Marla salió de la habitación de su madre, un tanto enojada. ¿Por qué debía ser ella quien se encargara de solucionarle los problemas a su familia?
Tomó las llaves del auto, su bolsa, salió del piso y subió a su Volkswagen Rabbit rojo, modelo 2007 que había comprado con su primer año de trabajo en el bufete Castillo. Condujo hasta el café donde aguardaba por ella su amiga Karla.
-¡Hola guapa! -Saludó con un beso a cada lado de la mejilla, a su compañera de la universidad
-¡Joder, tía! Que traes una cara.
-No me lo recuerdes, eh... -jaló la silla y se sentó.- Que ahora se le ha metido a mi madre en la cabeza, que vaya a Tropea para ayudar a mis abuelos con un problema legal.
-Vamos, eres abogada ¿Qué de raro tiene que te lo haya pedido?
-Pues que detesto ir a un pueblo y encontrarme con todos esos gilipollas que se le salen la baba cuando ven a una mujer. -gruñó visiblemente enojada.
-Te ves tan divertida cuando hablas de esa forma de los hombres. Si sigues así, terminarás siendo la tía rodeada de gatos.
-No estoy para juegos, Karla. -saca el móvil de su bolsa, se arregla el cabello y se hace un selfie; luego añade- Ya veré que me invento para no hacer ese viaje este fin de semana.
-Quizás es tu oportunidad de darte un descanso en el bufete ¿Desde cuando no te tomas unas vacaciones? Yo que tú, aprovechaba para salir y disfrutar de la playa. Me ha dicho un match italino, que conocí en un chat de citas, que es un lugar maravilloso, Tropea.
-Deliras de verás. Eres capaz de ir al mismo infierno si te lo pide uno de esos gilipollas de finding love.
-Tía, es que es la única manera de internacionalizarse, además que ya me ha enviado un par de fotos, que no me negaría a ir al infierno si mi bombero está allí para apagarme el fuego.
-Para colmos, es bombero. Hostia tía ¿tan urgida andas? -refiere en un tono bastante despectivo.
-No, no lo es. Pero tiene una manguera que me tiene flipando - Karla bromea con su amiga, ambas terminan riendo de forma escandalosa.
-Nunca vas a madurar, eres la más grande de las gilipollas que conozco -se inclina y la abraza- Pero eres la única amiga que tengo.
-Anda no te lo pienses tanto. Ve a Tropea, así lo uso como excusa, me encuentro contigo en este feriado y... pues conozco a mi italiano en persona.
-Ya sabía yo, que no lo hacías por mí, ¿eh?
-Sabes que siempre estoy para ti, deja de decir gilipolleces.
-Eso lo sé. -abraza a su amiga nuevamente.
Marla regresa entusiasmada luego de la conversación con Karla, por lo que sube hasta la habitación de su madre y le confirma "su decisión" de viajar a Calabria.
-Bien, madre... has ganado, viajo este fin de semana a Tropea.
Marsella emocionada abraza a su hija, quien la ayuda a sentarse en su silla de ruedas.
-No veo el momento, de verte caminar. -exhala un suspiro.
-Para ello necesito ir a terapia, es algo costoso, lo sabes.
-Sí, eso lo sé. Pero no pierdo las esperanzas de verte andar como hace meses atrás.
-Gracias por aceptar ayudar a tus abuelos, sabes que no te pediría algo si no fuese necesario.
-No me hagas sentir peor madre... voy a ver a los abuelos y haré lo que pueda para ayudarles.
-Recuerda no decirle nada sobre el accidente, eso los haría sentirse mal y ya sabes que mi madre sufre de la tensión.
-No te preocupes, no diré nada, aunque sabes que no me gusta andar mintiendo.
-Lo sé, siempre has sido tan espontánea.
-Voy a mi habitación a empacar mis cosas y a comprar el boleto.
-¿Irás en avión? -pregunta la madre con curiosidad.
-Sí, no pensarás que voy a pasar dos días viajando en tren. -masculló.
-Pero hija, es más económico, así no tendrás que gastar tanto dinero, con lo que te cuesta recibirlo.
-No te preocupes madre, ya hablé con mi jefe para pedirle mis vacaciones y con eso tendré suficiente para movilizarme por una semana. ¿Necesitas que te lleve a algún lado?
-No, hija. Estoy bien, puedo ir sola.
-Vamos madre, que no te llevaré cargada, sólo debo empujar la silla.
-Eres terca como buey -Marla sonríe.- llévame a la cocina, prepararé algo para que comas antes de salir.
-No es necesario, madre. -dejó a su madre en la cocina y fue hasta su habitación.
Marla preparó su eequipaje con unos pocos cambios de ropa, esperaba estar en Tropea al menos una semana. Tomó su móvil y llamó a la agencia aérea, por suerte había un cupo para viajar la mañana siguiente, por lo que estaría el mismo viernes en Tropea. Con ello tendría tiempo para organizar todo y dejar a la cuidadora a cargo de su madre.
Marla llegó al aeropuerto, confirmó su ticket aéreo y minutos después embarcó en el avión. Buscó el asiento que le correspondía, se sentó del lado de la ventanilla. Segundos después, un hombre alto, apuesto y algo serio se sentó a su lado. Ella lo miró de reojos, observó la finura de su rostro, cabello oscuro, labios carnosos, barba incipiente y ojos profundamente azules. Mas él, no volteó a verla ni un instante, parecía pensativo o fingía estarlo.
Era la primera vez que Marla subía a un avión por lo que al sentir que elevaba de la pista de aterrizaje sintió náuseas. Se cubrió la boca y golpeó con su codo a su compañero de vuelo. El hombre se hizo a un lado para que ella saliese, pero en medio de su inestabilidad, Marla terminó cayendo sobre él.
Un tanto nervioso, él la ayudó a levantarse, sosteniéndola por la cintura, el roce de sus manos provocó en ella una extraña sensación. Respiró un par de veces, sus náuseas parecían haber desaparecido, repentinamente.
-¿Está usted bien? -preguntó él. Ella sólo asintió y continuó rumbo al sanitario.
Las náuseas ya no están presentes, pero la humedad en su vagina es excesiva. Nunca antes sintió algo así, nunca...