img MI DULCE AMANTE  /  Capítulo 4 ¿ES ESTO AMOR | 8.16%
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Historia

Capítulo 4 ¿ES ESTO AMOR

Palabras:1039    |    Actualizado en: 03/04/2023

ne

or eso no encuentra ningún aviso de se busca en nuestra pared –sentí mucho no haber n

ar bebidas, limpiar mesas, barrer, encerar, lavar... ¡Incluso aprendí algo de electricidad!

n vaso con una tela fina

otro sitio que no fuera este. Regresar a la tienda com

ó frente a mí un hombre alto de sibilina apariencia, ojos pardos como la tierra, cabellos g

, hasta el punto de hacerlo temblar de ansiedad. Me parecía h

inclinando levemente los hombros–. Es un p

ra el presidente de CODALU, entidad dedicada a realizar prés

mino, era como si se interpusiera entre la salida y yo par

me diera el trabajo, en ese mismo instante, lo hubiera hecho–. Es sol

Madison acercándo

an pequeñita a su lado. El era inmenso como una montaña, recio co

elerado, parecía que rompería mi pecho y se estrel

amor a prim

tas, llevándolos por el camino de la desesperación, sumergiéndolos en un mar prof

te maravilloso don, son pocas las mujeres q

ero no importa, si es amor, quiero experimentarlo; no me rehusaré a este agradable sentimient

on esos místicos ojos ¿Qué podía hacer? Me avergonzaba que viera

os ardían como el intenso fulgor de una fogata... Ese es el r

de su pantalón esperando mi pronta respuesta. Me apresuré

tentando vanamente d

na de mis secretarias se irá de vacacio

a que dijera eso, pensé que me ofrecería el puesto de conserje. Pero no imp

ev

Dentro de poco la tendría amarrada a mi cama, exp

ral que emanan las vírgenes; porque estaba seguro que ella nunca antes había experimentado el placer de la carne y anhelaba ser el primero. Eso podía sa

que Marilyn llamaba, más no le di importancia; estaba hastiado de su cuerpo –aunque no puedo negar que me complacía en todo–,

s amantes para que al final termine trabajando en uno de mis prostíbulos, o tal vez

ra de la Empresa, cerré con llav

quellas, que, por ser amantes del jefe, creen tener el derecho de comportarse como las señoras y armar un esc

iones, ni un sueldo el

demás mujeres que aún c

traté a todas igual; a ninguna pagué más por su cuerpo, ni otorgué beneficios que no me convenían–. Yo no estaba c

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