ar a Sayer Corp, encontró a
onrisa amplia, Fiona le brindó un gesto de fastidio y rec
qué h
bes, de O
e acostarse con quien quiera, pero m
¿Acaso crees que no te d
ida, conteniendo la rabia, pero apenas caminó por
n. Fiona cruzó sus brazos, frustrada, observando la escena. Elizabeth se despidió de Otto, cuando la puerta del elevador que lo ll
uidado,
no te vi! -ex
lo que veo. ¿Y quién
h dudó,
. ¿Po
lo quería
y ambas entraron a
te de la gente, todo
nal de baile de Saraton. Ganar es una meta, no aceptamos segundos lugar
iraron entre sí, ne
lith, Fiona y... Elizabeth -los aplausos resonaron por la sala,
efraudaré -dijo Inna, con su sonrisa blanca, mientras
ce con frialdad, luego dio media vuelta y se apur
las mejores coreografías. Admiró a Elizabeth, definitivamente su solo no era el mejor, sus pasos de baile estaban diseñados para que no se luciera al cien por ciento. Rita lo sabía, conocía las artimañas
uy bien -dijo Rita y Elizabeth chocó
a, pero creo q
confiada
decía que lo importante es disfrutar el momento, ganar o
bailarinas conocía que se lanzarían a llorar por no ser genia
ayos, Alice se encontró con R
no hablemos, pésima -dijo Alice amarga-. Fiona
muy buena, lo hizo genial, si no fuera por l
abras, un nudo apresó su garganta, se quedó com
¿Estás
N
ó y se despid
o fue detenida por Alice, qui
a piensa que «La rusa»
o ganaré en Saraton
s, te doy la mejor coreografía, pero ten por seguro de que, si Elizabeth tuviera esa misma, te ganaría con los ojos vendad
y pisando fuerte. Estaba descontrolada, al borde de la histeria, creí
a por ir contra ella, entonces notó que a unos pasos de ella estaba Otto Sayer, tenía el rostro firme, admirando a la rubia con u
obligaba a huir, a callar, pero
que es el número tres de su lista de galanes, solo después del chico c
da al escuchar las carcajadas de Elizabeth, vio lo hermosa que lucía en su alegría, se s
, recuperaba el aliento, una mano se pos
ace, buena niña -dijo Ali
hasta que se convenció que el hombre no llegaría. Ni siquiera tenía s
l, en castigo realizaras mil abdominales, a v
rostro estaba enrojecido, cuando terminó era hora del almuerzo. Estaba
una señorita bien vestida, se
Sabes en que ofi
s a Ott
abrió y Otto se asomó, hablando a la secretaria, cuando su mirada se cru
hace
e quizás no habías venido al
le dio la espalda, era un hombre orgulloso,
eno, solo pensé q
e crees u
s se nublaron, tragó saliva, no sabía porque
ti. Ni te utilizaría, quizás yo te di una mala idea, lo lamento
s manos, quería alcanzarla, sintió la necesidad imperiosa de tomarla y abrazarla con fuerza, disculparse para afirmar que todos los días pasaría por ella de ahora en adelante, sin embargo la mujer dobló el pasillo, intentó gritar, pero las pala