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ción. Si durante el trayecto ambos habían estado en completo silencio, parecía haber sido solo por causa de la impresión por cómo se había dado todo el asunto.
s venas de su cuello se dilataran de una forma antinatural que le hacía verse mucho más severo que de costumbre. Era algo ve
igo está en el hecho de mantener las apariencias y fingir que soy tu esposa cuando sea necesario mantener la farsa, de r
ara aliviar la carga de pesadez que le había quedado en la espalda después de aquel fatídico encontronazo. Ella estaba lo suficientemente cabreada como para no dejarse pisotear de nadie; su vida parecía ir en picada y cad
un hombre como yo estará dispuesto a ser el hazmerreír de medio mundo
la. Eli estaba completamente consciente de lo mal que se veía su panorama cuando fue rescatada por él, pero por nada del mundo estaba dispuesta a dejar que
jó latente el hecho de que su ánimo estaba casi tan encendido como el de Eli, quien para e
d de confrontación y reto, haciendo que ella le mirase de soslayo con el alma encendida con el fuego del d
go, a pesar de que Eli había intentado ya valerse de sus propios medios para encontrar el trabajo que le permitiese dejar de depender de la palabra de Gena o, se había chocado contra una pared. Encontrar un trabajo se había convertido en una odisea casi imposible de realizar y en el único trabajo que había podido encontrar donde le aceptasen sin anteponerle ninguna restricción, había desembocado en ese encontronazo don
qué estás obli
ra sobre su verdadera identidad: Si Eli decía algo sobre el incumplimiento de Gena respecto al pago de ese tratamiento, quedaría expuesto completamente todo el plan, se demostraría que Gena Steven no era su madre y que ella no era la mujer con la cual él
entó enfilarse de camino a su habitación, lo que ella no esperaba era encontrarse con la interrupción de Maximiliano, quien se cruzó en su camino tomándole del brazo. Mirándole directo a lo
ió él con su voz profunda y su mirada de plena determinación―... mi esp