ev
a una tienda, no me negué puest
o común y corriente donde corría de un lado a otro buscando los precios más bajos, fundiéndose entre el populacho y los cuerpos sudorosos de las pers
eguía los productos a un precio más accesible ¡Inc
sma–. Esta noche cenaremos asado y papá podrá libr
a enigmática que me obligaba a observarla con deteni
compañarla en su recorrido. Intuyo que
o quería ensuciar mi vehículo con las bolsas llenas de grasa y verduras terrosas. El pollo crudo escurría un rojizo líquido que traspasaba la agujereada bolsa d
ser una persona de clase media, los tenía bien cuidados–. Y perdón por la molestia –cogiendo un pedazo
us delicadas manos, limpiando así toda la suciedad que tenían las
ión que le ponía a acicalarme–. Quería ayudarte c
escabulleron por sus párpados y resbalaron jo
de abarrotes en el mercado
ue fuera real ¿Cómo una doncella tan frágil, podrí
ntar esta caja de aceite, ponga sobre ella la de atú
er este pequeño circo–. Ya es tarde, vay
a sutil súplica–. Deje que le muestre mi fuerza
o. Fingí una sonrisa de interé
on la fuerza de tus piernas, no la de tu espalda por que eso podría lastimarte. Ese fue uno de mis primeros errores –carcajeó. Inexplicablemente, estaba muy aten
estaba sorprendido. No esperaba que ella pudiera levantar ninguna de las dos,
fue impresionante –sonreí. Estaba siend
ividades que conllevan esfuerzo físico, como cargarles las maletas, el bolso, arreglar las llantas del auto, et
auto y las bolsas con alimentos blandos, en el asiento de los acompañantes, lu
der respirar aire fresco, y no dejar que todo se que
¡Comamos aquí! –Volví la mirada y pude divisar un restaurante de
am – breado? –Cuestioné arq
ivo? A veces no puedo entender, cómo es que funcionan las mentes inferiores. Desp
ro. Su felicidad me perturbaba–. Hace tiempo compré
é intentando disipar el disgust
reg
añana de primavera. El fulgor de sus ojos se apagó, solo quedó un apenado rostro de vergüenza y decepción. ¡Diablos!
evar –agregué intentando reavivar la
sospecha, ella empezaría a llorar–. Mejor solo lléveme a ca
o–. Vamos a comer –observé sus grandes ojos, volverse a encender emocionados–. Pero, tendrás que ens
undó el estrecho lugar. Yo suspiré tranqui
... Va
rapaba, me envolvía.
podrí