ev
rla con engaños hasta la media noche, luego la llevaba a casa en mi automóvil. Por el camino, le compraba algún reg
a, suave y blanca como ella. Se lo entregué al día siguiente, y, muy contenta, lo sujetó a uno de los suje
í, lo sé... Ahora tod
e poco s
ne
positar una parte –casi la mitad– de la deuda al banco; mi hermanita pudo comprarse una cama para ella sola, mi m
inaba el almuerzo. El arroz verde olía muy bien–. Sin ti, nunca hubiéramos
nfortaba–. De ahora en adelante, todo estará bien y estoy segura que, pronto
ndo–. ¡Qué orgullo! ¿Cuándo empezarás con las clases? Tu madre y yo, pod
bilizarnos, si todo marcha bien, dentro de tres o cuatro meses podré postular a la universidad. Estaba pensando en
Esa carrera es muy demandante, casi no t
n largo suspiro–. Por eso, quería pedirle
ar, y nos sujetó con fuerza contra su pecho. Me sentía muy bien. Muy querida y pro
omer a casa. Cenaríamos todos juntos, en familia. ¡Ah! No puedo dejar de suspirar pensando en él, en lo felices qu
, más gratitu
descansar y permanecía sola en el enorme edificio; sin embargo, Mr. Stevens me esperaba y llevaba a casa. ¡No solo eso! También me acompañaba a cenar al restaurante de comida rápida. Me encanta ese tipo de comida, pero él casi siempre dice estar lleno y no come
velo de la ignorancia sobre lo que se siente amar. Al recostarme en mi lecho
sería la primera vez q
go, me quedaría absorta porque no sabría que más hacer, lo cual es comprensible ya que... Yo... Pues... Nunca he tenido este tipo de experiencias, y en los libros suelen relatarlos co
ndolos–. Después, me imaginaba que aquella joven era yo y... Un peregrino calor invadía mi cuerpo de pies a cabeza; tenía ganas de salir a buscarlo y decirle que lo deseaba tanto como un suculento pastel de chocol
única finalidad de sentir su aroma más de cerca. Pasaba casi todo el día haciendo lo mismo; al llegar la noche, mi ropa quedaba impregna
–decía mi hermana
aba yo mientras escarmenaba m
ba ella arrojánd