erés p
arrogante y autoritaria, pero no podía negar que se sentía intrigada por la forma en que reaccionaba su cuerpo ahora que volvía a estar en esa situación con un hombre. Hacía mucho tiempo ya de la última vez que había estado en una situación por lo menos similar. Era cierto que apenas esa misma noche aquel par de sujetos
do en su propio mundo y parecía estar dispuesto a quedarse ahí plantado hasta no haber resuelto el asunto. Eli intent
soy tu esposo y no puedo dejar que
ero e insensible que se distanciaba de sus palabras de recién; palabras que Eli le habían dejado preocupada e intrigada por el hecho de que un hombre como él pudies
nmutaba en lo más mínimo por aquella reacción de ella que dejaba en claro que no era para ella más que un mero chis
a una ma
a no era algo que entrase dentro de su cotidiana normalidad, pero ahora que él se lo decía con
propiciar un aparatoso choque en el cual el rostro de ambos quedó a solo un par de centímetros de distancia. La altura de él era imponente y ocasionaba que ella le mirase desde abajo sin poder salir del asombro por aquella impertinencia de su parte, pero de igual manera se encontraba metida en un lío en el cual se sentía extrañamente interesada. No es como
o su actitud arrogante y que proponía el desafío altivo, pero no podía, aunque quisiera, negar que en su ro
a había mutado algo en él para mostrarse profundo e intenso, pero con otro aire de aproximación en su mirada y en su voz. No había forma de que aquello quedase sin ser percibi
monio de mentiras ―le recriminó ella con muchas ganas de salir corriendo, pero los b
el alma al borde de un precipicio emocional. Ella nunca se había sentido tan dividida en cuanto a la que debía ser su reacción con un comentario así. Ella sabía que no debía existir otra reacción que no fuese la del más pur
segundo pudo ocurrir de todo, pues los labios de ella sintieron un leve temblor. Al final Maximiliano guardó
suplicó ella sin doblega
do. Quedaba en evidencia que en su mente h