-bramé desde mi posición
nunca recibe
o de fútbol oficial de un centro escolar que estaba no muy lejos de la universidad. Me había pasado los primeros años compaginando mis estudios con el fútbo
renunciar en varias ocasiones porque no creía estar lo suficientemente capacitada para el puesto. Sin embargo, tras las primeras semanas, me di cuenta de que me estaba ah
donde estaba. Paré el juego-. ¿Acaso crees que las ni
l crío de siete años. Al instante, sus meji
iñita pelirroja natural miraba la escena con seriedad, sin inmutarse de las palabras hirientes que le había lanzado su compañero.
tancia esbozando una s
eso. Si no me ayudas, si nunca me
ue he aprendido a jugar yo? Proba
ampo y que continuaran jugando. Miré la hora en mi reloj de pulsera
ted, señorita Turner -dijo una de las mad
s, seño
mo usted. Quiere dedicarse al fútbol, pero teme no
e di de bruces contra la realidad hasta pasados unos años, cuando comprendí que siendo mujer tendría menos posibilidades de poder dedicarme a ello y que necesitaría, con total probabilidad, un plan
una hazaña mil veces mejor que un hombre -hablé mirando cómo los críos se pasaban la pelota unos a otros. Sonreí cuando Jack le ayudó a su compañera a
tal de dos partidos jugados, casi a uno por mes. Nos encontrábamos a principio
s mientras recogía todo el material que había utilizado para la sesión de aquel día. Me gustaba dej
a Turner -se despidió
nstalaciones de la mano de su padre, me encargué de cerrar el almacén y salí de allí. Debía coger un autobús en diez minutos que me ll
contrarme: Maxwell Bristow. Llevaba, como siempre, esa ropa de marca coronada con esa mirada que quita
ertaba en mí algo que no comprendía. ¿Cómo
los míos me quedé parada en sitio, como si mis pies hubiesen echado raíces. Me había quedad
ba verte a
bre, como si lo saboreara, hizo que
dí aparentando calma cuando no la sentía para nada. ¿
éntate a
bía. Me debatí mentalmente si aceptar su oferta o quedarme de pi
asta aquí
ell era un chulito y un engreído. Para ser un influencer y
un grupo de n
s fenomenal.
abrigo. Allí dentro estaba puesta la
adora de un eq
útb
a per
reía que podría gustarme estar con los críos de un colegio -me expliqué. La cara de ese
mpoco sabía que tuviés
ue la universidad tenía a uno de los mejores equipos de fútbol f
darme, me enco
borde y, para enmendarlo, añadí-: ¿Qué
semos amigos de toda la v
fías para el artículo que estoy escrib
esante. ¿Sob
ca. Me han pedido que vaya en persona a entrevist
n usando las palabras. Soy demasiado brusca y en los exámenes
ayudart
mbio d
y saltaba a la mínima, pero en mi defensa diré que la
chico provocó que mi ya alter
eguidores en las redes sea un creído, pero no lo soy. E
sentí u
sient
da. Estoy a
n el fondo de esos ojazos me hizo
la rodilla sin apa
a abrirme así, de buenas a primeras, a la ge
ue tie
me gustaron
justo delante de la universidad y yo bajé a todo correr
lacer hablar
ismo
añana! Ten un
desbocado, las mejillas sonrosada